La plantilla de Abeongoa, inquieta ante la llegada del fondo TerraMar

Los trabajadores de la multinacional temen por la continuidad de sus empleos y piden el respaldo de la Junta de Andalucía. Los accionistas minoritarios de la compañía tampoco aprueban la operación de inyección de 200 millones de euros por parte del inversor americano

La plantilla de Abengoa en Andalucía, que a principios de mes inició una campaña de movilizaciones para defender sus puestos de trabajo ante la incierta situación que atraviesa la multinacional, ha recibido con preocupación el anuncio de inyección de 200 millones de euros por parte del americano de inversión TerraMar para su rescate.

“A nosotros nos preocupa bastante, está catalogado por muchas de las partes como fondo buitre y el miedo que tenemos es que ahora esto se salve, pero dentro de un corto o medio plazo la empresa se despiece, se venda y nos quedemos sin nuestros puestos de trabajo”, comenta a elEconomista Andalucía Laura Rodríguez, representante del Comité de Empresa de Abengoa Energía.

El único fin de la plantilla es conservar sus empleos y el principal temor es que esta inversión no sea una solución definitiva sino un arreglo temporal. “Esto es pan para hoy y hambre para mañana, ese es nuestro miedo, lo vemos con recelo. No sabemos cuál es el acuerdo no vinculante del que habla la empresa, ni conocemos cuál es la letra pequeña, tampoco nos han explicado cómo quedaría la compañía, lamenta la portavoz de los empleados.

Más de 2.500 trabajadores componen la plantilla de Abengoa en Andalucía, puestos de trabajo que quedan en situación incierta en las distintas operaciones que está llevando a cabo la compañía para lograr su rescate. “No nos han explicado nada, simplemente hemos recibido un mensaje del presidencia llamando a la tranquilidad, pero no ha sido nada tranquilizador”, comenta Rodríguez.

Las concentraciones comenzaron a principios de mes en la sede de Agengoa en Palmas Altas (Sevilla), pero después se trasladaron hasta el Ayuntamiento de la ciudad, donde el alcalde, Juan Espadas, les mostró su apoyo y también al Palacio de San Telmo, para reivindicar el respaldo del Gobierno andaluz. “A nosotros nos interesa que la Junta también se ponga de nuestro lado, para ver si entre todos conseguimos ablandar los corazones para salvar el empleo de toda la plantilla”.

Los trabajadores no se rinden y aunque las pancartas de Abengoa Solución quedarán aparcadas hasta conocer las explicaciones pertinentes por parte de la dirección de la compañía, la plantilla asegura que seguirá adelante para defender todos los puestos de trabajo que están en riesgo.

Abengoa, que acumula una deuda de unos 6.000 millones de euros, presentaba a mediados de este mes un plan de reestructuración para tratar de aliviar su complicada situación financiera que albergaba entre otras medidas la solicitud de rescate a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) y la inyección de 200 millones de euros por parte del fondo TerraMar, que entraría en su capital con una aportación de 50 millones de euros y un préstamo de 150 millones de euros.

Como los trabajadores, los accionistas críticos de la compañía, que controlan el 17% de su capital, tampoco se fían de la operación de TerraMar. Así, advierten que este fondo buitre acabaría controlando el 70% de Abenewco 1, donde se depositaron los activos más importantes de Abengoa.

Mientras la compañía tratar de garantizar su situación financiera, el Ayuntamiento de Sevilla insta a la Junta de Andalucía a que reaccione y los trabajadores esperan una explicación certera y una solución definitiva que evite el cierre de una de las empresas más importantes de la región y el despido de más de 2.000 profesionales.

“Somos un oasis de empresa en un desierto ya que en no existen ni en Andalucía ni en Sevilla este tipo de compañías tecnológicas. La situación es muy crítica si se la deja caer, se perderá mucho empleo cualificado de difícil reubicación en el tejido empresarial andaluz”, comentaba Francisco García, presidente del comité de empresa de Abenwco, durante la última manifestación. Unos trabajadores que se quieren hacer oír en medio de un conflicto empresarial y financiero, que ya ha trascendido también al ámbito político.