Una veintena de países estudia lanzar su fondo soberano

De Japón a Reino Unido, pasando por Bahamas o Sudáfrica. Cada vez más regiones apuestan por esta herramienta para canalizar el ahorro o impulsar su economía

El origen de los fondos soberanos se remonta a la década de los 50, cuando Kuwait decidió poner en marcha el primero de estos vehículos para invertir los excedentes de los ingresos del petróleo. Hoy, Kuwait Investment Authority (KIA) es accionista de conocidas compañías españolas como Viesgo o Global Power Generation (GPG) -la firma que gestiona los activos de generación internacional de Naturgy-. Posteriormente, se sumaron a KIA otros países como Abu Dhabi (Adia), Singapur (GIC) o Noruega. Tanto ha evolucionado el negocio en los últimos años que actualmente se contabilizan 94 fondos soberanos en activo, que suman 8.340 billones de dólares (7,57 billones de euros) en activos bajo gestión, según el informe Fondos Soberanos 2019 elaborado por ICEX-Invest in Spain e IE Business School.

Pero esta tendencia no ha decaido en los últimos años, al contrario: los expertos señalan que una veintena de países de todo el mundo están estudiando lanzar su propio fondo soberano (ver gráfico). De África al Caribe pasando por Europa y Asia. Países tan diferentes como Japón, Bahamas, Reino Unido o Sudáfrica entre otros muchos estudian sumarse al selecto club de los fondos soberanos. Pero no sólo el perfil de estos países es muy diverso, sino también las motivaciones que les están llevando a querer desarrollar esta estrategia.

Según explica Javier Capapé, director del Sovereign Wealth Research de IE Center for the Governance of Change, a elEconomista Capital Privado: “Cada país suele tener intereses diferentes para poner en marcha este tipo de vehículos. Algunos lo utilizan como una herramienta para lograr una mayor estabilidad en su actividad económica y el fondo en cuestión funciona como una especie de banco central; otros lo crean como un instrumento público para gestionar sus recursos naturales o profesionalizar determinados sectores; otros para mejorar la vida de sus ciudadanos y canalizar el ahorro para las generaciones futuras”.

“Por ejemplo, Japón cuenta con el fondo de pensiones más grande del mundo y lleva un tiempo estudiando crear una herramienta así para obtener mayores rentabilidades en un entorno de tipos bajos. Los más avanzados en este sentido son los fondos de pensiones canadienses que muestran cómo el modelo de inversión está girando cada vez más hacia los activos alternativos. También es verdad que para montar este tipo de instrumentos necesitas muchas capacidades y ellos cuentan con grandes equipos dedicados a las infraestructuras, la gestión, etc. Fichan a gente de fuera para crear grandes estructuras de inversión”, argumenta Capapé. “Reino Unido, por su parte, también analiza si montar un gran fondo público para invertir en infraestructuras y/o de recursos naturales para explotar la riqueza del Mar del Norte. En el caso de Mozambique, Tanzania o Kenia, su planteamiento va también enfocado a los recursos naturales y la posibilidad de explotarlos de tal forma que se mejore la vida de generaciones futuras. Bajo esta premisa, por ejemplo, se creó hace un tiempo el fondo de Nigeria, que funciona a través de private equity”, añade el directivo de IE Business School

El caso español

En España, por ejemplo, no existe un fondo soberano al uso, pero el Estado invierte a través de diferentes organismos públicos como si lo fuese -como Cofides, Icex o ICO-. Por ejemplo, en 2018, Cofides se alió con el sultanato de Omán para poner en marcha un vehículo -que gestiona el fondo español MCH- de 200 millones para impulsar el desarrollo de empresas españolas en el exterior, con el que ya ha protagonizado varias inversiones -como la de la valenciana TCI Cutting-. De hecho, el planteamiento de Cofides en el momento de su lanzamiento fue poner en marcha estrategias de inversión similares junto a inversores de otros países.

El ICO, por otro lado, cuenta con el programa más aplaudido por el sector del capital privado en España: Fond-ICO Global, a través del cual inyecta capital en gestoras para aumentar el tamaño de sus vehículos de inversión que se destinarán a su vez a compañías españolas en diferentes estrategias -expansión, deuda, capital semilla, etc.-.

No obstante, España ha sido tradicionalmente uno de los destinos favoritos de este tipo de inversores,

que han participado en conocidas compañías españolas como Repsol, Naturgy, Cellnex o Glovo, entre otras. El objetivo ha cambiado de unos años hasta ahora: antes utilizaban a las compañías españolas como puerta de entrada a otros mercados como Latinoamérica, pero ahora también invierten con el objetivo de obtener conocimientos de determinados sectores o industrias que luego utilizar en su país de origen. El año pasado, por ejemplo, Mumtalakat -el fondo soberano de Bahrein- entró en el accionariado de Premo, una compañía malagueña líder en fabricación de materiales de inducción para la industria del automóvil. Este mismo fondo invirtió por primera vez en España hace cuatro años, cuando tomó el 49% de Asturiana de Aleaciones (Aleastur). Otra de las operaciones realizadas años atrás en España con la participación de fondos soberanos fue la compra de Urbaser -el antiguo negocio de Medio Ambiente de ACS-, que pasó a manos de China tras la compra de Firion Investments -una sociedad controlada por el fondo Cecep, en la que participan varios fondos estatales chinos y el grupo industrial China Tianying (CNTY)-.

El apetito por lo tecnológico

Sin embargo, en los últimos años se ha visto una tendencia de cómo el apetito de estos inversores se ha ido trasladando desde el negocio de la energía y las infraestructuras a otros sectores como el tecnológico o ciencias de la vida. En España, por ejemplo, la operación más llamativa de fondos soberanos el pasado 2019 vino de la mano de Mubadala -el fondo soberano de Abu Dhabi, principal accionista de Cepsa- que participó en la última ronda de financiación de 150 millones de la app de comida a domicilio Glovo, que se convirtió así en el segundo unicornio español -compañía con valoración superior a los 1.000 millones de dólares (908 millones de euros)- después de Cabify.

Sin embargo, el fiasco de WeWork ha hecho que el objetivo de inversión de los fondos soberanos se dirija ahora hacia startups con negocios más consolidados. “La escasa rentabilidad de la compañía y su capacidad para quemar liquidez ha prevenido a otros fondos de embarcarse en proyectos similares”, señaló Capapé. En cualquier caso, las compañías tecnológicas repitieron en 2019 como primer destino de las inversiones de estos vehículos, tanto en número de operaciones (30,3%) como en volumen invertido (31,4%), especialmente en biotech, software, fintech y gestión de datos.