Eva Sereno

Las últimas soluciones para poner en valor los purines llegan al campo

Tecnologías para aplicar el purín a través de los sistemas actuales de riego, centros gestores de estiércoles, algoritmos para ir hacia una agricultura 2.0 o sistemas de tratamiento enmarcados dentro de la economía circular son algunas de las propuestas

Varias son las iniciativas que han conseguido desarrollar nuevos sistemas para la utilización de los purines que llegarán próximamente al mercado. Es el caso de Depubox, que comercializa un sistema de tratamiento de purines patentado por Depuporc, que se basa en la tecnología Originclear a través de la que se realiza una correcta gestión del purín, depurando, valorizando y convirtiendo este residuo en un subproducto. “Es un sistema con el que se cierra el ciclo del porcino. Es economía circular”, explica José María Gómez. Dentro de esta patente de proceso, destaca la electrooxidación. “Somos los únicos que lo hacemos en España y es lo que nos diferencia de técnicas que hay en el mercado. Es novedosa y surgió de la colaboración con una empresa de EEUU”, aunque el sistema incluye varias fases. “Lo primero que hacemos es colocar un agitador y una bomba en la balsa de los purines. El agitador homogeneiz a el contenido de la balsa para que la bomba cuando coge el producto sea igual. Esto pasa por un separador de sólidos y líquidos, trabajando con 25 micras. Con esos dos aparatos, se quitan todos los sólidos del purín y queda una fracción sólida buena para el compostaje -tiene un precio atractivo en el mercado- o para fertilizar el campo tal cual queda porque es más del 90% de materia orgánica y tiene un NKP (nitrógeno, potasio y fósforo), muy rico”.

Así, se consigue en la fracción sólida 7,630 kilos de nitrógeno; 4,800 kilos de fósforo y 3,340 kilos de potasio. “Es una materia orgánica muy rica en nutrientes y para aplicar al campo de forma tradicional o para llevarlo a una planta de compostaje para mezclarlo con podas vegetales o lodos de depuradora”.

Reducción del nitrógeno

Una vez separado el sólido del líquido, “se hace una electroflotación, electrocoagulación y electrooxidación. En la planta de exhibición -en Binéfar (Huesca)-, con la electrooxidación estamos reduciendo el nitrógeno a 200 gramos en la parte líquida, el fósforo en 10 gramos y de potasio se dejan 330 gramos”. Con este sistema, se reduce, por ejemplo, el nitrógeno un 96% en el líquido -se puede llegar al 100%- y el potasio en un 92%. Esto supone que una granja de 3.500 madres, que necesitaría aproximadamente 300 hectáreas para aplicar el purín, necesitaría solo 11 hectáreas con nuestra tecnología. Se reduce sustancialmente las tierras asociadas a la granja -en torno al 80%- y esto permite ampliar las granjas o hacer nuevas donde ahora no hay o no se pueden poner”, contribuyendo a vertebrar el territorio y a fijar población.

Este sistema, además de cumplir con la normativa, también evita la contaminación por tierra, aire y agua y permite utilizar la parte líquida porque se obtiene un líquido 100% higienizado libre de virus y bacterias, en el que se han eliminado los antibióticos y reducido todos los metales pesados hasta hacerlos desaparecer. Ese líquido sirve para limpiar la granja porque es 100% higiénico o para aplicarlo en el campo en un fertirriego. También se eliminan los olores y se evita el transporte del purín en cubas por carretera porque se transforma en la planta, que se coloca en la misma granja.

Esta tecnología, que está reconocida por el Ministerio de Agricultura dentro del programa Clima, presenta otra serie de ventajas porque “por cada siete toneladas aproximadamente de gestión de purín evitamos la emisión de una tonelada de CO2 a la atmósfera. El Ministerio paga la no emisión a 9,70 euros, lo que es de “ayuda para que los ganaderos hagan frente a la inversión de la planta”.

Centros gestores

Novedosa es también la iniciativa que se ha llevado a cabo dentro del proyecto COOPUR, que se puso en marcha en el año 2017 y que va a permitir que la Sociedad Cooperativa del Campo Nuestra Señora de los Pueyos de Alcañiz (Teruel) ponga en marcha antes de junio de este año el primer centro gestor de purines y estiércoles (CGE), que promueve y controla su óptima aplicación en las tierras de cultivo de, por ejemplo, cebada, trigo, sorgo, maíz, forrajeros o alfalfa, entre otros.

Este proyecto, coordinado por el CITA (Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón) y que cuenta con la participación también de la Agrupación Arcoiris, permite a su vez unir el centro gestor a un “programa informático en el que en tiempo real y por medición GPS vamos a saber el tipo de purín que va a salir de la granja con la carga de nutrientes, el destino que va a tener y podremos controlar en tiempo real lo que se está dosificando en la finca para no pasarnos”, según ha indicado Mariano Mínguez, gerente de la cooperativa.

Además, se está proyectando una balsa de almacenamiento en Alcañiz para absorber excedentes de purín. “En la cooperativa somos capaces de hacer dos cosechas y la necesidad de nitrógeno va a ser doble”. Una iniciativa con la que se da solución al problema del purín en la zona del Matarraña -aunque también se va a trabajar con los estiércoles procedentes de las cabañas ganaderas del Bajo Aragón-, mientras los agricultores obtienen un ahorro de unos 200 euros por hectárea con el uso del purín como fertilizante.

