Identifican 15 acciones para adaptar las zonas urbanas al cambio climático

El cambio climático podría incrementar la severidad y frecuencia de episodios de calor extremo, inundaciones, sequías e incendios forestales, que ponen en riesgo a las ciudades.

El cambio climático aumentará la gravedad y la frecuencia del calor extremo, las inundaciones, sequías e incendios forestales; los peligros específicos que se abordan en el informe, ya que suponen un riego inminente para las ciudades. Más del 90% de todas las zonas urbanas son costeras por lo que para el 2050, más de 800 millones de residentes urbanos podrían verse afectados por la subida del nivel del mar y las inundaciones costeras. Además, 1.600 millones de personas podrían ser vulnerables al calor extremo crónico (frente a los 200 millones actuales), y 650 millones podrían sufrir escasez de agua.

McKinsey Sustainability, la plataforma de McKinsey & Company dedicada a ayudar a las empresas a mejorar su impacto ambiental, conjuntamente con C40 Cities Climate Leadership, una red de grandes ciudades comprometidas con el cambio climático, entre las que se encuentran algunas grandes ciudades españolas, han elaborado el informe Adaptación focalizada: un enfoque estratégico para la adaptación al clima en las ciudades (Focused Adaptation: a Strategic Approach to Climate Adaptation in Cities), con el objetivo de ayudar a los líderes de las ciudades a establecer prioridades y elegir líneas de actuación frente al riesgo climático. El análisis identifica un conjunto de 15 acciones de alto potencial aplicables a diferentes tipos de ciudades, considerando su potencial de reducción de riesgos, su coste, su viabilidad y la complejidad de implementación.

De las 15 acciones expuestas por el informe, cuatro fomentan la resiliencia sistémica, lo que significa que fortalecen ciudades de todos los perfiles; y las otras 11 son específicas, es decir, se dirigen a riesgos climáticos físicos concretos. El informe describe cómo las ciudades pueden poner en práctica las acciones de adaptación y, para ello, sugiere empezar por definir los peligros más relevantes y entender los riesgos que esos peligros suponen. A partir de ahí, las ciudades pueden llevar a cabo un análisis detallado del impacto de la reducción del riesgo, los costes y la viabilidad de las diferentes acciones.

Dado que las distintas ciudades se enfrentan a riesgos climáticos diferentes y tienen distintos niveles de vulnerabilidad, éstas pueden concentrarse en acciones que aprovechen sus puntos fuertes (en recursos, características físicas y activos, y control jurisdiccional) y ofrezcan un alto rendimiento en la reducción de riesgos.