Alejandro Beltrán de Miguel

El capital riesgo y la nueva realidad del coronavirus

El Covid-19 constituye un enorme desafío humanitario de carácter global. Millones de profesionales de la salud están combatiendo la enfermedad causada por el coronavirus y arriesgando su propia vida. Gobiernos e industrias de todo el mundo están trabajando juntos para comprender y abordar este desafío, apoyar a las víctimas y a sus familiares y comunidades, y buscar tratamientos y una vacuna. Los daños económicos cada vez son más palpables. Todas las empresas, ya sean grandes o pequeñas, se están esforzando al máximo para hacer frente a esta incipiente crisis. Para las firmas de capital riesgo y sus participadas, esta crisis llega en un momento en el que llevan diez años disfrutando de un elevado número de transacciones, de altas valoraciones y de un crecimiento en la captación de fondos. Es muy posible que esta posición de fuerza se traduzca en un baluarte en los próximos meses, en especial para aquellas empresas que en los últimos tiempos han sido precavidas. Sin embargo, los mercados privados también presentan puntos débiles: el apalancamiento de las transacciones alcanzó recientemente máximos históricos, al tiempo que los múltiplos pagados en los últimos meses alcanzaron un máximo plurianual. Todos los sectores, incluidos los fondos de capital riesgo, deben responder a esta crisis. El presente artículo proporciona un resumen de las nuevas estrategias.

Para muchos inversores experimentados, una crisis no es un territorio desconocido. Sin embargo, la epidemia de Covid-19 presenta unas características únicas, en el sentido de que ha perturbado las principales dinámicas de trabajo. Cada fondo de capital riesgo necesita realizar cinco tipos de ajustes y algunos líderes del sector ya están adoptando varias de estas medidas. Estas se centran en: cuidar a los empleados, garantizar la continuidad de los procesos esenciales, priorizar las compañías en cartera, evaluar la estrategia de inversiones, la asignación de activos y la financiación, apoyar a los inversores y tomar en consideración todas las partes implicadas.

Muchas participadas están adoptando algunas o la totalidad de estas cinco prioridades: protección del personal y productividad; gestión del riesgo financiero y de liquidez; estabilización de las operaciones; interacción con los clientes; y preparación para la recuperación y el crecimiento. Todas tienen la obligación de proteger a su personal; las otras prioridades varían en función del sector -las empresas médicas y los hospitales pueden centrar sus recursos en la cadena de suministro y las operaciones; las agencias de viaje y de ocio, así como las empresas de gas y petroleras, en el riesgo de liquidez; las compañías tecnológicas, en la cadena de suministro; y los minoristas de artículos esenciales, en los clientes y el crecimiento-.Por lo general, estas cinco prioridades son coordinadas por un equipo central. En las siguientes secciones se describe el modo en el que las compañías participadas abordan algunas de estas prioridades.

Las empresas en sectores que experimentan una cierta falta de liquidez o una drástica reducción de la demanda de los clientes pueden beneficiarse de la creación de “un centro de operaciones” destinado específicamente al cash-flow. Este equipo suele centrarse en las tres tareas siguientes:

1. Evaluación rápida de los riesgos y de los posibles ahorros en cash. Esta evaluación, basada en datos internos y en algunos recursos de dominio público, incluye una modelación del cash-flow para poder examinar los balances en distintos escenarios.

2. Identificación de fuentes de caja. Este paso comprende una revisión del balance de situación y proponer palancas de generación de caja para las principales categorías de activos y pasivos. Muchas participadas están explorando formas de reestructurar o refinanciar mientras la deuda está disponible y es relativamente económica. A la vez, un diagnóstico del capital de explotación puede resaltar posibles liberaciones de efectivo a corto plazo.

3. Colaboración con líderes empresariales y expertos externos. Este paso permite a las empresas abordar problemas urgentes relacionados con la liquidez y la gestión de la crisis.

El “centro de operaciones” puede funcionar totalmente de forma remota, pero en constante colaboración con el director financiero, el tesorero y el equipo ejecutivo de la participada. Un tablero que recoja el balance de situación y el diagnóstico del cash-flow, compartido virtualmente a través de una plataforma segura, puede contribuir a mantener la supervisión y a centrarse en las medidas más importantes.

Las participadas deberían apresurarse a evaluar el riesgo operacional y, cuando sea necesario, a estabilizar sus operaciones. Ello variará significativamente según el sector. Así, por ejemplo, muchas empresas de fabricación están actuando con rapidez para crear visibilidad en sus cadenas de suministro, incluso antes de que surjan posibles problemas, dada la rapidez con que se producen cambios en la demanda de los clientes. Ello puede incluir un análisis del inventario disponible -que a menudo está oculto a lo largo de la cadena-, comparándolo con las previsiones de la demanda -que pueden ajustarse en mayor medida mediante comunicaciones directas con los clientes y conocimientos externos del mercado- e identificando fuentes de suministro alternativas para piezas cruciales. Así, por ejemplo, algunas compañías participadas pueden intentar conseguir piezas de proveedores situados en regiones con una demanda más lenta para proveer a las fábricas más activas. Los fabricantes también pueden estudiar cómo optimizar la producción, la distribución y la logística. Es posible que se precisen nuevos métodos de producción, proveedores y rutas para evitar interrupciones en el suministro.

Para las empresas orientadas al sector de los servicios, la planificación de la capacidad y la gestión de la demanda son importantes instrumentos a tener en cuenta para mantener las operaciones efectivas. Así, por ejemplo, para una empresa de servicios de comunicaciones, mantener la capacidad del centro de llamadas era el aspecto más crítico a considerar en lo que a operaciones se refiere. También es fundamental considerar los riesgos para el resto de las partes implicadas, como los proveedores y los clientes. Es posible que, a fin de mantener la estabilidad, las compañías participadas deban trabajar en estrecha colaboración con proveedores y clientes, e incluso brindarles apoyo, en especial si se trata de pymes. Al respecto, varias empresas públicas destacan como líderes dignos de mención.