Optimismo innovador

En medio de esta nueva ola de Covid-19 que mina nuestra paciencia y nuestros ánimos, defiendo un soplo de optimismo basado en innovación. Los últimos datos publicados por el INE en noviembre revelan un aumento del esfuerzo en innovación en el fatídico 2020, el año de la pandemia. Ya lo proclamamos en marzo de 2020 y nos reafirmamos ahora: la innovación es la mejor arma frente a cualquier revés inesperado. Por un lado, la I+D+i ha permitido conseguir vacunas, tests diagnósticos y tratamientos en tiempo récord y, por otro, ha ayudado a las empresas adaptarse a un nuevo entorno y a encontrar nuevos caminos para seguir siendo competitivas.

El gasto español en I+D creció en 2020 un 1,3%, hasta los 15.768 millones de euros y la intensidad en I+D se situó en el 1,41% del PIB, la tasa más alta de la historia, incluso por encima del 1,4% alcanzado en 2010. Es cierto que esta tasa de intensidad en I+D es engañosa, ya que el PIB sufrió una fuerte contracción en 2020 por el impacto de la pandemia, pero no deja de ser significativo cómo el esfuerzo en innovación se incrementa en un año tan complicado. En Andalucía, el avance todavía fue más llamativo, con una subida del 5,8%, más de 4 puntos por encima del alza nacional y la mayor de la última década, hasta los 1.627 millones de euros.

Es importante tener presente que nunca es tarde para empezar a innovar, pero la I+D+i es una carrera de larga distancia. Los beneficios de ese esfuerzo se alcanzan en el medio y largo plazo de una apuesta constante y bien gestionada. Lo que se ha conseguido de manera sorprendente desde que comenzó la pandemia, como la esperada vacuna en pocos meses, solo ha sido posible gracias a que se llevaba muchos años con un gran esfuerzo en innovación. Como ejemplo, dos empresas de CTA: Rovi, que fabrica en su planta granadina el principio activo de la vacuna de Moderna para toda Europa; o Biomedal, con su proyecto Libredecov, para el desarrollo de nuevas tecnologías diagnósticas para la determinación de riesgos asociados a la Covid19. De la misma manera, el salto digital sin precedentes, al que nos hemos visto obligados las empresas de todos los sectores debido a la pandemia, solo ha sido posible gracias a que esas tecnologías estaban disponibles gracias a un esfuerzo en innovación durante muchos años atrás.

Los citados datos del INE son alentadores, pero aún queda un gran camino por recorrer. Esa intensidad en I+D del 1,41%, pese a ser récord para España, está muy lejos de los países más desarrollados, de la media europea del 2% y del objetivo comunitario del 3%. Confiamos en que los esperados Fondos Next Generation EU, con la prioridad de las transiciones ecológica y digital, se ejecuten de manera que realmente ayuden a saltar ese gap en innovación y contribuyan a hacer el tejido productivo español más tecnológico y competitivo, resiliente para el futuro. CTA se pone a disposición de las empresas y entidades innovadoras para financiar o ayudarles a encontrar la financiación más adecuada a sus proyectos, vertebrar consorcios, encontrar los mejores aliados tecnológicos y desarrollar una estrategia de I+D+i rentable. Seamos optimistas y confiemos en la innovación.