El ecosistema de ‘Fintech’ madura y planta cara
a la banca

En los últimos años han aparecido alrededor de 320 de este tipo de empresas en España, aunque esa cifra llega a casi las 400 al cierre de 2019. Por ello, piden una regulación específica

España vive un boom en lo que se refiere a la eclosión de nuevas empresas de innovación en tecnología financiera. Es lo que se denomina en términos anglosajones fintech. Son aquellas empresas que surgieron para ofrecer servicios financieros complementarios cuando la gran banca no estaba todavía inmersa en el mundo online, que ofrecen servicios relacionados con pagos digitales o créditos al consumo. Aprovechando que el sector bancario español convencional no entendió que cada vez más clientes no necesitan pisar una oficina física, las fintech aprovecharon ese hueco del mercado y crecieron en el último lustro. En los últimos años han aparecido alrededor de 320 fintech en España, según los datos de Finnovating, aunque esa cifra a cierre de 2019 llega casi a las 400. El avance del sector ha despertado a la industria financiera, que en repetidas ocasiones ha reclamado al regulador una mayor supervisión sobre este tipo de compañías. Su principal objetivo ha sido agilizar los procesos para cumplir de forma rápida y efectiva, no solo para los usuarios, sino también para los nuevos competidores y dar prioridad a las necesidades del cliente que busca soluciones ágiles y eficaces con innovación tecnológica. Contratar un crédito o resolver un pago en un comercio a golpe de clic sin pasar por la oficina pueden ser dos soluciones propias de una fintech.

Este ecosistema tecnológico ha aumentado un 16% en el último año, hasta alcanzar la cifra de 392 empresas a finales de octubre de 2019, según la última edición del informe Fintech radar para España en 2019 de Finnovista. Este dinamismo del emprendimiento está relacionado con la consolidación de los segmentos con mayor número de startups, es decir, los pagos digitales y préstamos, que suman un 31%. Los datos recopilados en este estudio reflejan que sólo un 19% de las 150 startups que respondieron la encuesta contaba con una mujer en el equipo fundador, lo que contrasta con lo que sucede en otros países con un ecosistema fintech consolidado. Otro de los datos significativos del informe tiene que ver con la internacionalización: un 52% de las startups tiene operaciones fuera de España.

Los expertos aseguran que es “importante el desarrollo de las fintech en nuestro país” porque ofrecen -a diferencia de las grandes entidades bancarias clásicas- productos personalizados gracias a la acumulación y al análisis de los datos de sus consumidores -uso del big data y otras herramientas de análisis-, y más ahorro por la automatización de procesos, entre otros factores.

Apoyo de los reguladores

Los emprendedores encuestados piensan que existen áreas donde pueden recibir el apoyo por parte de los reguladores y de las instituciones públicas. En concreto, más del 70% de las startups encuestadas considera que aún se requiere dar mayor impulso a iniciativas como el sandbox fintech en nuestro país. Las condiciones para la aparición de nuevas empresas y la consolidación del sector son muy positivas: el fuerte desarrollo de las nuevas tecnologías online; la mayor autonomía de los inversores en la gestión de sus recursos y el incremento de la demanda de financiación alternativa a la ofrecida por la banca tradicional.

De hecho, las fintech aportan al tejido financiero español. Buena prueba de ello, en opinión de José María Pastrana -socio del área mercantil del despacho de abogados Ceca Magán- estas empresas “suponen la desagregación de servicios financieros históricamente controlados por la banca tradicional, concretamente nos referimos a los pagos, las transferencias y los servicios de agregación de información financiera”.

Son éstas tres las razones fundamentales que impulsaron el mundo fintech: la desconfianza de los usuarios hacia la banca tradicional, una oferta de servicios anticuada y las comisiones aplicadas por los bancos en la prestación de ese tipo de servicios. Frente a ello surgen aplicaciones modernas muy fáciles de utilizar que permiten a los usuarios, muchos de ellos, clientes más jóvenes -millennials-, que jamás pisarán una sucursal bancaria, realizar sus operaciones bancarias típicas desde la comodidad de un dispositivo móvil. Para Pastrana “esta revolución tecnológica ya era conocida y por ello algunos bancos y sistemas de pago tradicionales comenzaron a desarrollar sus propias herramientas o directamente adquirieron compañías fintech. Aquellas entidades bancarias tradicionales que no hayan sido capaces de adaptarse a la revolución fintech, sin duda contaran con un problema que afectará directamente a su cuenta de resultados, más aún en un contexto financiero de tipos de interés bajo o inexistentes, que impacta directamente en su negocio tradicional”.

Finalmente, las fintech no son una moda pasajera sino que han venido para quedarse, habiendo surgido alrededor de 320 de estas empresas en el año 2019, en particular tras las profundas modificaciones legislativas que han operado en Europa y en nuestro país en los últimos meses, con motivo de la transposición de la Directiva (UE) 2015/2366 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 25 de noviembre de 2015 -conocida como, PSD2-, que ha supuesto una verdadera revolución en la concepción del sistema de pagos único integrado en Europa.

Precisamente, uno de los retos a los que se enfrenta el sector fintech en nuestro país es que se desarrolle una regulación para permitir un banco de pruebas que regule, ordene y siente las bases del sector para que estas compañías puedan desarrollar sus negocios en igualdad de condiciones. Es lo que se llama en el sector, sandbox, de nuevo utilizando terminología anglosajona.

Rodrigo García de la Cruz, presidente de AEFI (Asociación Española de Fintech e Insurtech) se muestra convencido de la idoneidad de poner en marcha las herramientas legislativas para crear un sandbox en España. “Se trata de un espacio de pruebas controlado y no desregulado, un mecanismo regido por una serie de protocolos de supervisión puestos a disposición de las partes implicadas, a través del cual se identificará una serie de proyectos innovadores cuyo desarrollo supondrá un significante avance en términos de la prestación de servicios financieros en España”. García de la Cruz defiende que este espacio funcionará a través de una serie de convocatorias periódicas, gracias a las cuales los proyectos admitidos gozarán de un lapso de tiempo inicial de seis meses -prorrogable- durante el que se podrán desarrollar bajo la atenta mirada del supervisor oportuno -el cual, no obstante, no se inmiscuirá en la esencia formal del negocio, sino que estudiará sus ventajas e inconvenientes con el fin de determinar si debería o no permitirse el desarrollo de su modelo de manera legal-. “Es decir, el sandbox está diseñado para crear condiciones seguras en las que puedan probarse innovaciones tecnológicas con máximas garantías tanto para los propios participantes de cada proceso, como para cualquier tercero que pueda verse involucrado en el mismo -y en especial, para los consumidores-”, explica. La aprobación del sandbox conllevará necesariamente un alto incremento en la inversión dirigida a la industria FinTech e InsurTech, puesto que la norma que lo regula -en la actualidad, el Anteproyecto de Ley de Medidas para la Transformación Digital del Sistema Financiero aprobado en Consejo de Ministros el pasado 22 de febrero de 2019- funciona como un puente que fomentará el que las entidades financieras y el capital riesgo inviertan en startups y scale-ups, y colaboren con ellas. Además, el Sandbox aumentará la competencia, mejorará la regulación en lo relativo a la creación de empresas innovadoras en el sector.