Ramón Martín

Las personas, clave en la estrategia empresarial de un año que lo ha cambiado todo

El cambio forma parte de nuestro día a día y es una constante en nuestra historia. Sin embargo, cuando empezó 2020, pocos podríamos imaginar que nos esperaban tantos y tan grandes cambios, no solo a nivel social y sanitario, sino también económico y laboral, y de una manera tan repentina e inesperada. Si nos paramos a pensar qué es lo que hace único a nuestro tiempo, sin duda vendrá a nuestra mente nuestra rápida capacidad de respuesta y de adaptación.

Es aquí donde la tecnología juega un papel diferencial, evolucionando a la par que nuestras necesidades y las del planeta. Hoy, más que nunca, la tecnología está llamada a cumplir un propósito, el de contribuir a mejorar las condiciones socioeconómicas y poner a las personas en el centro.

En “La ballena y el reactor”, Langdon Winner nos anticipaba hace ya 30 años la necesidad de una “filosofía de la tecnología” que nos aportara luz sobre qué tecnologías son más apropiadas para la humanidad desde el punto de vista del equilibrio entre sostenibilidad y eficiencia. En este tiempo muchas organizaciones empresariales hemos reaccionado con un desarrollo tecnológico que sirva a las personas en comunión con la naturaleza.

El informe Future of Work, que analiza cómo la tecnología está cambiando los lugares de trabajo, y las inquietudes de los trabajadores, destaca la importancia que todas las generaciones otorgan a la cultura de colaboración y a la implantación de medidas de trabajo flexibles (78%) que ayuden a conciliar mejor la vida laboral con la personal.

Al mismo tiempo, la mayoría (68%) de los trabajadores españoles confía en que las empresas pongan de su parte para solucionar problemas sociales, como el cambio climático y la desigualdad.

Estos datos, que en una situación normal reflejan hasta qué punto los ciudadanos creen que las empresas deben ayudar a la sociedad, cobran aún mayor relevancia en la situación que vivimos. Por eso, en las últimas semanas las herramientas de colaboración y teletrabajo han demostrado ser vitales y la base del nuevo paradigma del trabajo. Nos hemos visto obligados a quedarnos en casa sin que ello impida estar en contacto con los nuestros y dar continuidad a nuestros negocios. Si antes de esta crisis el teletrabajo ya era beneficioso por la mejora de la conciliación, la productividad y el respeto medioambiental, ahora se ha demostrado imprescindible para salir con éxito de esta situación.

Por eso, en Ricoh decidimos poner nuestra solución de videollamadas UCS Advanced de forma gratuita durante un mes al servicio de quien pudiera necesitarla. Gracias a ella, los usuarios que así lo han requerido han podido organizar reuniones internas y externas fácilmente y mantener el contacto en todo momento entre los equipos.

Somos conscientes de que son muchas las empresas que carecen de una herramienta de este tipo y la demanda que hemos constatado en estas semanas así lo demuestra. No en vano hemos superado las 1.000 solicitudes de descarga de la prueba gratuita. Además, hemos aumentado en más de un 500% el uso que nuestros actuales clientes hacen de esta plataforma con respecto a antes de la crisis.

¿Qué aprendizaje podemos extraer de esta explosión del teletrabajo y la colaboración? Para mí, el más importante es que el motor que mantiene vivo el negocio son las personas. Hacer de ellas el centro de la estrategia empresarial es, sin duda, el camino a seguir para salir de esta situación.

Esta crisis nos está poniendo a todos a prueba. Tenemos ante nosotros una oportunidad única para salir reforzados con nuevos aprendizajes y adaptarnos a la transformación que vive la sociedad post-COVID caracterizada, entre otros, por la fusión entre la esfera personal y la profesional, la implantación del teletrabajo y la automatización de procesos, la transición ecológica acelerada, la desglobalización y el foco en la creatividad y el talento de las personas. En este escenario, las relaciones humanas se van a valorar mucho más y tenderemos al equilibrio individual y social y entre producir y vivir.

Con esto en mente, en el ámbito empresarial, debemos poner nuestro foco en el impulso de la automatización que permita a nuestros colaboradores dedicar su talento y creatividad a tareas de valor añadido; en la colaboración que nos ayude a todos a estar conectados, independientemente de dónde nos encontremos; y, sobre todo, en el fortalecimiento de una cultura corporativa basada en la adopción de hábitos digitales a todos los niveles para que los empleados se adapten a los nuevos roles profesionales y desarrollen así un trabajo más flexible y colaborativo.

Ante el cambio de paradigma en las formas de trabajar que ha supuesto esta crisis, el mayor reto está precisamente en afianzar la cultura digital, caracterizada por la flexibilidad para trabajar desde cualquier lugar y a cualquier hora, la sustitución de mecanismos de colaboración tradicionales por los modernos y la creación de espacios de trabajo y plataformas de gestión de la información que impulsen el trabajo en equipo y fomentar la colaboración. Si diseñamos el trabajo de forma que personas y tecnología sean complementarias, los colaboradores abrazarán el cambio.

Contamos con las herramientas necesarias y la voluntad de colaborar de forma sostenible y flexible. Consideramos también que ha llegado el momento de escuchar y dar respuesta a lo que nos pide la sociedad. La tecnología nos brinda la oportunidad de mejorar la vida de las personas que, al fin y al cabo, son la base del éxito de los negocios.