Francisco de la Torre

Constitución, riqueza e interés general en tiempos de alarma

Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general.” Ésta es una cita del artículo 128.1 de la Constitución, y es precisamente la que realizó el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, hace algunos días, y que provocó mucha polémica. Evidentemente, no es una cita realizada al azar, y nos guste o no, que el autor de la cita sea una persona u otra también influye en la polémica. Aun así, probablemente lo que más influye en una cita sea tan polémica es que nos hallamos en tiempos de emergencia y excepción. En primer lugar, desgraciadamente, parte de la riqueza de los españoles, y además su libertad se ha visto condicionada de forma drástica por las medidas para frenar la epidemia del Coronavirus. Como señalaba Cervantes: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.”

Todos los españoles hemos tenido que sacrificar nuestra libertad, precisamente subordinándola al interés general de frenar la pandemia y salvar vidas. Y esto lo hemos hecho, en función del Estado de Alarma decretado por el Gobierno, que presume de que sus medidas son las más radicales de Europa. En estas condiciones, se comprende perfectamente que una cita de este tipo no suscite un gran entusiasmo. Hay algunos ilustres juristas, como el ex magistrado del Tribunal Constitucional, Manuel Aragón, que consideran que las limitaciones de la libertad que se han impuesto son más propias del estado de excepción que del estado de alarma. Estas limitaciones eran imprescindibles para evitar la propagación del virus, pero a otros efectos esta distinción puede ser relevante. Por ejemplo, para cuando se juzgue en el futuro la validez de las sanciones impuestas por incumplir las obligaciones establecidas en esta época de excepción. Sin embargo, tampoco parece una solución satisfactoria que se le den más poderes al gobierno, con más recorte de derechos fundamentales, estableciendo un Estado de Excepción.

Pero, además, estas medidas de confinamiento y cierre casi total de la actividad económica han supuesto un sacrificio económico para casi todos. Como señalaba Adam Smith en la Riqueza de las Naciones, el trabajo es la principal fuente de la riqueza de las naciones y sus habitantes, y muchos no pueden trabajar en estos momentos, lo que significa que ganan menos, o incluso en algunos casos prácticamente nada.

Sin embargo, muchos comentarios sobre esta cita al artículo 128 de la Constitución han ido por la vía de la expropiación. Este término, como tantos otros, tiene un significado distinto en el ámbito político y en el jurídico. En el ámbito político, está ligado al famoso “Exprópiese” del ex presidente de Venezuela Hugo Chávez en su programa de televisión Aló Presidente. Sin embargo, en un Estado de Derecho, la expropiación forzosa es fundamentalmente una garantía del ciudadano. Sólo se puede privar a un ciudadano de su propiedad, como señala el artículo 33.3 de la Constitución, por causa de utilidad pública o interés social, y mediante el correspondiente justiprecio.

Este artículo 33 de la Constitución es la otra cara del artículo 31 de nuestra Carta Magna, la igualdad de los ciudadanos antes las cargas públicas. Un perjuicio individual es indemnizable, mientras que un perjuicio colectivo debe compartirse entre todos. Seguramente, nada mejor que una pandemia permite ver con claridad que esto no sólo es justo, sino que necesariamente debe ser así, por lo menos si queremos salir de ésta. Como todos podemos contraer la enfermedad, y por encima de todo, todos podemos contagiar la enfermedad, todos debemos hacer frente a las cargas derivadas de la epidemia, también a las económicas. Esto, en primer término, justifica una sanidad que atienda a todos los ciudadanos sin excepción, como única forma de poder acabar con la epidemia. Y por supuesto, cuando no se puede discriminar por precio, puesto que hay que atender a todo el mundo, la única solución es que pague el Estado, y que financie mediante impuestos.

Pero, esto también implica que no se puede hacer recaer la carga exclusivamente en algunas empresas, por ejemplo, las que producen determinado material farmacéutico. Si hacemos recaer la carga en algunos, entonces habrá que indemnizarles a cargo de los demás. Éste es el espíritu del artículo 33 de la Constitución, que es exactamente el contrario del “exprópiese” de Chávez, donde el interés general se identificaba con el particular del expresidente venezolano, y donde la indemnización brillaba por su ausencia. Pero aquí no solo hay razones de justicia material evidente, sino por encima de todo, en una epidemia, puro sentido práctico por varias razones. En primer lugar, si se incauta un material, por ejemplo, mascarillas, entonces la producción se frena. Si hay que proporcionar mascarillas a toda la población, lo único sensato es distribuir esta carga entre las empresas y los particulares. Además, a largo plazo, si el premio por ejemplo, por producir productos sanitarios o medicamentos, es que cuando se demanden, porque llegue una crisis, entonces sean incautados sin indemnización, no habrá empresas que lo produzcan. Por encima de todo, en una crisis sanitaria y económica que afecta al mundo entero, no se puede pretender que sólo paguen algunos. Esto ya no es que sea justo o injusto, es que simplemente, no es posible.

Estamos en tiempos de excepción, pero no deberíamos hacer excepción de la justicia, el derecho, ni tampoco de la sensatez. Por supuesto, la Constitución sigue vigente, y eso incluye el famoso artículo 116 que regula los estados de alarma, excepción y sitio, y también el artículo 128 que subordina la riqueza al interés general. Ambos artículos ya se están cumpliendo, pero el resto de la Constitución también debe cumplirse: es la mejor forma de salir de ésta. En estos días de pasión, un recuerdo por todos aquéllos que ya no están, y el agradecimiento a todos los que están dando lo mejor de sí mismos para sanar a los enfermos y para mantener la sociedad funcionando en estos tiempos difíciles.