Otra sequía con las mismas obras de siempre sin hacer

Vuelven las restricciones sin que la CHG haya puesto en servicio obras pendientes desde hace décadas. Hay un clamor en el campo para que se hagan infraestructuras.

Los agricultores de la comarca jienense de Segura se asoman aún incrédulos a la lámina de la presa de Siles, inaugurada en octubre de 2015, después de 23 años de trámites administrativos y obras. Seis años y medio después de que se llenase el embalse -con capacidad para 30 hectómetros cúbicos y que podría dar agua a más de 3.500 hectáreas-, aún no han podido aprovechar ni un litro para regar. Hicieron el embalse, pero no las conducciones. Y sus olivas tienen sed. No se trata ni mucho menos de un caso aislado. Hay muchos ejemplos de obras hidráulicas pendientes desde hace décadas sin hacer, que se han quedado a medias o, peor aún, que estando hechas no se han puesto en servicio. En la espera ha llegado otra sequía, y los deberes no estaban hechos. Vuelven las restricciones de riego (la cifra que se baraja a día de hoy es de la sexta parte de la dotación concedida a los regantes) y la ruina de miles de agricultores.

A 155 kilómetros al sureste de Siles, muy cerca de la ciudad de Jaén, está la balsa del Cadimo. Ahí pueden almacenarse hasta 20 hectómetros cúbicos bombeados desde el Guadalbullón. Lleva acabada desde 2018. Y los agricultores de las 15.000 hectáreas más cercanas podrían estar regando. Pero aún no se han estrenado. Tampoco hay tuberías. Y más al sur está la presa de Rules. Es el caso más sangrante en Andalucía. Se habla de ella desde los años 50. La obra acabó en 2003. Hasta 2007 no comenzó a almacenar agua. A día de hoy, no tiene conducciones para regar. Y hay 6.000 hectáreas esperando.

A la pregunta directa de si la sequía ha vuelto a coger a Andalucía sin los deberes hechos, Pedro Parias, secretario general de Feragua, la mayor federación de regantes de la región, responde con un segundo de silencio y una afirmación tajante. “Es cierto que nos ha vuelto a coger el toro”.

Parias señala que la situación no es nueva, pues “ya ocurrió en los años 80, en el 96, y en 2015”. Ante un problema cierto, pues la sequía es cíclica y siempre vuelve, las soluciones llegan tarde. Otra vez. Siles, el Cadimo o Rules ya estaban en la agenda política y en las tareas pendientes de la CHG en los años 90 como soluciones en sus respectivas comarcas. Son cientos de millones de euros invertidos, y hasta ahora improductivos. Si se suma cuánta riqueza se ha dejado de generar, las cantidades serían mareantes.

Joaquín Páez, presidente de la Confederación Hidrográfica, ha explicado quen en los próximos seis años se van a invertir 3.272 millones de euros en la demarcación del Guadalquivir en nuevas infraestructuras. Además, el PERTE de transformación digital prevé destinar 500 millones a la digitalización de las redes de abastecimiento de agua, lo que podría suponer un ahorro del 20 por ciento.

Mientras, las mejoras en las infraestructuras llegan con cuentagotas, y con demoras de años. El BOE recogía hace unos días la licitación de las obras para eliminar la colmatación de lodos del embalse de Cordobilla, en Puente Genil, para las que la CHG ha contemplado un presupuesto de casi 3,6 millones de euros. El objeto es dotar de garantía la funcionalidad de los usos afectados por el aterramiento del embalse -el bombeo de la zona regable del Genil-Cabra, cuya ampliación está prevista desde 1974, y la central hidroeléctrica de Endesa-, redirigiendo el caudal del río Genil por su margen derecha a través de un canal excavado en el sedimento, con un diseño y posterior mantenimiento que eviten que el nuevo cauce se vuelva a aterrar. Una obra que ha estado abandonada diez años.

Y cuando hay avances, tampoco son los que el sector agrario considera más necesarios. Ocurre con el trasvase del Iznájar - Antequera, actualmente en fase de licitación de proyectos por parte de la Junta. Cooperativa Agro-alimentarias de Andalucía considera que hay otras obras mucho más necesarias para avanzar.

