Cultura corporativa para afrontar la crisis económica tras la pandemia del Covid-19

Muchos son los miedos que afectan al tejido empresarial, no solo en España, sino en todo el mundo, como consecuencia de la pandemia producida por el Covid-19, porque aunque no es la primera sufrida por la humanidad, jamás había alcanzado unas dimensiones globales y había afectado con tanta virulencia a todos los sistemas económicos. Las incógnitas a despejar son muchas, pero ya se atisban las tendencias nacionales y entre países de sobredimensionar las diferencias económicas y sociales como una de las consecuencias de la crisis económica y social post-Covid.

Y es un escenario de futuro a corto plazo, que viene a corroborar los miedos de quienes desde hace años vienen apostando por la responsabilidad social de las empresas, por la gobernanza, la transparencia y la sostenibilidad. Se han terminado muchas de las tesis teóricas que se han venido elaborando a lo largo de los últimos años para comprobar las acciones que valen y las que no. La Agenda 2003 y los objetivos de desarrollo sostenible, impulsados por la ONU y muchos países, es ahora una de las grandes hojas de ruta para la humanidad. Evitando los dogmatismos, que no llevan a buen puerto.

En este ejemplar de Buen Gobierno, Iuris & Lex y RSC hablamos de numerosos esfuerzos para evitar muchos de los miedos que atosigan a las empresas y a las sociedades en general, después de un periodo traumático para el que no existía ningún manual. No obstante, el desarrollo de las nuevas tecnologías, de las redes, ha servido para que muchas empresas y profesionales en buena parte del mundo hayan podido salir adelante gracias al teletrabajo y al comercio online. Pero no todo es de color de rosa, hay fantasmas que rondan la sombra de la crisis, que producen incertidumbre y que habrá que superar.

Ante este panorama, resulta muy alentador analizar un informe como el elaborado por los Institutos de Auditores Internos Europeos, en el que se muestran los principales riesgos ante los que hay que prepararse a marchas forzadas. Temas como la ciberseguridad, el cumplimiento normativo o la digitalización son las principales bases para que las empresas puedan competir en los mercados a partir de ahora. Muchos de ellos se derivan de las nuevas reglas legislativas impuestas por los Gobiernos y las organizaciones internacionales, para acabar con el fraude, la opacidad, y a competencia desleal.

Hoy más que nunca, la cultura corporativa, comprometida con las personas físicas y jurídicas interesadas se convierte en un pasaporte indispensable para lograr que los inversores se interesen por las sociedades. Así, lo demuestra el informe del EY que concluye que un 91% de los inversores institucionales analiza ya las acciones -ESG- (medioambientales, sociales y de gobernanza) antes de confiar su dinero a los gestores sociales. En estos tiempos, un respiro para todos.