Vicente Nieves

¿Qué diferencias hay entre la renta básica y el ingreso mínimo vital?

El ingreso mínimo vital (IMV), que se ha convertido en tema de notoria actualidad con la implementación por parte del Gobierno de España de esta medida a partir de junio, es una prestación muy extendida en Europa. El IMV lo encontramos desde los 400 euros de España hasta los 1.400 de Holanda

En una era de creciente desigualdad económica y de elevado riesgo para el futuro del trabajo, algunas propuestas como la renta básica universal (RBU) o el ingreso mínimo vital (IMV) han ido ganando relevancia como posibles paliativos ante la transformación que están sufriendo las economías, que puede verse acelerada por la crisis del coronavirus, dejando a miles de personas fuera del mercado laboral. Sin embargo, aunque resulta habitual meter en el mismo saco ambos conceptos, la renta básica y el ingreso mínimo son prestaciones completamente diferentes. Sin ir más lejos, la primera no se aplica de forma estricta en ningún país del mundo, mientras que la segunda es una prestación muy extendida en los países desarrollados y, sobre todo, en Europa, donde el Estado de Bienestar es más poderoso que en otras regiones avanzadas.

Por un lado, el ingreso mínimo vital es una prestación con unos parámetros muy claros, que suele ir dirigida a colectivos sociales muy desfavorecidos, con bajos ingresos y que suelen formar parte de la población activa (buscando trabajo) si están en condiciones para ello. Por ejemplo, el IMV en el que está trabajando el Gobierno de España se entregará bajo unos requisitos que ha de cumplir el beneficiario durante el periodo que esté recibiendo la prestación. Entre ellos destaca la necesidad de buscar trabajo y estar en disposición de incorporarse al mercado laboral, tener unos ingresos muy bajos, a la par que se evaluará el patrimonio del individuo para decidir si puede acceder a esta prestación. De lo contrario, estos beneficiarios saldrían del programa de ingreso mínimo vital.

Llegará en mayo a España

El ingreso mínimo pretende crear una especie de red o suelo para todas aquellas personas que carecen de los ingresos suficientes para mantener un nivel de vida digno. Esta propuesta llegará al Consejo de Ministros en mayo después de cotejar datos entre CCAA y la Administración Central para evaluar cómo coordinar esta prestación que ahora es competencia de las autonomías.

Por el contrario, la RBU es un programa en el que se hace una transferencia directa de dinero, de forma incondicional -se trabaje o no, te dediques a buscar empleo o a pasear por la playa-, y es para toda la población, según la define el Banco Mundial en un libro publicado recientemente dedicado al estudio de la renta básica universal. De este modo, la renta básica universal llega a todos los ciudadanos en forma de derecho, sin que éstos tengan que cumplir ningún requisito. Esto a veces genera ciertas dudas entre los teóricos: ¿debería recibirla un asesino que ha cumplido su condena? O ¿a qué edad se debe adquirir el derecho para recibirla?

Por otro lado, la renta básica sería mucho más cara de financiar, puesto que cubre a toda la población de forma incondicional. La mayor parte de las ocasiones en las que se ha puesto a prueba un programa así, la idea final era sustituir todas las prestaciones existentes por una renta básica universal, lo que reduciría los costes administrativos de gestionar decenas de prestaciones. Sin embargo, se podría quedar corta -en términos monetarios- para las personas que más lo necesitan, mientras que sería redundante para los ciudadanos con mayores ingresos, que también la percibirían. Estas son algunas de las críticas a la RBU.

El ingreso mínimo y su extensión

El IMV está muy extendido, mientras que con la RBU solo se han realizado pruebas con poco éxito. En uno de los últimos trabajos publicados por Eurostat sobre el IMV se explicaba que en los 35 países analizados existía algún tipo de ingreso mínimo vital, solamente “en Bulgaria los programas son muy limitados, parciales o poco sistemáticos, estando restringidos a categorías limitadas de personas y no cubren a muchos de los que necesitan apoyo”, destacaba el informe.

Dado que cada país tiene unos estándares de vida diferentes y con unos costes distintos, resulta más ajustado a la realidad saber qué porcentaje de la renta disponible media del país alcanza el ingreso mínimo vital. No es lo mismo una prestación de 300 euros en Portugal que en Dinamarca. Según los datos de la OCDE de 2019, Japón es el país que mayor cobertura ofrece con un IMV que representa el 65% de la renta disponible media del país, seguido de Irlanda (1.450 euros al mes) con una cobertura del 64% y Holanda del 60% (1.400 euros mensuales).