Óscar Gómez

Impulsar el autonconsumo energético: motor de riqueza

Siempre se habla del sector de las renovables como si se tratara de un agente único, homogéneo. Pero la realidad es que solo en la solar existen, al menos, tres mundos bien diferenciados, y a cada uno de ellos la crisis de la Covid-19 y su impacto económico posterior les va a afectar de maneras muy diferentes. Por una parte, la promoción y construcción de grandes parques solares en suelo se ha visto poco afectada y seguirá su imponente crecimiento en España sin prácticamente resentirse en sus previsiones. Pero esta parte del negocio es justamente la menos social. Las promociones de estos grandes parques están concentradas principalmente en manos de unos pocos grandes jugadores: eléctricas, gasistas, petroleras, fondos de inversión y constructoras.

La realidad es que estos proyectos distan mucho de lo que esperamos de las renovables la gente de a pie: un motor para el empoderamiento energético, mayor independencia económica, y una economía más cercana y social. Esta parte del sector, a pesar de ser renovable es, a mi modo de ver, simplemente un cambio de tecnología, pero con los mismos protagonistas.

Jugando un papel muy distinto, se encuentran las empresas que trabajan en el autoconsumo como herramienta de cambio del modelo energético en la economía real. En esta parte del sector renovable las cosas son muy diferentes. A las puertas de un crecimiento exponencial, el estado de alarma supuso un gran freno en instalaciones, lo que está llevando a muchas empresas a la quiebra, sobre todo a las que se encontraban en una situación muy frágil fruto de la oferta armada en espera a ese crecimiento exponencial que no acaba de llegar. En mi opinión, esta crisis va a tener un impacto acelerador en los sucesos. Expulsará del mercado a las empresas sin modelos y posición sólida, pero a la vez nos va a hacer más conscientes de las virtudes del autoconsumo a todos, como lo ha hecho con el teletrabajo.

El impulso de las energías renovables será clave en la recuperación económica tras la emergencia sanitaria, permitiendo al mismo tiempo cumplir con los objetivos de mejora medioambiental. Así, según el último informe publicado por la Agencia Internacional de Energía Renovable promover las energías renovables y hacer que la transición energética sea una parte clave de la recuperación postCovid, elevaría el empleo en el sector hasta los 42 millones en todo el mundo hasta el año 2050.

El autoconsumo energético tiene un amplio recorrido por delante. Su potencial de crecimiento es muy alto ya que las instalaciones renovables, a pesar de que entre el año 2003 i 2018 han triplicado su peso en el sistema energético industrial, sólo suponen el 4,9% del total. Por tanto, el crecimiento del autoconsumo tanto industrial como doméstico será muy elevado, a pesar del impacto de la Covid-19. La tecnología ha avanzado tanto en los últimos años que la energía solar fotovoltaica es la más barata del planeta. Actualmente se trata del sistema de generación de electricidad más económico en países con muchas horas de sol como España, donde hay más de 2.500 horas de sol al año. En el caso de nuestro país, Catalunya es la número uno en instalaciones solares fotovoltaicas, siendo la comunidad con más proyectos registrados. Según datos del Institut Català de l’Energia (ICAEN), el pasado año se hicieron 2001 instalaciones. Sant Cugat es la población líder con 361, seguida de Barcelona con 319 instalaciones y Vallirana con 104. En lo que respecta a la potencia instalada, la Ciudad Condal se sitúa en primer lugar con 3.418 kW, seguida de Gurb con 2.388 kW y Sant Cugat, que produce un total de 1.482 kW.

Mirando al futuro inmediato creo que hay medidas que deben tomarse muy en cuenta en el terreno de la energía, ya que las necesidades energéticas seguirán aumentando y será imprescindible buscar fórmulas alternativas. Debemos tener presente que fomentando el autoconsumo energético se consigue un doble impacto positivo: por una parte, se genera empleo masivamente -ya que se trata de un sector que incluso ha generado puestos de trabajo en plena pandemia-; y, por otra, se consigue reducir el coste energético haciendo más sólidas las economías familiares y de las empresas.

La instalación de placas solares fotovoltaicas se paga a sí misma con el ahorro que se genera en la factura de la luz. Esto significa que en unos 7 u 8 años las placas se han amortizado y, una vez pasado ese tiempo, la instalación genera un ahorro anual de unos 800 euros, en el caso de viviendas particulares. Además, con una instalación media se evita cerca de 1 tonelada al año en emisiones de CO2.

En adelante, el autoconsumo debe cobrar un mayor protagonismo en la agenda política y las medidas que deberían promoverse son muy conocidas como, por ejemplo: las ventajas fiscales para los autoconsumidores, la agilidad en los procesos y gestión de permisos, y la puesta en funcionamiento de la tasa de CO2; que sin duda triunfaría donde los certificados verdes han sido inocuos e incluso tóxicos. Concretamente medidas como una línea avales para inversiones en autoconsumo, tanto residenciales como industriales, reforzarían mucho el auge del autoconsumo.

Las energías renovables nos permitirán garantizar un futuro más sostenible algo que, ahora más que nunca, debemos tener presente. Situaciones excepcionales, como la que estamos viviendo, nos deben ayudar a tomar conciencia de la importancia de cuidar el planeta y los recursos, por eso, el autoconsumo energético supone un avance fundamental. De hecho, según la Agencia Internacional de la Energía, las renovables serán las únicas fuentes de energía que crecerán en 2020 respecto al año anterior, a diferencia de los que sucederá con los combustibles fósiles o la energía nuclear.

En estos momentos vemos que somos frágiles. Por ello, si queremos contribuir a tener un planeta más verde, con menos polución, a la vez que impulsamos la economía con una mayor creación de empleo, apostar por el cambio, por la transición energética y el autoconsumo debe convertirse en una prioridad.