Steve Freedman

Cuatro años más limpios

La elección de Joe Biden como presidente de los EEUU puede ser un punto de inflexión en la acción climática global. Incluye la promesa de volver al Acuerdo Climático de París un día después de su toma de posesión, así como 2 billones de dólares en nuevas inversiones verdes, pilares de una gran estrategia para hacer que EEUU sea neutral en carbono en 2050, lo que vuelve a colocar a la economía más grande del mundo en el centro de los esfuerzos internacionales para limitar el calentamiento global. Es un cambio de dirección en un momento crítico para la diplomacia climática global, pues los últimos meses China, Japón y Corea han anunciado objetivos ambiciosos de emisión neta cero de carbono y la UE ha reservado 7 billones de euros para descarbonizar su economía.

Ahora la energía limpia, con el impulso del conocimiento y peso financiero de EEUU, puede convertirse en el pilar clave de la economía del siglo XXI. Efectivamente, su alineación de políticas de cambio climático con otras economías proporcionará un tirón masivo a las energías limpias. Servirá de catalizador para miles de millones de dólares de nuevas inversiones públicas y privadas hacia infraestructuras verdes y tecnología medioambiental, lo que seguramente pondrá en marcha una carrera en la que las principales potencias económicas compiten para desarrollar tecnologías y estándares de cero emisiones. La Agencia Internacional de Energías Renovables estima que las inversiones anuales en renovables deben triplicarse hasta 800.000 millones de dólares para 2050 para cumplir los objetivos clave de descarbonización y clima.

Hay que tener en cuenta que la victoria de Biden llega cuando las fuerzas económicas que impulsan la transición verde ganan fuerza. Muchas tecnologías de renovables están logrando economías de escala impensables hace años y se han vuelto competitivas respecto a combustibles fósiles. De hecho, la eólica o solar son las fuentes de electricidad más baratas en países que representan alrededor del 73% del PIB mundial. Lo mismo ocurre con el transporte. Se espera que los vehículos eléctricos de pasajeros alcancen la paridad de precios con la mayoría de comparables de combustión interna en menos de cinco años.

China, apenas un mes después de anunciar objetivos netos cero en carbono, dio a conocer una hoja de ruta para eliminar gradualmente los vehículos convencionales que queman petróleo en 2035. Líder mundial en vehículos eléctricos, invertirá para construir su propia cadena de suministro, lo que reducirá su dependencia extranjera. Por su parte EEUU, bajo Biden, quiere superar a China en vehículos eléctricos, aumentando en 400.000 millones de dólares la contratación federal para componentes clave como baterías. Además, Europa ha superado a China en atraer inversiones para vehículos eléctricos y desarrollo de baterías, asegurando 60.000 millones de euros en fondos privados y públicos en 2019, 20 veces más de lo previsto.

También es probable que la infraestructura de próxima generación apoye mayor transmisión de energía limpia. China ya tiene la mayor línea de corriente directa de ultra alto voltaje (UHVDC ) más potente del mundo, de más de 2.000 millas -mayor que la distancia entre Londres y Moscú- para distribuir energía solar y eólica a 50 millones de hogares. Europa y EEUU también están planeando actualizar la red con líneas UHVDC, que pueden utilizar voltajes de hasta 1.100 KV en comparación con 1,5 KV convencionales. La red basada en UHVDC aprovecha las diferentes fuentes de energía limpia a cientos o miles de millas de distancia y permite cambiar eficazmente entre fuentes dependiendo de la demanda y el clima. Además, más allá del cambio climático, la nueva Administración abordará otros temas medioambientales apremiantes como es la contaminación del aire, el agua y el plástico.

Bajo Trump el gobierno de EEUU desmanteló casi cien leyes ambientales -aire limpio, calidad del agua y uso de la tierra- y relajó la regulación de la industria de combustibles fósiles. También redujo fondos para la investigación climática. Pero los planes de Biden incluyen restaurar las credenciales ambientales de EEUU. Se ha comprometido a descarbonizar la generación de electricidad para 2035 mediante la transición a renovables, duplicando la tasa de despliegue de paneles solares hasta 500 millones de unidades instaladas los próximos cinco años. Su plan también contiene medidas para eliminar gradualmente los vehículos de combustible en favor de los eléctricos. Además, se ha comprometido a mejorar el sector de la construcción, que la Agencia Internacional de la Energía estima representa más de un tercio del consumo final de energía y emisiones de carbono del mundo. El programa consistirá en la mejora de la eficiencia energética de 6 millones de edificios. Biden también debe despejar el camino para que algunos Estados más progresistas, como California, mantengan su agresiva agenda ambiental, poniendo fin a cuatro años de batallas legales con el gobierno federal.

Ahora bien, la agenda ambiental de los demócratas es audaz y hacer realidad la visión verde de Biden no será fácil, con un poderoso enemigo en el Senado. Aun así, Biden tiene muchas opciones, entre ellas las órdenes ejecutivas presidenciales que formarán parte clave de su agenda sobre cambio climático. De hecho, los inversores pueden esperar un aluvión de órdenes ejecutivas los primeros cien días de su mandato. Biden, además de llevar al país de nuevo al Acuerdo de París, añadirá disposiciones sobre energía limpia al estímulo económico pandémico y puede revertir la flexibilización de regulaciones de Trump y promulgar leyes que requieran que las empresas cotizadas divulguen riesgos financieros relacionados con el cambio climático y las emisiones de gases de efecto invernadero.

Hay que tener en cuenta que los estadounidenses no son tan hostiles a la acción climática como algunos pueden pensar. En una reciente encuesta, el 85% de votantes republicanos de 18 a 54 años dijeron que eran más propensos a apoyar un candidato republicano que adoptase un enfoque basado en la innovación respecto al clima. Además está la promesa del empleo. Las industrias de energías limpias ya proporcionan trabajo a tres millones de estadounidenses y los planes de Biden prevén añadir diez millones más, una poderosa razón para una economía post pandémica.

Las repercusiones globales pueden ser transformadoras. EEUU es el mayor emisor de gases de efecto invernadero y la promesa de una economía de emisión neta cero de carbono puede hacer reducir las emisiones de EEUU en 75 gigatoneladas los próximos 30 años, suficiente para reducir la temperatura media del mundo en 0,1ºC, según Climate Action Tracker.