La ciudad del mañana (A propósito de Fernando Acedo-Rico Henning)

Hoy, con el permiso de la Redacción de la revista, quiero dedicar estas líneas a la persona Fernando Acedo-Rico Henning, registrador de la propiedad y colaborador de este medio, con ocasión de la presentación de su libro Registro de la Propiedad y Vivienda. Una relación de futuro con escritos del presente (Ed. Machado Libros. Madrid, 2023) el pasado 24 de abril en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. Este libro, que recoge los múltiples artículos que Fernando ha ido publicando en elEconomista.es desde el año 2011 hasta hoy, no sólo hace un recorrido por la materia de urbanismo y vivienda en nuestro país durante ese periodo, sino que lo hace desde el valor de poner en relación las diversas ramas del Derecho en que éstas se asientan: el derecho civil y el derecho administrativo. Y esto lo hace Fernando desde el papel de amplio y profundo conocedor de ambos ámbitos, tanto desde el punto de vista teórico como práctico, pero aportando además como plus el saber armonizar una y otra de manera eficaz, integrando las instituciones de urbanismo y de intervención en el mercado de vivienda con las registrales, algo notablemente preciado para todo operador jurídico. Es esta una cuestión siempre de actualidad, y lo será más con la iniciativa de la nueva Ley estatal de Vivienda. En esta labor no es fácil, pero si necesario, el cohonestar los derechos, de propiedad por un lado (art. 33 CE), con los de nuestra Constitución ambiental (arts. 45, 46 y 47 CE); integrar, en definitiva, lo público con lo privado; la intervención pública más amplia en pos de los mandatos que dirigen a las Administraciones los artículos constitucionales con la tutela y control de la actividad de empresarios y particulares. Un ejercicio de integración y armonización que ha de partir de un profundo conocimiento y estudio constante de la materia persiguiendo, como lo ha hecho Fernando a lo largo de su dilatada carrera, tanto el ámbito público como privado, el fin último que es el mayor desarrollo del ciudadano como persona.

En el periodo a que se refieren los escritos de Fernando han sucedido varias crisis económicas, pandemias, filomenas, diversos escenarios políticos, cambios normativos, etc., partiendo desde una fecha de inicio en que el acceso de la vivienda estaba incluso más complicado que hoy día y donde teníamos un urbanismo ninguneado, superado y mal empleado. Todo ello en un entorno recibido por los negativos efectos de diez años de vigencia de la Ley 6/1998 y una situación de especulación financiera e inmobiliaria, que quedó reflejada en obras literarias como Crematorio de Chirbes, y que todavía hoy se recuerdan en otras más recientes como España fea de Andrés Rubio. Si el urbanismo debe tratar de hacer ciudad, de perseguir la calidad de lo construido tanto desde el paradigma objetivo de los recursos naturales como desde el subjetivo de su destinatario, la ciudadanía, y, en base a todo ello, de primar el interés público por encima de los propios de particulares, la realidad que aborda Fernando en sus primeros escritos era más bien la contraria:

No se hacía ciudad, sino que primaban los crecimientos injustificados y faltos de cohesión; no primaba el interés de los ciudadanos, sino que se expandía un urbanismo entendido como modelo meramente empresarial, cuando no especulativo; y, sobre todo, faltaba la necesaria dirección pública: “los Ayuntamientos como meras ventanillas de recepción de documentos”, y la implantación de la cohesión y la sostenibilidad, en su más amplia acepción. La imagen de nuestro país era así plenamente negativa (especialmente en ciertos territorios, lo cual llegó hasta las instituciones europeas), cuando no salpicada de escabrosos casos de corrupción que hacían del urbanismo un tema renegado y casi pérfido. Un urbanismo ninguneado, alejado de su Ciencia y de su Política. Un urbanismo superado en el seno de las Administraciones que habían de tutelarlo y dirigirlo. Y un urbanismo mal empleado, con falta de conciencia social en el que solo ocupaban y preocupaban sus réditos más inmediatos e incluso los anticipados.

En ese escenario conocí yo una tarde en la Universidad Autónoma de Madrid a Fernando. Una tarde en que se quedó a escuchar una de mis primeras ponencias “de juventud” y donde luego pudimos charlar -como lo hacemos ya desde entonces- como verdaderos colegas y amigos. A partir de ahí, en el marco de nuestras respectivas responsabilidades públicas, me he apoyado siempre en Fernado Acedo para cada una de las actuaciones que hemos desarrollado estos últimos años en Castilla-La Mancha (C-LM) en la materia, muchas de las cuales aborda en su reciente libro. Así dentro de las sucesivas innovaciones normativas seguidas hasta la última de 2021 en C-LM siempre nos hemos apoyado en el Colegio de Registradores de C-LM que Fernando tuvo el honor de dirigir, con su antecesor José Antonio Garvía (DEP) y el actual Decano, mi también amigo Alfredo Delgado, para integrar la materia registral en el urbanismo buscando alcanzar la mayor seguridad jurídica, transparencia y participación, que son notas principales de esta Institución. También en vivienda, el papel de este Colegio Oficial -y de Fernando en su seno- dentro de las políticas públicas en C-LM ha sido constante, relevante y referente: recuerdo, como ejemplos, la constitución en 2015 de las Oficinas de Intermediación Hipotecaria y el acuerdo alcanzado en 2017 para establecer la mediación de notarios y registradores entre deudores hipotecarios con las entidades de crédito. Una y otra iniciativa ayudaron eficazmente a muchas personas en aquellas difíciles fechas.

Estoy seguro de que el libro coge con sapiencia todo este camino que he tenido la inmensa fortuna profesional y personal de haber compartido en algún modo con él. Y como la obra no está en absoluto falta de (necesarias) propuestas de futuro, estoy convencido de que esa senda no se ha acabado, sino que le restan aún muchas páginas por escribir y que vendrán repletas de la sapiencia, de la conciencia social y de esa bonhomía que tiene Fernando y que se ven reflejadas en cada uno de sus artículos, como es ejemplo este fragmento de uno de sus más deliciosos escritos, La ciudad del mañana, que contiene su obra y que nos marca la dirección del camino a recorrer para procurar un mejor futuro a los nuestros: “Por el contrario, si somos capaces de avanzar hacia una ciudad compacta, en la que impere la rehabilitación de los edificios existentes, en la que el mayor desarrollo económico y social en el marco político se base en una mayor cohesión territorial, poder recuperar el nivel histórico de las ciudades y en que las administraciones públicas eviten los desequilibrios territoriales, económicos y fiscales, no cabe la menor duda de que así se podrán crear nuevos empleos, se relanzaría el sector de la construcción tan importante para la nueva economía de nuestro país y cambiar la forma de ver el urbanismo, conseguiríamos sin duda crear “la ciudad del mañana”. Gracias Fernando.