Las playas empiezan a abrir, pero con los hoteles aún cerrados

Los ayuntamientos aprueban planes contrarreloj para controlarlas mientras las empresas no ven sentido abrir hasta que se permita la movilidad entre provincias, a final de junio.

Las playas andaluzas empiezan oficialmente desde hoy a abrirse para el baño conforme a las fases de desescalada aprobadas por el Gobierno. Sin embargo, más allá del gesto que puede suponer ante sus vecinos, la mayoría de los ayuntamientos costeros reconocen no tener capacidad para hacerlo. Andalucía cuenta con más de 1.000 kilómetros de costa, de los que unos 836 kilómetros son playas y arenales. En total, más de 300 playas y otras 100 calas que gestionan los 61 municipios costeros de la región. La casuística y variedad de estas playas es enorme, desde las gigantes playas de Huelva y Cádiz -varias con 5 kilómetros de larga y 40 metros de ancha- a las pequeñas y numerosas playas de Almería.

En los casos de las playas de la Costa Atlántica, los grandes cambios que producen las mareas del océano están provocando algunos quebraderos de cabeza a los alcaldes, que plantean todo tipo de soluciones -incluida una aplicación municipal en Tarifa para informar desde el móvil del grado de ocupación de sus playas-.

Estos regidores locales insisten en que no cuentan con personal y recursos económicos para atender esta situación en unas playas que en la mayoría de los casos duplican la población en verano. El presidente de la Junta, Juanma Moreno, anunció ayer mismo la contratación de 3.000 personas en un de Plan de Seguridad Playas 2020. Estas personas se seleccionarán de la Bolsa Única Común para la contratación temporal creada hace apenas cuatro meses.

Además, la Junta ha remitido esta pasada semana unas recomendaciones para el uso de playas en línea con las de la OMS. Aforo reducido, tiempo de permanencia limitados a cuatro horas, sin aseos ni duchas, sin colchonetas ni juegos y sin tragar agua son algunas de las medidas propuestas.

Sin embargo, estas ideas sobre el papel chocan con la realidad de unas playas que no están aún preparadas para esta situación. El propio vicepresidente de la Junta y consejero de Turismo, Juan Marín, confirmó la pasada semana que la “inmensa mayoría” de los municipios costeros, cuyos ayuntamientos tendrán en última instancia la competencia para decidir, no abrirán hasta el 15 de junio como pronto.

La estrategia de la pronta apertura de playas es importante para lanzar la imagen de una Andalucía que ha sido la comunidad menos afectada por la pandemia y que recupera una cierta normalidad, aunque la realidad es que la región se juega mucho más que eso. Con las malas perspectivas del turismo extranjero, Andalucía necesita atraer al visitante nacional que busca sol y playa en verano para conseguir así salvar la temporada.

Marín ha reconocido que la Junta estima que este año “en el mejor de los casos” se pueda mantener un 30 o 40% de actividad gracias al turismo nacional, que supone un 67% del porcentaje de turismo que recibe la comunidad habitualmente.

El pasado año, Andalucía recibió 32,5 millones de turistas, de los que unos 20 millones fueron españoles y los otros 12,5 extranjeros. Este sector generó unos ingresos en la región por valor de 21.800 millones de euros, la cifra más alta lograda hasta ahora, lo que da idea de lo que está en juego para Andalucía.

En la región trabajan directamente en el sector unos 420.000 personas de media -varía en función de los meses-, aunque esta cifra se eleva de manera sustancial al sumarle el empleo vinculado. La Junta prevé que este año se pierdan entre 103.000 y 163.000 empleos.

Sin embargo, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) recuerda que a esta destrucción de empleo -la mayoría en ERTE- hay que añadir los cerca de 400.000 empleos que se creaban de manera estacional entre primavera y verano -la mayoría vinculadas a turismo y ocio-.

El sector hotelero es uno de los grandes damnificados por esta pandemia. Andalucía cuenta con unos 2.450 hoteles con más de 250.000 plazas -el 70% de 4 y 5 estrellas-, que siguen a la espera de una oportunidad clara para reabrir. De momento, aunque oficialmente ya podrían hacerlo, menos del 10% de estos establecimientos ha iniciado su desescalada. El secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat), Ramón Estalella, ha señalado que, “prácticamente con seguridad”, los establecimientos no abrirán porque no hay posibilidad de movilidad geográfica y, por tanto, de tener clientes. En su opinión, con independencia de las fases de desescalada, lo más importante para el sector es que haya movilidad geográfica tanto a nivel nacional como internacional.

La movilidad entre comunidades a nivel nacional no está prevista antes de final de junio, mientras que la internacional sigue siendo una incógnita a estas alturas. La decisión del Gobierno español de obligar a los visitantes foráneos a pasar una cuarentena de 14 días encerrados ha dado la puntilla a un sector que sigue esperando un plan de choque por parte del Ejecutivo similar al que ya han planteado otros países europeos. Además, las declaraciones del ministro de Consumo, el malagueño, Alberto Garzón (Unidas Podemos), considerando a la industria turística un “sector de bajo valor añadido, estacional y precario” han terminado de incendiar a unos empresarios que se sienten abandonados a su suerte este verano.

Esta crisis corta en seco el gran crecimiento del sector y la importante inversión que las empresas estaban realizando en estos momentos debido a las buenas perspectivas económicas para los próximos años. La consultora Deloitte señala que en Andalucía hay proyectados hasta el año 2021 un total de 74 hoteles -con 12.210 habitaciones-, de los que el 47% corresponde a reformas y el 53% a nuevas aperturas, por lo que se estima que “en los próximos años será necesaria una inversión en construcción y reforma” en la comunidad autónoma de “unos 1.604 millones de euros”.

Algunos de ellos ya han anunciado el aplazamiento de su apertura prevista para este mes al próximo otoño. Es el caso del Hotel Ikos Andalucía, en Estepona, con una inversión de 150 millones de euros o el Hotel Marriot en Sevilla, con una inversión de 60 millones. La capital andaluza lidera actualmente estas inversiones, con 17 hoteles de cuatro y cinco estrellas en construcción que, de momento, se han reactivado sus obras en cuanto el Gobierno lo ha permitido.

La Costa del Sol es la zona que más va a sufrir la falta de turistas extranjeros, al ser la zona líder andaluza del segmento de sol y playa, como bien muestran los casi 20 millones de viajeros que movió el aeropuerto malagueño en 2019. El pasado año, la Costa del Sol rebasó la barrera de los 13 millones de visitantes -32,5 en toda Andalucía- con un impacto económico estimado de 14.442 millones de euros. Turismo Costa del Sol estima que el destino perderá más de cuatro millones de turistas y unos 4.000 millones de euros en el periodo que va del 15 de marzo hasta el próximo 30 de junio.

Ante ello, la Junta ha puesto en marcha un plan de choque que prevé 300 millones de euros e incluye incentivos a la contratación y mantenimiento del empleo, incentivos fiscales, liquidez para las empresas y planes de formación, entre otras medidas. La administración andaluza pretende complementarlo pidiéndole al Gobierno central la extensión de los ERTE hasta que se recupere la actividad, desgravaciones en el IRPF, rebaja del IVA del 10 al 4 y, para las agencias, del 21 al 4, hasta final de año, aunque Marín ha recordado que los empresarios ya piden esa rebaja para cinco años seguidos. Las peticiones al Gobierno también incluyen una moratoria en la liquidación de impuestos y que se libere a los chiringuitos del pago del canon. Muchos de estos establecimientos han empezado ya a abrir incluso antes que las playas, con el objetivo de atraer al visitante local, mantener el empleo y salvar la temporada.