Ángel Carrillo Montero

Las finanzas corporativas en el mundo postcoronavirus

Desde el punto de vista de las finanzas corporativas -denominada en su terminología en inglés Corporate Finance-, y aplicable a otros muchos aspectos de la economía, nos encontramos ante la crisis más asimétrica de las últimas décadas. Esta asimetría tendrá especial incidencia a dos áreas de actividad de las finanzas corporativas. Por un lado, afectará a las transacciones corporativas -procesos de venta, venta o fusiones de empresas- y por otro lado a la obtención de financiación y restructuración del pasivo.

Respecto a los procesos de compra venta de empresas, la balanza que decidirá el mayor o menor apetito por parte de los inversores en una empresa, contará con dos factores de peso: en primer lugar, de los resultados que las empresas muestren desde el mes de marzo de 2020 en adelante y demuestren su resiliencia, o no, al impacto que el coronavirus tenga sobre su actividad. En segundo lugar, dependerá de las expectativas generadas sobre la actividad de estas empresas, tras el cambio de paradigma que ha supuesto esta crisis sanitaria. De este modo, sectores como el e-commerce, la inteligencia artificial o la formación on-line, por poner varios ejemplos, presumiblemente tendrán un papel importante en los próximos años. Aquellas empresas que muestren un buen comportamiento en alguno de estos dos factores, serán susceptibles del interés de los inversores, bien para ayudar en el crecimiento de la empresa mediante la aportación de financiación, bien para realizar una adquisición de su propiedad, con el objetivo de hacer llegar a las empresas al siguiente nivel.

¿Esto supone que el mercado de las transacciones corporativas se cerrará para aquellas empresas que no muestren buenos resultados en estos dos factores? Para nada. Los inversores especializados en operaciones de restructuración vuelven a la palestra, pudiendo ser una buena alternativa para vendedores dispuestos a hacer sacrificios. Adicionalmente, estas empresas podrán avanzar hacia un proceso de consolidación de sus respectivos sectores, en procesos de fusión que les permite optimizar estructuras de costes o ganar cuota de mercado, entre otras bonanzas. A diferencia de la crisis del año 2008, la buena noticia para estas empresas, o al menos para las que no se queden en el camino, es que se espera que los mercados de capitales estén activos al menos durante 2020 y parte del 2021, lo que les permitirá coger aire fresco, reflexionar, cambiar lo necesario y salir con fuerza al nuevo mercado.

Estamos ante un cambio de paradigma profundo, que hará cambiar nuestra visión de las empresas, y por ello, las perspectivas desde la que los inversores seleccionarán sus inversiones. Es el momento de tomar aire puro, ver nuestras alternativas, decidir, arriesgar y abrir los ojos ante las oportunidades que ofrecerá el mercado de las transacciones corporativas en los próximos meses.

Esta situación también propicia el escenario de fusiones entre empresas con el objetivo de incrementar cuota de mercado, abordar mercados complementarios y búsqueda de las ansiadas sinergias en costes, que permita a la empresa resultante de la fusión, competir con ventajas competitivas ante la nueva situación.

Respecto a la financiación que van a necesitar las empresas cuya actividad se haya visto más afectada por la situación económica y social generada por el Covid-19 también será asimétrica. Las entidades financieras están facilitando a determinadas empresas financiación con garantía un 80% del ICO, a tipos razonablemente bajos -desde los razonables 1,5% anules hasta los 4,0% anual para grandes empresas-, carencias en torno al año y plazos de devolución a cinco años.

Para las empresas receptoras de la financiación, que su actividad no se haya visto afectada por la actual situación, o que haya incluso mejorado su rendimiento, esto supondrá poder restructurar la deuda pasando en cierta medida del corto al largo plazo y disminuir el coste de la misma. Para aquellas empresas que se hayan visto afectadas negativamente, esta financiación supondrá un buen soplo de aire fresco al menos durante el periodo de carencia. Al menos tendrán la oportunidad de ganar tiempo para buscar la transformación de su negocio, de modo que les permita volver a ser competitivo con las nuevas condiciones de los mercados. No tendrán esa oportunidad aquellas empresas que no han sido beneficiarias de esta financiación o no han llegado a tiempo. Para las entidades financieras, supondrá una oportunidad única para reducir riesgo en sus balances, especialmente en clientes que ya mostraban signos de agotamiento en su cartera, al estar dicha deuda garantizada en gran medida por el ICO.

Adicionalmente a esta financiación canalizada por las entidades financieras, otros financiadores de deuda, como pueden ser los fondos de direct lending, venture debt, o el propio capital riesgo a través de operaciones de capital crecimiento -growth capital-, serán alternativas para garantizar a las empresas el crecimiento a futuro, tanto con un enfoque orgánico como inorgánico. Este último tipo de crecimiento basado en la adquisición de otras empresas, puede ser una opción interesante para aquellas empresas que quieran crecer rápido -especialmente utilizado por grandes corporaciones para dar agilidad a sus planes estratégicos- o que necesiten adaptarse a las nuevas reglas de mercado siendo complicado desarrollar internamente las herramientas que se requieran.

Por último, ya han vuelto, y lo harán en mayor medida a partir de este otoño, los procesos de restructuración de deuda, donde las empresas necesitarán adaptar su estructura de financiación a la nueva realidad, buscando soluciones que permitan garantizar la viabilidad de la Compañía y ser competitivos llevando a cabo las inversiones necesarias. Importante será ver cómo afrontarán las entidades financieras estos procesos después de reducir riesgo vía garantía ICO a sus clientes y de canalizar grandes cantidades de dinero a las empresas.

Es cierto que en todas las crisis hay vencedores y vencidos, pero sin duda alguna, esta crisis asociada al coronavirus parece indicarnos la dureza con que la selección natural afecta al mundo de los negocios.