La brecha digital se amplía con la crisis del Covid-19

El coronavirus ha venido a acentuar aún más la brecha digital mundial que existe entre la población conectada y desconectada, lo que convierte en objetivo prioritario combatirla

La falta de acceso a Internet puede provocar sentimientos de aislamiento, inferioridad o soledad: el 46% de los consultados sin acceso a Internet, en el estudio de la consultora Capgemini The Great Digital Divide: Why bringing the digitally excluded online should be a global priority, afirma que se sentirían más conectados a los amigos y familiares si tuvieran acceso a la red. Solo el 19% de las personas desconectadas en situación de pobreza responde haber solicitado algún tipo de ayuda pública en los últimos doce meses por su nivel de ingresos, edad, discapacidad u otros factores. Según el informe, esto podría ser problemático dado el creciente desarrollo de los trámites públicos por la vía electrónica y la prevalencia cada vez mayor de los servicios públicos por medios telemáticos.

El estudio pone de manifiesto que, incluso antes de la pandemia, el 69% de las personas sin acceso a Internet vivía en la pobreza y que el 48% de la población desconectada deseaba acceso a Internet, cifras que seguramente habrán crecido como consecuencia de la situación mundial de los últimos meses.

La desconexión digital conduce a la exclusión social e impide el acceso a servicios públicos. El 34% manifiesta interés por el uso de Internet para solicitar prestaciones públicas como vivienda, alimentos y asistencia sanitaria. La brecha digital no tiene que ver solo con el acceso, sino que se trata también de desigualdad en las oportunidades de mejorar las competencias y de aprender. Con la mejora de sus competencias digitales, responden los encuestados, podrían formarse mejor y encontrar un trabajo mejor remunerado (35%), ofrecer a sus hijos más oportunidades (34%), llegar bien a fin de mes (33%) y obtener prestaciones públicas a las que ahora no acceden (32%).

La dificultad de buscar trabajo en Internet y la falta de acceso a recursos electrónicos de formación y aprendizaje pueden ser un obstáculo para la movilidad laboral de la población desconectada, mientras que la falta de desarrollo de competencias digitales puede acabar con la posibilidad de promoción. El 44% de los encuestados cree que podrían encontrar trabajos mejor remunerados y obtener formación si tuvieran acceso a Internet. El 29% de los encuestados desearía poder buscar y solicitar puestos de trabajo por Internet; esta cifra sube hasta el 41% para el grupo de edad entre 22 y 36 años.

El informe subraya también que, incluso sin la situación de pandemia, en la brecha digital confluyen factores de edad, renta y experiencia: cerca del 40% de las personas desconectadas consultadas que viven en situación de pobreza no ha utilizado nunca Internet por su coste, y el grupo de edad con la mayor proporción de personas sin conexión es el de edades comprendidas entre 18 y 36 años (43%). La complejidad de uso de Internet (36%) y una aparente “falta de interés” por el “miedo al uso” (38%) son también causas citadas por algunos segmentos de la población desconectada. Todo esto significa que hay personas que no pueden acceder a servicios públicos, como, por ejemplo, la información sanitaria crítica, que cada vez más administraciones públicas la proporcionan casi exclusivamente por medios digitales.

El Covid-19 ha impuesto un cambio en la forma en que la gente vive, trabaja y se relaciona; a medida que crece el desempleo y las personas quedan aisladas de sus comunidades, tener un nivel básico de inclusión digital se ha convertido en algo universalmente imprescindible. Realizado justo antes del brote de la pandemia, las conclusiones del estudio se vuelven más pertinentes aún en el contexto actual, pues la dependencia cada vez mayor de los servicios digitales agrava una situación que ya era preocupante para la población desconectada.

El estudio de Capgemini señala que la responsabilidad de la inclusión digital y el acceso a Internet no puede recaer solo en una parte. Las organizaciones privadas deben reflexionar sobre su papel en el mundo actual. Cada vez más comprometidas-con todos sus públicos de interés, como empleados, clientes, comunidades-, las empresas han de buscar, con mayor amplitud de miras, la forma de beneficiar a la sociedad a largo plazo mediante la incorporación de la inclusión digital y la igualdad en sus estrategias empresariales. Por su parte, los Gobiernos y el sector público deben desempeñar una función principal en la ampliación del acceso y la disponibilidad de Internet, especialmente para las comunidades marginadas.