La Escuela de Oficios de Samu recupera las profesiones perdidas
La entidad forma principalmente a jóvenes en riesgo de exclusión social en puestos de trabajo de alta empleabilidad como construcción, mantenimiento, jardinería, hostelería o pintura. Más de 700 alumnos han recibido formación en su primer año de funcionamiento.
Recuperar las profesiones tradicionales, que tienen una alta demanda y para las que cada vez existen menos expertos, y favorecer la entrada al mercado laboral de jóvenes en riesgo de exclusión social es el principal objetivo de la Escuela de Oficios de Samu. Una iniciativa que la empresa de emergencia sanitaria puso en marcha hace un año y que ha logrado formar a unos 700 alumnos a pesar incluso de las dificultades que ha supuesto la pandemia.
“Nos hemos propuesto y hemos conseguido abrir una escuela donde no haga falta tener ni un solo papel para poder entrar, una persona que no haya estudiado absolutamente nada puede formarse en profesiones como albañilería, fontanería, electricidad, pinche de cocina, mozo de almacén, mantenimiento de edificios o jardinería, entre otras”, comenta a elEconomista Andalucía Carlos González de Escalada, director general de Samu.
Un proyecto en el que también colabora económicamente La Caixa y que pretende crear buenos profesionales para oficios que están en riesgo de desaparecer y que cuentan con una alta demanda. “Durante años hemos tenido una masa social de pirámide invertida donde se primaba que hubiera muchos universitarios y nos olvidamos de la Formación Profesional y de los oficios. Ahora tenemos legión de universitarios en paro y escasez de profesionales en algunas ramas. Faltan electrónicos, armeros, orfebres, ebanistas, herreros, soldadores... todo eso se ha ido perdiendo”, señala el director.
Los cursos duran entre seis y ocho semanas y los alumnos realizan después un periodo de prácticas en empresa para facilitar su inclusión en el mercado laboral. El precio de estos talleres ronda los 200 euros mensuales, aunque los jóvenes en riesgo de exclusión están subvencionados y no pagan nada. “Los alumnos reciben una formación integral, a algunos chicos hay que explicarles cosas tan básicas como el respeto a la empresa y al jefe, la puntualidad o el rendimiento en el puesto de trabajo”, indica González de Escalada.
La iniciativa ha tenido notable éxito y cuenta con el respaldo de las administraciones públicas. La sede de la Escuela está ubicada en Gelves (Sevilla) pero tienen proyectos también en Madrid, en Cádiz y en Canarias y además estudian también implantarse en Barcelona.
“Esto ha sido una revolución, es un proyecto muy necesario, porque trabajo realmente hay, pero a veces faltan profesionales. El que sea bueno en su oficio puede tener un rendimiento económico mayor que un titulado universitario”, subraya el director.
Un proyecto de la obra social de Samu que se suma al resto de iniciativas que desarrolla la compañía en sus tres ramas de actuación: emergencias sanitarias, bienestar social y educación, donde se ubica esta nueva Escuela de Oficios.
La compañía, que en 1.981 trajo la primera UVI móvil a España, cumple 40 años al servicio de la ciudadanía, atendiendo emergencias sanitarias a través de sus ambulancias, pero también con centros de salud mental, bienestar emocional y relacionados con la neurociencia. En el ámbito de los servicios sociales aofrece asistencia a personas con discapacidad intelectual o daño cerebral adquirido, menores en riesgo de exclusión y mujeres víctimas de violencia machista. Además, en la rama de educación cuenta con la Escuela Samu que forma a profesionales en ciencias de la salud.
Un 40 aniversario marcado por un largo año de pandemia en el que la actividad de Samu se ha multiplicado. “En la parte sanitaria no hemos parado de hacer cosas, hemos medicalizado hoteles, en Madrid estuvimos muy involucrados en la primera ola con los traslados desde las residencias. También hemos intervenido en el extranjero en países como Honduras o El Salvador. No hemos parado ni un minuto”, explica el director.
Un aumento de la actividad que ha estado acompañado por un incremento en el volumen de negocio. La empresa va a cerrar el año de facturación con unos 40 millones de euros, lo que supone un 8% más que en 2019. También ha aumentado la plantilla, que roza ya los 2.000 trabajadores.
Para los retos de futuro, Samu mira al exterior con la intención de reforzar la internacionalización. La compañía cuenta con una sede en Washington que pretende reforzar y está estrechando colaboraciones para tener presencia también en Singapur. La transformación digital y la investigación científica completan las metas de esta empresa.