El papel que juega la gastronomía en los viajes de lujo

El turismo de lujo en España se postula como tendencia para este 2023 y es uno de los impulsores principales del gasto en viajes. Madrid, en particular, se prepara para la llegada de viajeros de alto poder adquisitivo con un boom de aperturas por parte de gigantes cadenas hoteleras. El primero en desembarcar fue el hotel Four Seasons en septiembre de 2020. Tras él llegan grandes marcas como JW Marriott, The Madrid Edition, Thompson y UMusic Hotel entre otros. Gran Vía, Plaza Canalejas y la calle de Alcalá delimitan el perímetro de lo que se podría considerar la nueva milla de oro, no solo por la oferta hotelera, sino también por los espacios comerciales y gastronómicos.

Ante este panorama alcista, surge la cuestión inevitable sobre la importancia que le otorga el turista de élite a la gastronomía en sus viajes. Para ello es importante partir de la definición de lo que entendemos por alta gastronomía. ¿Corresponde este título solo a los restaurantes que cuentan con estrellas Michelin? En mi opinión, la respuesta es no. En los últimos años, hemos vivido un boom gastronómico a nivel mundial y en particular en España, lo que nos posiciona como uno de los destinos gastronómicos más interesantes a nivel mundial tan solo por detrás de países como Italia y Francia, según datos de Spain is Excellence.

En el caso concreto de Madrid, contamos con una amplia oferta gastronómica, que abarca desde los restaurantes más exclusivos, con varias de las codiciadas estrellas, pasando por restaurantes de moda donde el objeto de disfrute está más el ambiente que se crea alrededor de la experiencia que en la propia oferta culinaria, hasta los pequeños bistrós que llegan para sorprender con una cocina gratamente innovadora. Todos ellos podrían ser considerados alta gastronomía, ya que no sólo ofrecen el placer de disfrutar de la comida, sino que también deleitan a los visitantes con experiencias, aprendizaje de nuevos conceptos en torno a la gastronomía y la oportunidad de sumergirse en la cultura del país.

Mi experiencia como viajero y como profesional del sector con más de 60 países recorridos me lleva a afirmar que cuanto más puedas acercarte a lo diferente en su propia lengua y en su propio lugar, más rica será la experiencia adquirida. Eso es precisamente lo que busca el turismo de lujo, una experiencia basada en la inclusión y en el aprendizaje en el destino turístico. Un claro ejemplo que ilustra esta afirmación es la visita a productores locales, actividad muy vinculada a la sostenibilidad, o una ruta enológica para conocer el complejo monumental de la bodega, su historia, el laboratorio, la cata y la gastronomía de la zona. En definitiva, las experiencias gastronómicas van más allá de la degustación, deben ser una fuente de conocimiento y aprendizaje, porque actualmente lo demanda el turista de lujo.

Otra de las cuestiones que he podido descubrir como receptor de viajeros que he sido durante años, es que el lujo para muchos tiene nombre: confort. La comodidad pone en valor, por ejemplo, aquellos establecimientos hoteleros que cuentan en sus instalaciones con un espacio de restauración. Puede llegar a ser una molestia para los huéspedes conducir, encontrar un lugar para comer, regresar al hotel, estacionar e ir a sus habitaciones. A los viajeros solitarios les puede resultar desalentador hacerlo, especialmente de noche. En pocas palabras, lo que el viajero demanda sobre todo en viajes de varios días es comodidad, y en el caso de las pernoctaciones, este confort pasa por el binomio hotel-restaurante.

Las cifras que manejamos en Galería Canalejas evidencian la importancia que tiene la gastronomía dentro del sector turístico. De hecho, el Food Hall es uno de los atractivos principales y un lugar de obligado paso tanto para los turistas que entran a Galería Canalejas a comprar en alguna de las exclusivas boutiques de lujo como para los huéspedes que se alojan en el hotel.

Aparte de mi experiencia, los datos de Spain is Excellence son reveladores: el cliente gastronómico nacional se gasta un 15% de sus ingresos en consumir experiencias gastronómicas; es un usuario habitual de la oferta local y se mueve al menos dos veces al año para realizar un viaje o una escapada que tenga un claro potencial gastronómico. Por su parte, las nacionalidades con más peso en nuestro Food Hall de Galería Canalejas son Estados Unidos, Latinoamérica (Brasil y México, principalmente), Oriente medio (Emiratos Árabes, Dubái, Qatar, etc.) y se espera que China vaya adquiriendo mayor peso a lo largo de los próximos meses.

Por todo lo expuesto y como director del Food Hall Galería Canalejas, puedo afirmar que la gastronomía se ha convertido en un factor clave para el turismo de alto nivel, y es en este entorno de lujo hotelero donde las experiencias que se generan en torno a la mesa juegan un papel esencial. Los turistas deluxe ya no encuentran en las compras la excusa perfecta para viajar, porque eso ya lo tienen al alcance de la mano, a golpe de un clic; sino que buscan experiencias únicas y auténticas que les permitan empaparse de la cultura y la historia de cada lugar que visitan.

Es en este interés donde entra en juego el papel de los restaurantes: aprovechar esta ventaja para situarse en el mapa de los viajes de lujo y complementándose unos con otros. Por un lado, hay que ofrecer experiencias únicas e irrepetibles, pero por otro lado hemos de hacer sentir en casa al viajero cansado que necesita descansar y reponer fuerzas para continuar su camino.