Carlos Fernández Landa

El sector energético, clave en la recuperación: una mirada al ‘Green Deal’

La energía es un elemento esencial en el desarrollo económico de una sociedad moderna. Por ello, la política energética siempre se sitúa en el centro del debate político e industrial de cualquier país. Para abordar la agenda energética, tradicionalmente, se ha buscado dar respuesta al famoso trilema que valora simultáneamente la seguridad energética, la búsqueda de la eficiencia económica, reduciendo los costes energéticos, y la sostenibilidad medioambiental. En la actualidad estas tres dimensiones se están viendo afectadas por cambios muy profundos en el sector energético. Por una parte, estamos asistiendo a un cambio de paradigma en la competitividad de las fuentes de energía, esto hace que la vieja disyuntiva de costes vs sostenibilidad ambiental esté desapareciendo. En algunos países, como España, las tecnologías renovables ya son igual o más competitivas que las convencionales. Adicionalmente, la descarbonización se ha convertido en un elemento clave de la agenda política a nivel mundial. En el medio plazo descarbonizar es sinónimo de electrificar y desarrollar renovables. Sin embargo, logar una economía con cero emisiones en el 2050, requiere del desarrollo de tecnologías de almacenamiento como el hidrógeno, que aún presentan un bajo grado de madurez, o el desarrollo pleno del vehículo eléctrico que está en una fase inicial de desarrollo Finalmente, el sector también está innovando en lo que a los modelos de negocio se refiere. La revolución digital y tecnológica permite la aparición de nuevas oportunidades como el autoconsumo, donde el rol del consumidor cambia radicalmente respecto al paradigma actual

Desde un punto de vista del M&A, un entorno de plena transformación de un sector, es un entorno prometedor, no solo por la cantidad enorme de inversiones necesarias para acometer todos los retos, sino por la propia transformación en sí que conlleva la aparición de nuevos actores y tecnologías. En medio de todo este escenario prometedor desde un punto de vista de inversión y de las transacciones, nos ha tocado vivir una crisis sanitaria sin precedentes. Una crisis que ha colapsado muchos sectores y que está tenido un impacto en nuestra economía como nunca antes habíamos visto. Sin embargo, el sector eléctrico, en general, y las energías renovables, en particular, se han mostrado muy resilientes durante este periodo de pandemia. De hecho, ya se observan síntomas claros de recuperación, como lo demuestra la reactivación de inversiones en las renovables o la recuperación de los precios de las materias primas. Es más, el Pacto Verde Europeo establece el objetivo de que la economía y la sociedad europeas sean climáticamente neutras de aquí a 2050.

Europa pretende así convertirse en el primer continente libre de emisiones, posicionándose una vez más como precursor del cambio a nivel global, como ya hizo con la adopción de las tecnologías renovables en la primera década de los 2000. De hecho, este cambio del modelo productivo se prevé que sea una de las palancas para lograr la recuperación de la economía tras el shock del COVID-19. Sirva de ejemplo que de los 1,1 billones de euros del presupuesto europeo para el periodo 2021-2027 aproximadamente el 30% estará dedicado a partidas asociadas con el cambio climático y la descarbonización de la economía. Si ponemos la mirada en España, observamos que nuestro país busca estar a la cabeza de esta política. De hecho, el Gobierno español ha fijado objetivos de energías renovables más ambiciosos que los comunitarios (42% de la energía primaria con origen renovable vs 32% en la UE). El plan para lograr estos objetivos se refleja en el PNIEC donde el gobierno prevé: Instalar 60 GW de nuevas plantas renovables, principalmente solar y eólica; movilizar 240000 M€ lo que repercutirá en un incremento del PIB anual del 2%; y enerar entre 250.000-300.000 nuevos empleos.

La ejecución de este plan no requiere de fuertes subvenciones, ya que la competitividad de las tecnologías renovables lo que exige es un marco regulatorio estable y predecible. Con este objetivo el Gobierno está avanzando en diferentes medidas legislativas como el nuevo plan de subastas, o el decreto de acceso y conexión. Adicionalmente, España cuenta con un posicionamiento privilegiado para convertirse uno de los principales hubs en el desarrollo de energías renovables europeo ya que España es uno de los países de Europa donde las energías renovables presentan mayor competitividad gracias a su eficiencia en costes debido a la abundancia de recurso renovable, la disponibilidad de suelo, y el hecho de que la industria española es puntera en el diseño y construcción de este tipo de activos. Además, las utilities españolas están entre las más verdes del mundo y cuentan con amplia experiencia en la operación y gestión de estos activos. También vemos a las grandes empresas de petróleo y gas tomar posiciones importantes en la industria eléctrica y renovable con una estrategia de convertirse en proveedores de energía en general en el contexto de la mencionada Transición Energética. De hecho, estas compañías han optado por el M&A para lograr este objetivo. En este sentido cabe destacar la reciente adquisición por parte de Total del negocio de comercialización y los activos renovables de EDP. Una operación similar la llevo a cabo Repsol con Viesgo hace un año.

Todo este contexto hace que las inversiones en el sector y más en concreto en todo lo relacionado con energías renovables, en España y el mundo, vayan a seguir siendo muy atractivas para diferentes tipos de inversores y empresas y estimamos que la actividad transaccional va a ser muy relevante desde todos los puntos de vista. Se necesitan muchos recursos financieros tanto de equity como de deuda para hacer realidad todos los planes mencionados y las oportunidades van a ser muchas. Además, dadas las características y la manera en que se pueden estructurar comercialmente muchas de las infraestructuras energéticas hacen que sean inversiones muy atractivas para players financieros que buscan inversiones estables y una rentabilidad con un riesgo relativamente controlado. Como conclusión, estamos en un sector capital para la economía que se enfrenta a un cambio de paradigma. Ello permite afirmar que las inversiones van a ser muy significativas en los próximos años y la actividad de transacciones va a ser muy relevante desde todos los puntos de vista y con una visión muy trasversal en todos los sentidos. Tanto por la dispersión en la tipología de inversores -nuevos entrantes, utilities, compañías de oil&gas, IPPs, fondos de infra etc-, como por el gran número de alternativas donde invertir: generación verde tradicional, nuevas tecnologías como el hidrógeno, infraestructuras de recarga.