Purín a través del sistema de riego

Las investigaciones también se están centrando en desarrollar tecnologías de fertirriego para aplicar la fracción líquida del purín como fertilizante a través de los sistemas de riego a lo largo de todo el ciclo de desarrollo de cultivos extensivos -maíz, cereales, forrajeros, etc.- para ajustar las dosis de nitrógeno y sincronizar la aplicación con las necesidades de cultivo. Con esto se consigue a su vez mejorar la eficiencia de uso de este nutriente y reducir las pérdidas por emisión de amoniaco. Además, este sistema tiene la ventaja para los ganaderos de que aumenta la ventana temporal en la que durante el año se puede utilizar el purín.

“Se utilizan pivots con baja presión y en goteo, ya sea superficial o goteo enterrado”, según ha explicado Arturo Daudén, coordinador de Proyectos del CITA (Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón), entidad que coordina este proyecto LIFE Arimeda dentro de la convocatoria LIFE y que cuenta con la participación de ocho socios -cuatro españoles y cuatro italianos-.

Dentro de este proyecto, que dura cuatro años y tiene horizonte de junio de 2021, se están llevando a cabo los ensayos demostrativos a gran escala en la comunidad aragonesa –zona de Cinco Villas y La Litera-, para “ver los resultados que se obtienen en la organización de los equipos que se necesitan para separar el purín y utilizar solo la fase líquida, ver los rendimientos que se obtienen y hacer un seguimiento y analítica del impacto ambiental tanto en emisiones de amoniaco como en el lavado de nitratos en el suelo. Llevamos dos años de ensayo y los resultados que estamos obteniendo son positivos. Pretendemos que, una vez finalizados los tres años de ensayos, este modo de hacer se replique en otras zonas”.

De momento, los ensayos realizados han permitido obtener rendimientos equivalentes a los que se logran con fertilización mineral. En el caso de reducciones de amoniaco -en comparación con el sistema de referencia, es decir, la aplicación del purín tradicionalmente en forma de abanico-, “estamos obteniendo en pivot un 70% de reducciones de emisiones y, en goteo enterrado, se supera el 95% de reducción”.

Un algoritmo para una aplicación precisa

Dentro de la investigación para poner en valor los purines, también se presentaron junto a estos proyectos otras iniciativas en la jornada organizada por el Cluster de Maquinaria Agrícola de Aragón en el marco de la Feria de Maquinaria FIMA. Es el caso del denominado PURINIR, que se ha puesto en marcha con el triple objetivo de potenciar el uso de purín de cerdo como fertilizante empleándolo en sistemas de agricultura de precisión. Para ello, se quiere utilizar sensores NIRS (Near Infrared Reflection Spectra) para mejorar la gestión de cara a reducir el error a la hora de determinar de manera exacta el contenido de nutrientes existentes en el purín que transporta la cuba. Un sistema con el que, además, el objetivo es conseguir una mayor protección del medioambiente, ya que el sector agroganadero dispondrá de herramientas para un manejo más sostenible de los estiércoles que producen las granjas de cerdos al geoposicionar en todo momento las operaciones de la cuba.

La solución, que está siendo desarrollada tecnológicamente por la startup aragonesa Agrostream que también lidera y coordina el proyecto, viene a ocupar un hueco existente en el mercado, además de dar respuesta a las necesidades de los fabricantes de cisternas para que puedan utilizar la tecnología en la que se está trabajando. En la actualidad, “se emplea el sistema de conductometría, que es la solución que tenemos disponible, pero se ha visto que en algunos casos no tiene una buena precisión a la hora de dar resultados. Es lo único que existe actualmente porque no hay nada mejor y se acepta”, según explica Juanma Castell, director técnico del Cluster de Maquinaria Agrícola de Aragón.

Sin embargo, “vigilando la tecnología y viendo las aplicaciones, se está generalizando y volviendo más accesible el NIR o el infrarrojo cercano”, que permite en otras aplicaciones, por ejemplo, determinar una serie de parámetros en los cultivos y más de una variable. “Esto es adecuado para detectar todos los componentes nutricionales del purín. Con la conductometría, se ha podido establecer muy buena correlación con el contenido de nitrógeno, pero con el potasio y el fósforo es controvertido. Para la fertilización o el abonado en el campo nos interesa conocer esos tres macronutrientes. Estamos viendo que la tecnología NIR nos permitiría identificar adecuadamente estos tres sin tener que recurrir a tablas y con una medida correcta”.

El proyecto trata así de desarrollar un algoritmo fiable que identifique esos tres componentes -además de ser accesible y con menor coste económico-, que se integrará en un subsistema más completo, que contará con un GPS para posicionar la ubicación de la cisterna donde realiza las operaciones de carga y descarga, un caudalímetro para medir la cantidad que se vierte, una tajadera eléctrica para reducir o aumentar el caudal y un sistema de comunicaciones hacia la nube para subir los datos que registren en todo este proceso.

De momento, el proyecto está en la fase inicial y, ahora, se está con las pruebas de validación. “Tenemos planificado hacer entre 300 y 400 muestras de purines y analizarlas para compararlas con las medidas del espectómetro”. Las pruebas en campo se validarán en el año 2021. El proyecto, cuyo germen se gestó en una reunión entre el Cluster de Maquinaria Agrícola de Aragón -socio beneficiario- y las empresas de cisternas, está cofinanciado por el FEADER y Aragón. Una iniciativa que se enmarca dentro del grupo de cooperación puesto en marcha en 2015 y que está formado por los fabricantes de cisternas Rigual, Aguas Tenías, Remolques Beguer y Cisternas Agudo, además de contar con la colaboración de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón, INAGA (Instituto Aragonés de Gestión Ambiental), la gestora de residuos ganaderos Oscaferti e ITAINNOVA como socio tecnológico.