Álvaro Granado

Los taburetes y las pensiones, mejor con tres patas

Las recientes declaraciones de José Luis Escrivá me hacen ser optimista y comienzo a pensar que la transición de un sistema obsoleto de jubilación, sustentado en un solo Pilar, que es la Seguridad Social, hacia un “nuevo” modelo en el que tendrían protagonismo los tres Pilares que deben sostener a un sistema de pensiones, podría ser una realidad. Ya se sabe, los taburetes, como los sistemas de pensiones, son siempre más estables con tres patas.

En España somos afortunados por contar con una Seguridad Social que, en materia de jubilación, siempre ha proporcionado una más que adecuada cobertura a los trabajadores que, cumpliendo los requisitos de cotización establecidos y con un nivel de rentas por debajo o en torno a la máxima de cotización a la Seguridad Social, han venido accediendo a la jubilación.

Un esquema de este tipo, llamado de reparto, basado en la solidaridad generacional por la que los trabajadores activos financian las pensiones de los jubilados, es el adecuado siempre y cuando la dirección del viento se mantenga favorable a la marcha del sistema. Es decir, que los aspectos demográficos y económicos, clave en un sistema de reparto, no se vean alterados de manera brusca.

España no escapa al fenómeno demográfico que está viviendo el mundo desarrollado fundamentado en una disminución de la tasa de natalidad y un considerable incremento de la esperanza de vida. Si a estos factores añadimos tasa de paro y una situación económica que no evoluciona al ritmo que todos desearíamos, nos enfrentamos a una situación totalmente contraria a la que sería necesaria para el correcto funcionamiento, desde el punto de vista financiero y de sostenibilidad a largo plazo, de nuestro actual sistema de pensiones.

Y por todo si lo anterior fuera poco hay que añadir la incertidumbre que está provocando la extensión del coronavirus en nuestro país y que, sin duda, tendrá seria repercusión en la actividad económica y empresarial y, por ende, en la evolución del empleo y de las cotizaciones sociales de los trabajadores, los futuros pensionistas.

Nos encontramos a nivel global ante un enorme reto de envejecimiento de la población que, sin duda, tendrá también impacto en las futuras pensiones. Pero, ¿se ven afectados todos los países por igual ante este fenómeno que es global? Si nos abstraemos de otros factores y nos centramos en el mundo de las pensiones, la respuesta a esta pregunta es un NO. Países donde el sistema de pensiones se ha construido en torno a los tres Pilares de la previsión social (Pilar I: Seguridad Social, Pilar II: Planes de jubilación empresariales y Pilar III: ahorro individual), como pudiera ser Holanda, sin duda el impacto será menor. Pero, ¿qué sucede en España? ¿Debemos confiar en que la Seguridad Social nos pagará una pensión como siempre ha ocurrido? Parece que será necesario contar con recursos adicionales a los propios de la Seguridad Social para que nuestro nivel de ingresos, una vez alcancemos la jubilación, no se vea reducido de manera significativa con respecto a lo que han venido percibiendo los pensionistas en España que se han venido jubilando en las últimas décadas.

Por todo lo expuesto, parece poco probable que la Seguridad Social, en solitario, vaya a poder mantener los niveles de pensión, “a los que estamos acostumbrados”. Ante esto, ¿”Quién” va a resolver “el problema” de nuestras pensiones? Por ser una cuestión que afecta a todos, Estado, empresas y población en general, todos debemos ser parte de la solución, y, en la proporción que corresponda.

Parece que podemos estar ante los primeros pasos de una reforma en nuestro sistema de pensiones, entendiendo que este sistema lo van a formar finalmente los tres Pilares y contando con que el ahorro individual y el ahorro empresarial, fundamentalmente, deberán tener un papel más que protagonista en la medida que “tendrán” que completar todo aquello que deje de proporcionar el Pilar I, la Seguridad Social.

¿Esto cómo se consigue? ¿Cuál es el punto de partida para que esto arranque? A mi juicio, la clave principal es LA INFORMACIÓN: comunicación y concienciación. Todos los ciudadanos debemos disponer de una información veraz, clara y transparente sobre algo tan necesario como es saber cuándo podremos jubilarnos y cuál será el importe de pensión que vamos a percibir del sistema público para, a partir de ahí, poder arrancar con nuestra planificación de la jubilación y plantear la forma más adecuada de hacerlo. ¿Conocemos la respuesta a cuestiones del tipo?.... ¿debo ahorrar mediante un sistema complementario para financiar mi jubilación? ¿A qué edad debo empezar? ¿Cuándo podré jubilarme? ¿Qué cantidad necesito ahorrar todos los meses? ¿Cuánto debe aportar la empresa para mi jubilación? Como miembro de la mesa negociadora de un convenio, ¿Qué cantidad sería la adecuada como aportación en el plan de la empresa? ¿Debe ser la aportación igual para todos los trabajadores de una misma empresa?, etc. Preguntas para las que a día de hoy la mayoría de nosotros no tenemos respuesta pero que, sin duda, deberíamos ser capaces de contestarlas para poder construir un sistema de pensiones financieramente estable basado en los tres Pilares y que, en la medida de lo posible, pueda estar aislado de factores exógenos y no controlables como puede ser el cambio demográfico o la propia actividad económica, entre otros.

El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, ha centrado el marco de actuación para conseguir el objetivo de garantía de sostenibilidad y solvencia y eliminación de la incertidumbre en torno a 3 puntos: corto plazo, medio plazo e inclusión de la previsión social en el marco de la negociación colectiva. Llevamos muchos años de retraso pero esta declaración de intenciones de comenzar a dar protagonismo a la previsión social complementaria parece una muy buena noticia para el futuro de nuestras pensiones, aunque no debemos perder de vista que España es un país principalmente de pymes, por lo que no debemos dejar de lado el ahorro individual y asegurarnos de que ninguna empresa queda fuera del ámbito de la previsión social complementaria.