Es preciso prevenir los delitos en el metaverso con leyes que apliquen las experiencias de Internet

El metaverso es el siguiente paso lógico de Internet. Es una evolución desde la era de la información a la del valor de las cosas, con unas plataformas descentralizadas que permiten la realización de negocios limitados a ese entorno o con trascendencia en el mundo real. Así, ya es posible comprar una propiedad en el metaverso, a través de la adquisición del nuevo activo criptográfico de tecnología blockchain, conocido como token no fungible (NFT), que tiene la capacidad de ser único e irrepetible, al tiempo que las inmobiliarias podrán vender propiedades en el mundo real pagadas en monedas fungibles, como el euro.

Cuando tan siquiera se han comenzado a dar los primeros pasos en la constitución de estas plataformas interrelacionadas, ya han iniciado los desencuentros jurídicos, fundamentalmente en el campo de la propiedad intelectual e industrial, pues la doctrina está dividida entre quienes defienden la necesidad de registrar las marcas y las patentes en el metaverso y quienes abogan por que con los actuales registros es más que suficiente, adaptándolo a los nuevos usos en el campo de la tecnología como mucho. Lo mismo ocurre con la protección de datos y la suplantación de personalidades, la tributación o el blanqueo de capitales.

Por el momento, el control sobre el uso las marcas y los signos es fácilmente controlable por los administradores de las plataformas, pero en unos años, tal vez no muchos, con la generalización de este universo virtual, los usos no autorizados se dispararán. No se puede olvidar, que, como ocurre en Internet, las operaciones se realizan más allá de las fronteras de los países, lo que genera una enorme inseguridad jurídica. A este respecto, los expertos coinciden en que al igual que ocurre con la Internet profunda, es más que seguro que se genere un metaverso profundo en el que los delincuentes hagan su agosto. Por ello, todos coinciden que estamos a tiempo de prevenir y de introducir medidas supranacionales para evitar futuros problemas.

Incluso hay preocupación, no solo por los robos de los NFT, lo que tendrá un efecto real sobre sus propietarios legítimos, sino que es de esperar que con las nuevas tecnologías de guantes que permitan adquirir la sensación del tacto, es más que posible que se puedan cometer acciones de acoso, sin pensar en la posibilidad de que las redes de pedófilos puedan encontrar un caldo de cultivo para su actuación, aprovechando las lagunas legales. Es importante que los Estados se planteen en serio esta nueva realidad y comiencen a planificar nuevas reglas jurídicas para permitir que el desarrollo de actuaciones sociales y económicas no se vean amenazadas por los delincuentes. Y, además, es de aplaudir que la Unión Europea se haya puesto al frente del estudio de la legislación que será necesaria y de su producción para armonizar a los Veintisiete, e imponer estándares como se ha hecho con la protección de datos.