La franquicia de barberías que nació en el barrio más pobre de España

José Manuel Nogueras comenzó pelando a chavales del barrio de las 3.000 de Sevilla de casa en casa, y ahora dirige una academia y da su marca a siete franquiciados, con planes de expansión nacional. Ha generado 16 empleos directos y beca a jóvenes en exclusión para que se formen en su centro

José Manuel Nogueras, de 30 años, explica que su modelo de negocio está en transformación, y que ha emprendido un rebranding para sus franquiciados basado en un NFT creado para cada uno de ellos, con blockchain y la posibilidad de pagar en los establecimientos bajo su marca, Mogan’s Barber Shop, con criptomonedas. Lenguaje de joven empresario. Pero José Manuel no encaja en el perfil habitual. Él viene de las 3.000 de Sevilla. El barrio más pobre de España. Con su marca hay ya siete barberías en la capital hispalense y apunta a Valencia, Madrid y Barcelona.

Hace 15 años que Nogueras se atrevió con su primer pelado. Los amigos esteban en casa de uno de ellos que tenía una maquinilla, y la cogió. Le cortó el pelo, y salió bien. Luego fueron pasando los demás. Al día siguiente, cuando fue al instituto, ya lo estaban esperando otros chavales. Durante meses fue de casa en casa en su bicicleta atendiendo a vecinos y conocidos. Acabó la ESO, y con mucho esfuerzo sus padres lo pudieron apuntar a una academia. Al poco el profesor llamó a su madre y le dijo que él valía, que no se perdiera. Y siguió dos años más por el barrio, de casa en casa.

Sus primeros 3.000 euros los invirtió en irse a Valencia, “a buscarme la vida”, recuerda. Consiguió una prueba en la peluquería, pero no tenía modelo ni conocía a nadie para pedirle el favor. Bajó a la calle y con labia consiguió que un señor se pusiera en sus manos. Se ganó su primer contrato. “Con el dinerillo que conseguí me fui a México y a la República Dominicana. A aprender. Allí trabajan con pocos medios y mucho ingenio. Un barbero no tiene cuatro máquinas, sino que lo hace todo con una, y lo hace rápido”, explica. Al volver a Sevilla en 2013 abrió su propio negocio. Contó con el apoyo de Andalucía Emprende, entidad de la Junta para fomentar el emprendimiento. Él ya tenía claro lo que quería. “Establecimientos de lujo, cortes de pelo rápidos, con profesionalidad y técnicas bien aprendidas en mis viajes. 15 minutos por cliente. Así puedo ofrecer un precio de seis euros por corte”, resume.

Su primera barbería en La Olivilla, en la zona del Polígono Norte de Sevilla, fue como un tiro. “Ganaba dinero, y podía haberme comprado un coche, o un piso. Pero puse otra barbería. Y con lo que gané otra más”. Y luego llegó la Academia. Allí formaba a jóvenes, muchos de los cuales acabaron siendo sus empleados.

“El Covid me jodió bien”, relata. Siguió pagando a sus empleados, pero las deudas crecían. En los meses de confinamiento se lo replanteó todo. Franquició su marca. Y sus empleados, gente del barrio, pasaron a ser franquiciados, que siguieron abriendo locales. “Hemos crecido con trabajo duro, a matarnos, pero crezco rodeado de gente como yo. Unidos somos más fuertes”, asegura. Son chavales de entre 20 y 25 años, que sonríen orgullosos cuando hablan de “su propia empresa”. Él les prestó el dinero, que ahora le van devolviendo “poco a poco”. Y fue pagando deudas de la pandemia.

El último franquiciado, Cristian Pérez Carbajal, de 24 años, no es barbero. Es inversor. Con título de Contabilidad y Finanzas de la Universidad de Sevilla. Cliente de la barbería de San Jerónimo. “Vi un negocio en auge, con buenos números, con profesionales muy reconocidos y que son auténticas estrellas en su barrio”. Y él, que procede de La Bachillera del Polígono Norte, sabe bien lo que es tener buen nombre en la calle. Abre su Mogan’s Barber Shop en la calle don Fadrique, junto al Parlamento de Andalucía, con 70.000 euros. Ahorros de sus negocios con criptomonedas y de la empresa familiar de toldos que regenta junto a su hermano. La academia y los establecimientos bajo la marca Mogan’s Barber Shop generan 16 empleos directos.