Riego con aguas subterráneas

La actualidad política y la sequía que aprieta han vuelto a poner de actualidad las entre 1.600 y 1.900 hectáreas freseras de la corona Norte de Doñana. Campos de cultivo e invernaderos a 30 kilómetros del Parque Nacional que ahora se riegan con aguas subterráneas, algo que ha ocasionado multas a España por el riesgo que suponen para uno de los mayores santuarios naturales de Europa. Y la solución, que está sobre la mesa desde hace veinte años, está en la presa de Alcolea, que permitiría trasvasar 19,99 hectómetros cúbicos de agua del Tinto, Odiel y Piedras a la cuenca del Guadalquivir, y regar la corona con agua superficial sin afectar a los acuíferos. La obra llegó a comenzarse, pero se paralizó hace cuatro años al 30% de ejecución por desacuerdos y modificados planteados por la adjudicataria, con serias dudas además de si el agua tendría calidad suficiente como para regar.

Además de la presa, serían necesarios para llevar el agua a la corona el túnel de San Silvestre y el canal de Trigueros, aprobados en el Congreso de los Diputados en 2018. De momento, solo se ha avanzado con una declaración de impacto ambiental.

En la cuenca del Guadalquivir, la única obra de regulación que se prevé ejecutar durante el período de desarrollo del nuevo Plan Hidrológico de la CHG es la del Recrecimiento del Agrio, con 50 millones. Permitirá pasar de una capacidad de almacenamiento de 21 a 40 hectómetros cúbicos, lo que significa un incremento en la capacidad de regulación de 8 hectómetros cúbicos, según datos de Feragua.

No hay motivos para el optimismo entre los regantes. “El documento de planificación de la Cuenca cifra su déficit en 300 hectómetros cúbicos, pero tan solo contempla obras en su plan de inversiones que servirán para aumentar la capacidad de regulación en unos escasos 8 hectómetros cúbicos. Es decir, que si efectivamente se ejecuta el Plan, al cabo de cuatro años, lo que le habríamos restado al déficit de la Cuenca es menos de un 3%. 8 hectómetros cúbicos en cuatro años son 2 hectómetros cúbicos al año. A este ritmo de inversión en obras de regulación harían falta 150 años para compensar el déficit hidrológico del Guadalquivir”, dicen en Feragua.

En el campo de Gibraltar, otra comarca donde las necesidades económicas y sociales admiten pocas esperas, llevan años pendientes de la presa de Gibralmedina. También daría agua a la potente agricultura de cultivos tropicales y a la industria turística de la Costa del Sol. El Gobierno andaluz está redactando el proyecto y se demanda al Estado que lo incluya como parte de las actuaciones prioritarias en el horizonte de 2027.

Obras hidráulicas prioritarias

Pero la lista de espera de obras hidráulicas prioritarias, pero que no se hacen, es extensa. La conducción entre Tabernas y la Venta del Pobre, las desaladoras de Carboneras, Bajo Almanzora y Campo de Dalías, en la provincia almeriense, las desaladoras de La Axarquía y la ampliación y reforma de la existente en Marbella (Málaga), la presa de San Calixto y Cerrada de la Puerta (Jaén), contempladas en el Plan Hidrológico sólo a efectos administrativos y sin obras, la modernización de las zonas regables pendientes del. Rumblar, Cacín, Vegas de Granada, Vegas media y alta de Jaén, Guadalmena o Marismas del Guadalquivir, que han sido olvidadas hasta ahora.

Desde Feragua consideran poco probable que con las actuales directrices del Ministerio para la Transición Ecológica vaya a haber ampliación de zonas regables. Así que considera imprescindible la modernización de los sistemas actuales, y la implicación de los regantes en la financiación de infraestructuras pendientes, como canalizaciones. “Es mejor que quedarse esperando”, indica Parias a la vista de la experiencia con las eternas esperas de embalses y canalizaciones.

Con la vista puesta en el próximo Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (Perte), en el marco de los fondos Next Generation de la Unión Europea, dotado de un presupuesto de 3.000 millones hasta 2026 para la transformación digital de los servicios y la gestión de agua, incluyendo abastecimiento, industria y regadío, Feragua ha comenzado a pedir a sus comunidades proyectos para que sean tenidos en cuenta.

Desde las asociaciones agrarias y entidades representativas del campo, como Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, la reivindicación de más inversión en estas infraestructuras es constante. Es un clamor. El presidente del gigante aceitero Dcoop, Antonio Luque, aprovecha cada ocasión en la que toma la palabra en un acto público para reivindicar el agua. “Con agua, en Andalucía no habría paro”, dice de forma recurrente.

Mientras, y al hilo de la actualidad sobre la España Vaciada, crece el debate sobre despoblamiento. Pero los proyectos de obras hidráulicas que ya se consideraban vitales hace veinte años para generar riqueza y fijar población siguen acumulando trienios. Ha llegado otra sequía, y los deberes sin hacer.