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Escenario complejo para una de las principales industrias del país

La Asociación de Líneas Aéreas (ALA) asegura que
la evolución del tráfico hasta verano dependerá del desarrollo de la enfermedad y cómo la gente perciba el riesgo a viajar

La crisis del coronavirus ha sacudido a la economía internacional en su conjunto. Recientemente, la OCDE rebajaba en medio punto la previsión de crecimiento para este 2020 hasta el 2,4% por la irrupción de esta situación sin precedentes. Y el sector turístico, tan sensible a los vaivenes de la economía, no ha permanecido ajeno a los efectos del virus que surgió en la ciudad china de Wuhan y que en pocas semanas se extendió por todo el planeta.

En España, el turismo no se entiende sin el sector aéreo, ya que más del 80% de los pasajeros internacionales llega a través de las aerolíneas. La aviación también está siendo perjudicada por esta situación sin precedentes y las compañías aéreas se están viendo obligadas a cancelar vuelos, a reorganizar rutas y capacidad, por no hablar de aviones que, algunas empresas, ya han anunciado que se han tenido que quedar en tierra.

La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) ha cuantificado ya el impacto del coronavirus a nivel internacional. En un escenario de propagación extensiva de la enfermedad como el actual, IATA advierte de una pérdida del 19% en los ingresos mundiales de pasajeros, lo que representan 113.000 millones de dólares (100.700 millones de euros). Por ello, no es de extrañar que las compañías españolas estén demandando al Gobierno trabajar conjuntamente para implementar diferentes iniciativas que ayuden a mitigar los efectos nocivos de la crisis del COVID-19.

Después de semanas de crecimiento del virus en China, país de origen de la enfermedad, la expansión parece haberse estancado en ese país. El gigante asiático lleva días comunicando datos esperanzadores, según la Organización Mundial de la Salud. En ese nuevo escenario esperanzador, su tráfico aéreo también empieza a ver la luz: ya en la última semana de febrero se registró un alza de capacidad, al recuperar 2,9 millones de asientos en el mercado doméstico chino, lo que se traduce en 18.200 vuelos, según datos facilitados por la Official Aviation Guide (OAG).

Si el avance de la enfermedad se está frenando en su origen y el sector aéreo chino comienza a resurgir, es cuestión de tiempo que todo ello se acabe trasladando a Europa. Los principales directivos de aerolíneas, reunidos a principios de marzo en Bruselas en el Aviation Summit pusieron de manifiesto la preocupación por una situación con un fuerte impacto negativo en pero que prevén se recupere en los próximos meses.

De una opinión similar es la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), que asegura que la recuperación del tráfico aéreo de aquí al verano dependerá de la evolución de la enfermedad y de cómo la gente perciba el riesgo de viajar. No obstante, esperan que en verano se pueda hablar, si no de recuperación total, sí de una campaña aceptable después de unos meses tan turbulentos.

Hasta el momento, lo que ha hecho el sector aéreo es adaptarse a esta nueva realidad con una nueva operativa adecuada a la débil demanda actual, ofreciendo más facilidades a los pasajeros para que esta situación generada por el COVID-19 no frene sus deseos de viajar.

La agilidad y la flexibilidad son características inherentes al sector aéreo, que ya se ha tenido que enfrentar con anterioridad a crisis de envergadura similar a la del coronavirus. Por tanto, entienden que una vez que las políticas de los diferentes estados contengan la expansión de la enfermedad y esté bajo control, los usuarios del avión vuelvan a confiar en la aviación y las ventajas de volar.