El sector energético ‘salva’ las operaciones corporativas en España

Cada vez más inversores especializados buscan oportunidades en esta industria al calor de una regulación favorable, que los vendedores aprovechan para sacar proyectos a la venta

La incertidumbre generada por el coronavirus no ha debilitado el apetito inversor por el sector energético en España, que se ha convertido en el protagonista de las operaciones corporativas en el país en este momento de frenazo de la actividad. En las últimas semanas se han cerrado importantes transacciones que llevaban meses en el mercado y los procesos competitivos siguen su curso sin demasiados vaivenes. Los expertos adelantan a elEconomista que “frente al caso de otros sectores, en energía vamos a seguir viendo operaciones corporativas a lo largo de los próximos meses a menos que se genere incertidumbre de algún tipo respecto al Gobierno, cosa que descartamos por ahora”.

La clave de este boom es, de esta forma, la predictibilidad de este negocio, que recibe grandes inversiones al calor de una regulación favorable y de un Ejecutivo que ha abanderado la transición energética. A esto, además, hay que añadir la gran liquidez existente en el mercado y la escasez de activos de grandes dimensiones a los que poder destinar recursos. Esto, a su vez, ha provocado que el número de inversores interesados por este negocio haya crecido mucho en los últimos años: desde aseguradoras a fondos de pensiones pasando por los fondos de capital privado generalistas, que han comenzado a realizar operaciones hasta hace unos años limitadas prácticamente a los de infraestructuras. Sin olvidar también a las grandes energéticas españolas, inmersas en su plan de reconversión hacia un negocio verde.

Así, y pese a la declaración del estado de alarma el pasado 14 de marzo, se han cerrado conocidas transacciones como la venta del 20% que ostentaba KKR en Acciona Energía Internacional a la aseguradora AXA,-uno de los procesos que más se alargó en el tiempo; la adquisición del 40% de Viesgo que todavía no controlaba el fondo canadiense Macquarie; o -fuera del mundo renovable- la compra del 34% de Medgaz junto al gigante de la inversión estadounidense BlackRock. Estas transacciones se suman así a las cerradas meses atrás por otros fondos como Brookfield -que compró el 50% de X-Elio-, Tikehau -que se hizo también con el negocio de biomasa de los Riberas- o de Ardian y de F2i -que compraron los activos eólicos y solares, respectivamente, de Renovalia-.

En este boom, no es de extrañar que otras compañías hayan decidido poner en marcha otras ventas de activos, como es el caso de X-Elio -que ha encargado a Citi la venta de 13 proyectos fotovoltaicos -572 MW- en España por 500 millones-. También continúan en el mercado, aunque con cierta ralentización, según diferentes fuentes- otros procesos como la venta de Elawan -la antigua Gestamp Wind-, que había despertado el interés de compañías como Endesa, Brookfield o la japonesa Orix, que se ha caído del proceso; o la de Fotowatio, valorada en unos 1.500 millones. No obstante, otros procesos esperados para estos días han decidido esperar unos meses para tener una certidumbre mayor.

Apetito por lo regulado

Pese a que la energía es el mejor ejemplo de este tipo de inversiones, no es el único sector regulado hacia el que las compañías internacionales y nacionales miran con interés. Infraestructuras o telecomunicaciones son otros de los sectores más interesantes para los inversores. “En este momento, los sectores regulados son los que más confianza están transmitiendo a los inversores porque ven con una aparente claridad su evolución a futuro. Esto choca con otro tipo de sectores, no únicamente los más castigados por la paralización de la actividad económica y la pandemia, sino también los que están registrando crecimientos exponenciales en su negocio y que es difícilmente sostenible a futuro”, explican a este diario expertos del negocio de las operaciones corporativas.

Por ejemplo, en el caso del negocio de las telecomunicaciones, Telefónica ha protagonizado la mayor operación corporativa de su historia con la fusión en Reino Unido con Liberty y acaba de vender su negocio de radioenlaces al fondo Asterion, a la vez que continúa inmersa en su plan de desinversiones. En el aire está, por el momento, qué pasará también con MásMóvil. En infraestructuras, la transacción más reseñable en los últimos días ha sido la venta de la concesionaria de autopistas Brisa, que despertó el interés de españolas como Globalvia o Abertis, pero que finalmente acabó en manos de un consorcio liderado por el fondo de pensiones APG, en una operación valorada en más de 2.100 millones.