Gonzalo Rengifo

Sistemas de reparto y de capitalización: necesaria complementariedad

En Europa la situación de las pensiones es muy heterogénea. En Reino Unido, Holanda y Suecia los sistemas de reparto cubren el 30% de la pensión futura, siendo el resto de capitalización. Son sistemas que funcionan. Además Reino Unido es de los pocos países que ha dicho a su población que el sistema de reparto actual solo da para una tasa de sustitución del último salario del 29% y que hay que hacer más. Por su parte, Suecia informa puntualmente todos los años a sus ciudadanos de la pensión estimada a recibir, con lo que estos pueden establecer un plan de ahorro. En otros países, sobre todo Sur de Europa, incluyendo España, solo hay estimación de la pensión que se recibirá.

En realidad lo que hay en común en los países europeos son las reformas de sistemas de reparto, cuya sostenibilidad financiera está en cuestión, fundamentalmente encaminadas a potenciar los sistemas de capitalización.

“Las fuentes de ingresos de los sistemas de reparto se está reduciendo”

Hay que tener en cuenta que en Europa la esperanza de vida ha aumentado más de diez años desde 1985, con excepción de ciertas partes de Europa central, en España, por encima de los 83 años. Pero los sistemas de reparto estaban definidos para cubrir una jubilación entre 10 y 15 años y se enfrentan a 25 e incluso 30 años.

De hecho la pirámide de población europea se está ampliando por la parte de más edad y los próximos 20 años vamos a tener mucha más población de más de 65 años respecto a la de en edad de trabajar, entre 20 y 64 años. De manera que en la Unión Europea, en 15 años habrá 150 millones mayores de 65 años de una población que alcanzará 425 millones. Además en países como Dinamarca, Alemania o España la población en edad de trabajar va a envejecer de manera más rápida -en varias regiones de España puede reducirse un 20% los próximos diez años-. Así que para 2060 en las economías más importantes de Europa puede haber un 53% de dependientes respecto a trabajadores en activo. Las fuentes de ingresos de los sistemas de reparto se están reduciendo y los próximos decenios puede no haber trabajadores suficientes para pagar los costes de jubilación de la población por encima de 65 años.

“El sistema de bienestar es insostenible sin reformas”

Con esto el gasto público en pensiones en Europa en 2016 ya suponía entre 12% y 15% del PIB, aunque en Holanda, Países Bajos, Luxemburgo y Reino Unido por debajo del 10%, pues tienen sistemas de capitalización más desarrollados, frente a 15% de Italia y 12% de España. En Europa los compromisos por pensiones en 2020 ya equivalen a más de dos veces el PIB y en España 2,5 veces.

Ya en 2019, el gasto del sistema de reparto español subió 6,3% hasta 135.000 millones, en una economía de cerca de 1,2 trillones de PIB. Más aún, desde 2012 sistema público de pensiones está en déficit de en torno a 17.000 a 18.000 millones anuales y en 2020 el déficit de Seguridad Social, con la crisis del CoVid-19, puede llegar a 60.000 millones -el fiscal a 10% del PIB-. Así que los últimos ocho años la deuda acumulada por esta causa equivale a más de 10% del PIB y sigue creciendo, pues la población de pensionistas llegará en diez años a 15 millones, frente a 9,5 millones actuales. Además el gasto público del bienestar, incluyendo pensiones, sanidad, dependencia, desempleo y educación, suponía en 2016 el 25% del PIB en Europa de media. Es un nivel insostenible dado el envejecimiento, aumento de la esperanza de vida y descenso de población activa, a no ser que se pongan en marcha reformas. Así que los gobiernos están acometiendo reformas estructurales, además de paramétricas.

Reformas estructurales necesarias

Aunque se supone que la tasa de sustitución de la pensión pública es mucho mayor en sistemas de reparto que de capitalización, la realidad es que en la Unión Europea la tasa media de sustitución del sistema de reparto era 45% en 2016 y es previsible que baje a 38% para 2060. En países como Holanda se llega al 75 %, pero gracias a un sistema de capitalización complementario. En España la tasa de sustitución era del 76%, pero podemos ir a 46% para 2060. La realidad es que los Estados se pueden comprometer a tasas de sustitución de 30% a 35% y que esta se dirige hacia la pensión mínima -la pensión media en España en 2019 era 994 euros y la mínima contributiva de 667 euros-. Además, por primera vez, la pensión media es superior al salario medio de la población activa, sobre todo de los jóvenes.

Ahora bien, en España los planes de pensiones de empleo solo cubren 3,3% de la población trabajadora y los 100.000 millones en fondos en pensiones privados solo a 20% de la población, con una media que no llega a 6.000 o 7.000 euros por persona, ni para seis meses de pensión. Así que la pensión española depende casi al 100% de un sistema de reparto bastante deteriorado, incluso con la reforma de 2012-13, en parte incumplida, que ha aumentado la edad de jubilación a 67 años para 2027 y el número de años de cotización para acceder a 100% de la pensión a 38 años. Por su parte la introducción del factor de sostenibilidad ha intentado un equilibrio intergeneracional.

Así que puede que vayamos hacia un sistema de cuentas individuales por puntos, como en Francia, mucho más relacionado con las aportaciones al sistema. A ello se añade que se debería está discutiendo el desarrollo de fondos de pensiones de empleo con adscripción automática y posibilidad de salirse, que han tenido mucho éxito en Reino Unido.

El caso es que en España hay un problema de sostenibilidad financiera. El sistema de reparto va cubrir aproximadamente 30% o 35% del salario y el resto tendrá que ser vía capitalización. De hecho los sistemas de capitalización son sostenibles financieramente, mientras que la deuda acumulada por déficit del sistema de reparto afecta a las próximas generaciones y limita el desarrollo en infraestructuras y otras inversiones necesarias.

En cualquier caso la discusión no es si un sistema es mejor que otro, sino cómo deben complementarse.