El teletrabajo exige nuevas estrategias para retener el talento en la empresa

Tras las crisis sucesivas que han afectado al tejido empresarial y laboral, se hace necesario gestionar equipos en entornos híbridos y deslocalizados, y explorar nuevas formas de trabajar y de relacionarse cambiando la cultura para que el compromiso y el orgullo de pertenencia a la empresa no se resientan.

La disrupción tecnológica, aparte de haber actuado como un facilitador de las nuevas formas de trabajo flexible, exige conocer qué tareas y actividades serán llevadas a cabo por las máquinas, y qué actividades quedarán reservadas para las personas, quienes deberán desarrollar las habilidades más genuinamente humanas, tales como el pensamiento creativo, el pensamiento crítico, la colaboración y la comunicación, así se afirma entre las conclusiones del informe Nueva cultura y estilo de liderazgo para un entorno complejo, elaborado por la Fundación Más Humano, con la colaboración de Sagardoy Business & Law School.

Se explica en el informe, que el papel de la tecnología ha sido decisivo para impulsar el cambio en las formas de trabajar, vividas de forma acelerada en los dos últimos años. Pero no se puede caer en el error de pensar que las nuevas formas de trabajo consisten solo en facilitar herramientas tecnológicas para trabajar desde cualquier lugar.

“El trabajo en remoto y la flexibilidad concentran muchos otros elementos y factores como la confianza, el bienestar emocional, o la conciliación. Así lo entienden los profesionales, y así lo deben entender y poner en práctica, con coherencia, las organizaciones que quieran atraer y fidelizar al mejor talento. El nuevo triángulo virtuoso formado por la flexibilidad, autonomía y confianza, como base actitudinal esencial para esta nueva forma de trabajar, se sitúa muy por encima de la tecnología”, indican los especialistas consultados.

La conclusión de estos razonamientos es lógica: “las empresas que manifiesten que el trabajo en remoto no es una opción para sus trabajadores dejarán ver que su intención es volver al pasado, lo que probablemente les prive de perfiles cualificados que no quieren volver a un prehistórico 2019”.

Los resultados de diversos estudios reflejan una creciente demanda de perfiles tecnológicos y cualificados en España (70%), lo que provoca una creciente rotación indeseada que debilita las capacidades de las organizaciones y que se agravan con la presión salarial originada por la tensión inflacionista y la creciente rigidez legislativa del mercado laboral.

Otro punto destacado del informe reconoce que “parece lo contrario de lo que indican los datos de Kingsley Gate Partners -el 55% de los CEO cree que no cuenta en su equipo de dirección con las personas adecuadas para impulsar esa nueva cultura-. Pero leídos al revés indican que la revolución ha comenzado: el 45% de los CEO no niega disponer de personas adecuadas para acometer ese nuevo reto cultural”. La cifra les resulta alentadora a los autores.

Finalmente, se concluye que el nuevo líder necesita ayuda, herramientas y formación en aquellas habilidades fundamentales para desplegar un liderazgo positivo y humano, porque los directivos se enfrentan a la necesidad de lograr el equilibrio entre los resultados (la urgencia) y el bienestar de las personas, teniendo que hacer frente a aspectos relacionados con la salud física y mental de los equipos, y a temas como la flexibilidad, la conciliación, la capacitación tecnológica o la desconexión digital, entre otros.