Agricultores esenciales, pero con muchos retos

Se fue 2020, un año para olvidar, también para el campo, e iniciamos 2021 con la irrupción de la controvertida Filomena, una borrasca que nos ha traído, por fin, agua al sediento campo andaluz y que ha venido de perlas a los cultivos de invierno y a la tierra de cara a la primavera, a pesar del frío y las heladas. Pero el campo aguanta bien los inviernos y, como se ha visto, también la pandemia, aunque el Covid ha tenido consecuencias negativas en los sectores más dependientes del canal Horeca, como el porcino ibérico y otras carnes, así como para la flor cortada. 2020 también ha sido un año malo por la sequía -con los embalses al 40%-, los precios inasumibles -con una diferencia entre origen y destino que ha llegado a superar el 1.000% en la patata, la lechuga o el ajo, por ejemplo-, la espiral alcista de los costes (+31,6% en última década), la bajada de la renta agraria andaluza un 10,6% -en los últimos dos años-, la competencia desleal de las importaciones y por la invasión de los fondos de inversión. Lo único bueno que nos ha dejado es que ha puesto de manifiesto que el sector agrario es estratégico. Los hombres y mujeres del campo producimos alimentos sanos y de calidad cumpliendo con una importante función social.

A pesar de ser un sector esencial, el campo se enfrenta a importantes retos en 2021, que se inicia con la decepción por la reforma de la Ley de Cadena Alimentaria, que se ha quedado corta, y con los malos presagios sobre la nueva PAC, que se empieza a presentar contraria al modelo social y profesional de agricultura, que es el que impera en Andalucía, el que genera riqueza, crea empleo, es sostenible y fija población.

Todo hace indicar que se busca desmantelar nuestro sistema productivo con un proceso de reconversión sin precedentes. Y es que los fondos de inversión han puesto sus miras en la alimentación, fulminando las pequeñas explotaciones y acaparando los bienes públicos: tierra, agua y ayudas públicas. Esto Andalucía no se lo puede permitir. Si 2020 ha sido el año del reconocimiento social del carácter esencial de la actividad agraria, 2021 debe ser el de la rentabilidad para el modelo social y profesional de agricultura. Y desde COAG Andalucía trabajamos incansablemente para que así sea