Equilibrio patrimonial, económico y financiero para estudiar la solvencia de una empresa

Partimos de la premisa que, desde el punto de vista contable, el patrimonio empresarial siempre está equilibrado: el total del valor del activo debe coincidir con el total del valor del pasivo más el patrimonio neto; todo lo que tiene la empresa ha sido financiado de alguna manera.

Los equilibrios patrimoniales se centran en comparar las masas patrimoniales que forman la estructura financiera y la estructura económica y, más concretamente, en analizar la posición que ocupan los elementos que forman el patrimonio. El equilibrio patrimonial es meramente contable e independiente de la situación de equilibrio o de desequilibrio que la empresa pueda presentar desde un punto de vista económico-financiero.

La empresa debe tener la capacidad de devolver las deudas y los costes financieros que ha contraído mediante los beneficios y los rendimientos económicos que se generen con las inversiones en bienes. Esa es la razón por la que se aconseja que la financiación a largo plazo financie el activo no corriente, ya que la empresa mediante la explotación de su actividad y los frutos obtenidos va a conseguir amortizar regularmente el capital de la deuda y pagar sus intereses.

Las fuentes de financiación a corto plazo deben financiar la explotación propia de la empresa (el pasivo corriente financia el activo corriente) y esta misma debe permitir la devolución íntegra de la deuda más el pago de los intereses en un plazo inferior a un año.

Por otro lado, el equilibrio económico se refiere, principalmente, a la capacidad de crear valor y de generar ingresos suficientes para remunerar a los socios por sus capitales invertidos. No basta con alcanzar cualquier beneficio en la Cuenta de Resultados, sino que es preciso que la parte cuantitativa de esos beneficios sea suficiente para pagar los dividendos a los socios en una cantidad similar a unas retribuciones equivalentes del mercado según el nivel de riesgo asumido, así como para alcanzar unas cuotas de autofinanciación compatibles con las exigencias financieras de la empresa.

El estudio del equilibrio económico puede abordarse desde diferentes perspectivas tales como, las expresadas por D. Ruiz Palomo en La Solvencia Empresarial: 1) El análisis del resultado, de sus componentes y de su variación: se identifican las causas de su crecimiento o las causas de su deterioro y se estudian factores clave como el umbral de rentabilidad o el apalancamiento operativo. 2) El análisis económico de los factores productivos: se estudia la productividad, tanto sus orígenes como sus aplicaciones en la productividad y su influencia sobre el resultado. El análisis del valor añadido generado por la compañía en el mercado. 3) El análisis de rentabilidad: Se estudia desde el prisma del activo y de los capitales propios, además de la influencia de la estructura financiera en el mismo a través del apalancamiento financiero. Se incluye, también, la relación entre la rentabilidad contable y la rentabilidad de mercado; y el análisis de la rentabilidad desde la óptica del socio y la relación entre ésta y el riesgo asumido por él. 4) El análisis de valoración: se trata de establecer el valor objetivo de la empresa; destacan los métodos basados en la valoración de los activos y pasivos y/o del fondo de comercio, y los basados en técnicas de actualización de flujos futuros, ya sean económicos o financieros. Y 5) El análisis económico-bursátil: se divide tradicionalmente en dos tipos: (i) técnico y (ii) fundamental.

Por último, analizamos el equilibrio financiero que se refiere a la capacidad de afrontar los compromisos de pago con puntualidad. Se identifica con las situaciones de solvencia. Normalmente, la doctrina especializada fundamenta el equilibrio financiero, o lo que es lo mismo, la situación de solvencia empresarial mediante la definición de su antítesis, de la insolvencia:

1) “(...) la escala de medición de la solvencia limita en su extremo inferior con una zona de mínimos en la que se sitúa la insolvencia, que se define en términos exclusivamente financieros, como la incapacidad de una entidad para pagar sus deudas”, (así lo interpreta F. Gabás en el escrito Predicción de la Insolvencia Empresarial).

2) “(...) se entiende que una empresa se enfrenta a problemas de viabilidad financiera (insolvencia) cuando en un momento dado de tiempo los activos líquidos de la empresa no son suficientes para hacer frente a los compromisos derivados de sus obligaciones”. (Así lo entiende A.I. Fernández cuando escribió sobre el Endeudamiento y los procesos de resolución del fracaso empresarial)

3) “(...) una empresa deviene en insolvente cuando no puede hacer frente al pago de sus deudas en las correspondientes fechas. Insolvencia significa, pues, cesación de pagos o sobreseimiento en el pago de las obligaciones”. (Tal como explica A.S. Suárez en su libro, Decisiones óptimas de inversión y financiación en la empresa)

Doctrinalmente se define el equilibrio financiero de forma casi coincidente como: la capacidad para afrontar las deudas a sus respectivos vencimientos; o la capacidad de generación de recursos suficientes para atender puntualmente las deudas en el momento preciso y al menor coste posible; o la capacidad de la empresa para satisfacer los gastos y las obligaciones contraídas a sus respectivos vencimientos.

De esta forma, el análisis del equilibrio financiero en la empresa determina las situaciones actuales o las situaciones potenciales de insolvencia empresarial, como condición sine qua non, para garantizar el funcionamiento regular de la compañía. Consecuentemente, los niveles de solvencia de una empresa en funcionamiento están en función de los recursos que genere por su actividad, y no en función del patrimonio que posea (no es necesariamente más solvente una empresa que presenta un nivel mayor de recursos propios). Esta afirmación es lo que diferencia el equilibrio financiero del equilibrio patrimonial.