Una novela que reivindica la figura del inspector de Hacienda

El inspector de Hacienda Pablo Fernández Miser publica nueva novela con la Inspección tributaria como transfondo. En esta ocasión, el protagonista es un ambicioso letrado que experimenta el mundo de las grandes firmas de abogados.

Gonzalo Castro es un joven, ambicioso y brillante abogado que tiene por costumbre leer la página de Normas y Tributos de elEconomista, tal y como deja constancia en las páginas decla segunda novela de Fernández Miser, tras la autobiográfica y divertidísima Cómo me convertí en inspector de Hacienda.

La vida parece perfecta, acaba de terminar un máster en París y tiene ofertas de los despachos más prestigiosos del país. En el plano sentimental, está a punto de casarse con su novia, también triunfadora y ambiciosa, quizás demasiado. Pero a su regreso a España empieza a replantearse algunos aspectos de su vida. En su camino se cruza una inspectora de Hacienda, que le aporta una nueva imagen sobre la sociedad y que le genera una crisis existencial.

Castro ha sido educado para alcanzar el dinero y el poder, pero se replantea si estos objetivos son lo más importante. Así, si bien en la primera novela contaba sus vivencias desde e sus inicios como estudiante, como opositor, técnico de Hacienda e inspector, tratando de orientar a los opositores en esta experiencia vital por quien ahora ejerce de preparador, en esta segunda publicación aborda la feroz competencia de los grandes bufetes multinacionales, así como la realidad que se vive al formar parte de la Agencia Tributaria.

Se trata de una historia muy distinta de la primera, puesto que en este caso tiene un importante peso específico la visión del funcionario de Hacienda sobre el bien común frente a las tentaciones de aprovechar las puertas giratorias para pasarse a una de las grandes firmas, con los beneficios económicos de todo tipo que el trabajar para una gran firma puede suponer frente a la paga de un funcionario.

Este choque de valores hace que el protagosnista se plantee sus relaciones amorosas, laborales y hasta sus metas. En sus divertidas andanzas entreabre la puerta a operaciones con paraísos fiscales, fraude tributario, así como los esfuerzos de la Agencia Tributaria para que cada contribuyente pague de acuerdo con su capacidad económica.