La futura nueva Ley de ‘Startups’ (II)

La startup es una nueva alternativa empresarial al capitalismo tradicional que residía en la importancia del capital como fuente de riqueza; con la startup nace otro componente esencial en el mercado: la base tecnológica. A lo largo de esta última década se ha ido perfilando el concepto de una empresa de base tecnológica o startup como aquella empresa centrada en la investigación y el desarrollo (I+D) y que prioriza la explotación de un nuevo conocimiento técnico, de manera que podemos llegar a entender que las startups son “una categoría específica de empresas, que operan en sectores de alta tecnología y que muestran un comportamiento abiertamente proclive a la innovación”. Los rasgos comunes de este tipo de entidades se identifican con la innovación, la base tecnológica, la formación de los fundadores y la elaboración de fórmulas alternativas en la financiación de los proyectos.

1.- La innovación. En el mercado competitivo y globalizado en el que nos encontramos, la consolidación de las empresas en los sectores empresariales debe diferenciarse de sus competidores a través de dos vías: la originalidad y la innovación. En esta línea, para que se pueda calificar que una empresa es innovadora debe tener la intención de introducir en el mercado continuas e importantes innovaciones de proceso o de producto. Para llegar a conseguir esa calificación de innovación se requiere unas notas diferenciadoras de otra clase de entidades, tales como la creatividad, el capital humano cualificado y la integración -como nota destacable de su identidad- de la investigación, el desarrollo y la propia innovación (I+D+i). Como consecuencia de la innovación, las empresas se benefician de una ampliación de la variedad de productos y de servicios, del aumento del valor añadido de las empresas innovadoras, de la mejora de la calidad de los productos, entre otros. Estos beneficios no sólo afectan a la propia empresa innovadora, sino también al desarrollo a largo plazo de la economía de un país, lo que nos lleva a la conclusión de que la innovación empresarial es una fuente de crecimiento de las empresas y de las economías nacionales, que debe ser objeto de promoción pública. Además, para hacer frente a estas inversiones, las startups necesitan un apoyo financiero externo o de socio inversor, los denominados Business Angels -grupo de inversores que apuestan por este tipo de compañías-.

2.- La base tecnológica. Las startups son empresas de base tecnológica que permiten llevar a cabo unas actividades de innovación generalmente relacionadas con el sector de las tecnologías, bien en los procesos o en los productos o en los servicios al cliente. Todo este desarrollo precisa de un grupo representativo de capital humano con alta formación, que desarrollan productos de alto valor añadido y con un precio elevado, que garantice la recuperación de las significativas inversiones en el proceso tecnológico.

3.- El tamaño empresarial. Las startups destacan por su pequeño o mediano tamaño porque parten de unas condiciones más favorables para comportarse como empresas innovadoras, por su flexibilidad organizativa y por su mayor asunción de riesgo.

4.- El perfil de los fundadores. Las startups pueden originarse de dos formas:

a) Cuando una persona o un grupo de personas (los fundadores) altamente cualificados y relacionados con el emprendimiento, tienen una idea y a partir de ahí surgen las empresas.

b) Cuando la empresa surge de una organización preexistente denominada spin off. Estas empresas surgen de otras entidades de mayor tamaño, empresas que nacen de otras empresas (spin off empresarial o corporativa), o bien de un centro universitario o de investigación (spin off de investigación o académica).

5.- La independencia. Esta clase de empresas suelen ser independientes, lo que significa que no van a pertenecer a otro grupo empresarial, ni tienden a estar participadas por otras -por encima de un determinado límite-.

6.- La financiación. Todo emprendedor depende de la financiación propia o de la financiación ajena y, en consecuencia, del coste del capital de la empresa. A lo largo de la vida de una startup van participando distintas fuentes de financiación. La financiación propia tiene su coste al limitar las nuevas posibilidades de inversión, mientras que la financiación externa tiene dos extremos: los recursos más baratos a través de las subvenciones y los recursos de mayor coste financiero como es la financiación bancaria.

Una vez que se ha concebido la idea, se calcula el esfuerzo de la inversión y se inicia la búsqueda de las subvenciones o las ayudas del sector público. Paralelamente, en este momento del arranque, entra en juego una representativa línea de financiación de la sociedad como es el Capital Riesgo o Venture Capital, como una fuente de financiación ajena que aporta la mayoría del capital necesario.

Con posterioridad, en el proceso de desarrollo de la idea, empieza a formar parte de estos recursos externos la financiación bancaria. La aparición de una Venture Capital implica la aportación de capital a las startups y a las empresas con alto potencial de crecimiento y unos elevados niveles de riesgo a cambio de un porcentaje en la empresa. Estos fondos de capital riesgo lo que desean es participar en los futuros ingresos de las startups, de modo que entran en las fases iniciales del ciclo de vida. Su modelo de negocio es invertir una cantidad de dinero en varias startups, diversificando los riesgos con la esperanza de que alguna de las empresas alcance una muy alta rentabilidad a través de su venta o su salida a Bolsa. No obstante, existe una diferencia sustancial entre el Venture Capital y los Business Angels. Mientras que el Venture Capital participa directamente en el capital social de la startup siendo socio de la misma (financiación propia), los Business Angels, formados por particulares, invierten un capital (financiación ajena) en proyectos empresariales con altos rendimientos potenciales y a su vez con un riesgo considerable.