Masja Zandbergen

Cómo alineamos las carteras con las aspiraciones sobre el clima

En diciembre se ha lanzado la iniciativa Gestores de Activos Zero Neto, y Robeco se enorgullece de contarse entre los firmantes que la fundaron. Los 30 patrocinadores iniciales de la iniciativa representan más de 9 billones de dólares en activos gestionados. Los firmantes se comprometen a lograr unas emisiones netas de gases con efecto invernadero de cero no más tarde de 2050, en línea con la iniciativa mundial de limitar el calentamiento a 1,5°C, y colaborar con los clientes para fijar objetivos compatibles de descarbonización. Esta iniciativa se suma a otra similar de hace un año de la Net Zero Asset Owners Alliance, un grupo internacional de 33 inversores institucionales que gestionan 5,1 billones de dólares en activos. También se han comprometido a que sus carteras de inversión tengan cero emisiones netas de gases con efecto invernadero en 2050.

De la aspiración al compromiso y la fijación de objetivos

Estas iniciativas son muy necesarias para contener el cambio climático, que ya es una clara prioridad para la mayoría de nosotros. Sin embargo, traducir estas aspiraciones a largo plazo en prácticas inversoras y carteras de inversión con impacto supone un reto clave para 2021. En la actualidad son pocos los titulares de activos con objetivos específicos adoptados.

Lo esencial es que fijemos objetivos en ciclos quinquenales. Los gestores de activos que forman parte de la iniciativa Zero Neto tienen que adoptar objetivos concretos antes de la 26ª Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU (COP26), a celebrar en Glasgow en noviembre de 2021. Transcurridos cinco años se evaluarán estos objetivos, fijando nuevas metas para los cinco años siguientes. Así es cómo los países revisan sus políticas nacionales sobre cambio climático en virtud del mecanismo establecido por la ONU.

Alcance de las emisiones

El primer reto consiste en el alcance de las emisiones de carbono de las que los inversores tienen que rendir cuentas. La mayoría de los inversores enfocan la descarbonización al carbono emitido por la empresa en su actividad (alcance 1) y a las emisiones producidas para generar la energía que obtienen de empresas eléctricas (alcance 2). En la práctica, utilizar solo las emisiones de alcance 1 y 2 para descarbonizar carteras lleva a reducir la ponderación de eléctricas y materiales básicos, que son los sectores con procesos de producción intensivos en carbono. Esto es muy fácil para los inversores, ya que reducir la intensidad de carbono de las carteras no tiene un impacto excesivo en el universo de inversión.

Sin embargo, infravalora el impacto real de invertir en otros sectores, como petróleo y gas, donde la mayoría de las emisiones se deriva del uso de vehículos de gasolina (alcance 3 downstream). Otro sector intensivo en carbono es la alimentación, cuya cadena de suministro genera muchas emisiones de carbono (alcance 3 upstream). Por esto es importante introducir las emisiones de alcance 3, mucho más difíciles de medir. En Robeco recurrimos a proveedores externos para recopilar estos datos. Nuestros expertos en datos climáticos se esfuerzan para que sean correctos, aportándolos cuidadosamente a la contabilidad del carbono.

¿Mirar hacia atrás o hacia delante?

Analizar las emisiones de carbono del año pasado equivale a tomar una instantánea. Aunque es importante comprender la tendencia histórica, entender los planes futuros de descarbonización. Es esencial para construir carteras alineadas con París. Es importante comprender cómo tienen que descarbonizarse los distintos sectores, cuánto y cuándo, y los revulsivos para ello. Los inversores tienen que colaborar con los expertos académicos para desarrollar vías de descarbonización para empresas, sectores y países.

Es importante tener en cuenta que los inversores invierten en carteras que en general son representativas de la economía mundial. Eso significa que, si esta se descarboniza al ritmo adecuado, los inversores no tienen que hacer muchos cambios en sus carteras. Pero sabemos que ese no es el caso. Si medimos la alineación actual de las carteras, equivaldría a más de 2 grados de calentamiento, ya que (de no hacerse nada) la economía mundial va camino de un aumento muy superior a 3 grados. Por tanto, con el tiempo podría cambiar el presupuesto de riesgo que debe adoptarse para que las carteras se alineen con París, y ello requeriría un seguimiento minucioso.

Interactuar o no interactuar

Además, una de las cuestiones más importantes es la de si descarbonizar carteras tiene efectos en el mundo real. En otras palabras, si contribuimos a reducir las emisiones de carbono cuando vendemos empresas muy intensivas en carbono. La respuesta es que no de forma directa. Sin embargo, a largo plazo es obvio que cuanto más inversores lo hagan más impacto tendrán.

Lo más importante es preguntarse cómo se contribuye mejor a la transición energética. A menudo nos plantean la cuestión de interactuación frente a desinversión. La respuesta es muy simple. Adam Matthews, representante de la Iglesia de Inglaterra, lo dijo claramente en uno de nuestros eventos SI, y nosotros no podríamos expresarlo mejor: “Puede invertirse legítimamente en una empresa intensiva en carbono si ha adoptado un plan de transición verosímil con una base científica y económica respetuosa con el Acuerdo de París. Pero no en caso contrario, cuando la empresa trate de aparentar credenciales verdes. Eso es lo que hay que cuestionarse y examinar”.

Eso requiere un estudio como el de la Transition Pathway Initiative, iniciativa sobre objetivos de base científica, y mucho esfuerzo. No tenemos todas las respuestas, ¡pero es algo que definitivamente tenemos que abordar! En 2021, tenemos que pasar de la ambición a actuaciones y objetivos cuantificables.