A propósito de la brecha digital de género

La brecha digital puede ser considerada como la disparidad existente entre individuos, hogares, empresas y áreas geográficas de diferentes niveles socio-económicos en relación, tanto a las oportunidades de acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, como al uso de éstas para una amplia variedad de actividades. Son capacidades para adquirir destrezas prácticas en TIC, necesarias para el trabajo y la vida cotidiana. Hoy en día, la brecha digital está relacionada con la brecha del conocimiento y, más específicamente, con las “habilidades digitales” ​necesarias para vivir y trabajar en sociedades caracterizadas por la importancia creciente de la información y el conocimiento, y ello puede ser la consecuencia de la disparidad de acceso de los hombres y de las mujeres al ámbito de la informática y de internet. Asimismo, la brecha digital de género hace referencia a la discriminación que con carácter habitual, sufre la mujer con respecto al hombre en el acceso a la información, a la educación y al conocimiento de las TIC, y con ello se hace referencia a las desigualdades existentes entre hombres y mujeres en el terreno de las nuevas tecnologías e Internet, que tienen diferentes manifestaciones, y que, tal como ha quedado indicado anteriormente, van desde el acceso, pasando por la intensidad del uso, hasta el tipo de uso que se les da, sin olvidar, lógicamente, los factores económicos y socio-culturales que las rodean, y que provocan una más que evidente discriminación entre mujeres y hombres. En este sentido, debe tenerse presente, que nunca tantas personas habían accedido a las innovaciones tecnológicas (teléfono móvil, pero también Internet) en tan poco tiempo, pero todavía es una sociedad de barreras y oportunidades, donde no sólo se crean nuevas brechas entre colectivos sociales, sino que se mantienen las anteriores, aunque articuladas de forma diferente. Aparentemente todos mejoran su vida por el uso de Internet y el móvil, pero las diferencias entre los incluidos y los excluidos son cada vez mayores, y esto es especialmente importante en el caso de las mujeres.

La brecha digital de género se podría dividir en tres tipologías distintas:

a). La primera brecha digital de género aparece en el acceso a la tecnología, y tiene un carácter eminentemente cuantitativo. La primera brecha digital de género comenzó en la década de 1990, cuando las TIC empezaban a ganar terreno en la vida cotidiana y los aspectos económicos, educativos, y sociales repercutían directamente en la dificultad de acceso a las TIC de las mujeres.

b). La segunda brecha digital de género hace referencia, a la utilización que se hace de ella y marca el grado de incorporación efectiva a la misma, la cual tiene un mayor alcance y, es principalmente de carácter cualitativo. Desde principios de siglo y con la llegada de internet, la segunda brecha digital de género aparece como un obstáculo, que impide que las mujeres puedan recibir la formación adecuada para conseguir las habilidades digitales que se requieren día a día, tales como: navegar por internet o realizar compras online. Según las estadísticas, la igualdad en el acceso a las TIC de hombres y mujeres se está alcanzando en las franjas de edad de entre 16 y 24 años, pero con la edad, la brecha se hace cada vez mayor.

c). La tercera brecha digital de género, se encuentra circunscrita principalmente al uso de los servicios TIC más avanzados. Muchos estudios indican que hoy estamos ante la tercera brecha digital de género, muy potenciada por los roles de género y los estereotipos de la sociedad patriarcal Esta tipología se centra, concretamente, en las diferencias entre trabajadores y trabajadoras en los sectores de las TIC y las tecnologías, ya que en la actualidad, solo un 13% del personal profesional de estos sectores son mujeres. Además, con independencia de ello, debe tenerse muy presente, que la mayoría de las mujeres carece de habilidades informáticas y navegadoras elementales, que les permitirían conectarse a internet de manera autónoma y sin la asistencia por parte de personas de su entorno, generando con ello un importante grado de incomunicación, -la cual es especialmente relevante en el ámbito de la familia-, aislamiento y dependencia, lo que en algunos casos genera actitudes de rechazo y resistencia , así como incluso una cierta tecnofobia, lo que lleva consigo la exigencia consistente en la necesidad de proceder a habilitar espacios, donde se permita a las mujeres la adquisición de habilidades informáticas, y al mismo tiempo, de navegación en la Red.

Consecuentemente con ello, y como soluciones a dicha situación, se ha propuesto generalmente la adopción de una serie de medidas:

a). Proceder a eliminar de raíz los roles de género y los estereotipos que provocan que, desde bien pequeñas, las niñas pierdan interés en asuntos relacionados con la tecnología por ser “varoniles”.

b). Realizar acciones concretas por parte de los gobiernos para que las TIC, internet y las nuevas tecnologías lleguen a los máximos hogares del mundo posibles.

c). Potenciar la alfabetización digital en aquellos lugares en los que las mujeres están alejadas de las TIC.

d). Crear una conciencia social y colaborativa, empezando por realizar donaciones de equipos, quizás obsoletos en países desarrollados, pero muy necesarios en países en vías de desarrollo.

e). Y finalmente, visibilizar el papel de la mujer en las TIC y en cargos públicos y altos cargos.

Todo ello contribuirá, sin lugar a duda, a fomentar una posición más igualitaria entre mujeres y hombres, haciendo que dicha brecha de género, consecuencia de una falta de desarrollo económico, cultural y social, se vaya mitigando, mediante la implementación de estas y otras medidas, encaminadas todas ellas a hacer desaparecer esta desigualdad, la cual, obviamente, no tiene cabida en el Siglo XXI.