Así devoran los costes el margen de los supermercados

La electricidad ha subido un 282%; el gas lo ha hecho un 395%; la materia prima agrícola un 170% y el vídrio, el cartón o el plástico de los envases hasta un 120% de media.

La distribución alimentaria está bajando sus márgenes para frenar sus precios frente a la escalada de los costes, de hasta tres dígitos, en la energía o las materias primas básicas. Entre julio de 2021 y julio de 2022 el IPC de la Alimentación y Bebidas ha crecido a una tasa anual media del 6,7%, frente a una tasa anual media en el índice de precios industriales (IPRI) de Alimentación en el mismo periodo de 12,8%. Los últimos datos publicados por el Ministerio de Agricultura, sólo disponibles hasta mayo, constatan también este efecto de amortiguación. En concreto, tomando como referencia enero de 2021, los precios percibidos en origen han subido 33 puntos y en la industria alimentaria lo han hecho 22 puntos, mientras que el IPC de alimentación pagado por los consumidores ha subido 12 puntos.

Anged, la patronal de las grandes superficies, que agrupa a compañías como Carrefour, Alcampo, Eroski o El Corte Inglés, explica ante estos datos que “la raíz del problema de inflación no es otra que el encarecimiento desproporcionado de la energía, los combustibles y las materias primas”. Y ejemplos no faltan. La electricidad en los mercados mayoristas ha escalado un 282% desde enero de 2021 hasta julio de 2022 y el gas lo ha hecho en un 395%. Y en este periodo, componentes tan importantes para la producción primaria o la industria alimentaria como los cereales se han encarecido por encima del 170%. Y no solo eso. El vidrio, el cartón o el plástico para envases repuntan en el entorno del 120%.

“Trasladado al IPC, los últimos datos disponibles de julio muestras cómo los componentes energéticos explican más del 40% del encarecimiento de precios. Los combustibles han acelerado su encarecimiento un 95,7%, el gas alcanza tasas del 204% y la electricidad se acerca al 50%, después del pico de marzo”, explican desde la patronal de la gran distribución. La tasa de variación anual del IPC del mes de agosto se ha situado en el 10,5%, tres décimas por debajo de la registrada en julio, mientras que la de la alimentación está en el 13,8%, tres más.

Sin embargo, las marcas de alimentación del fabricante subieron sus precios en el mes de julio un promedio del 7,6%, casi la mitad que la inflación, mientras que la marca de la distribución lo hizo en el mismo periodo un 13,8%, en consonancia con el incremento general, según datos de la consultora NielsenQ. Hasta 43 categorías de alimentos crecieron en agosto más que el índice general y cuatro categorías, consideradas básicas dentro de la cesta de la compra, lo hicieron por encima de los dos dígitos. En concreto, las harinas y otros cereales lo hicieron un 39%; las pastas un 30,3%; la leche entera un 26% y los huevos un 22,4%.

Crecen las marcas blancas

Pese a que en julio la marca blanca o del distribuidor (MDD) subió más los precios que la del fabricante (MDF), la inflación en la alimentación está llevando a que muchos consumidores estén optando cada vez más por comprar más productos de marca blanca. Así, según NielsenQ, la marca del distribuidor en alimentación se mantiene fuerte en el mercado y en julio de 2022 alcanzó una cuota del 48,8%, con un crecimiento de 2,4 puntos porcentuales frente al mismo mes de 2021. Se acerca así a la cuota de la marca del fabricante, que es del 51,2%. Los consumidores españoles incrementaron en julio su gasto en marcas blancas un 16,8% y un 2,7% en volumen, frente al 8,5% del incremento del gasto en las marcas del fabricante, que registraron una contracción de la demanda del 0,9%.

Patricia Daimiel, directora general de NielsenQ para el sur de Europa, considera que “todo apunta a que seguiremos en un escenario de crecimiento de los precios promedios, que vendrá seguido de cifras en el volumen más contenidas. Habrá que estar atentos a cómo afecta la inflación, que ya lleva tres meses por encima del 10%, a la renta disponible en los hogares y cómo reajustamos nuestros hábitos de compra, principalmente con marcas de distribución, control de precios y promociones”.

Ante la escalada del IPC, los hogares llevan meses reajustando su presupuesto y preferencias de compra. Hay así un efecto sustitutivo entre productos y marcas, una mayor atención a los precios y promociones y una variación importante de los hábitos de consumo. Según Anged, “la dinámica competitiva de la gran distribución y su amplio surtido de productos y ofertas contribuye precisamente a este ajuste del presupuesto de los hogares. Según los últimos datos disponibles del Panel de Consumidores del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el crecimiento del precio medio pagado por los consumidores (valor de las compras realizadas) lleva cinco trimestres consecutivos por debajo del IPC de alimentación”.

Por su parte, un informe elaborado por Gelt, plataforma de datos de compra de consumidores de España, apunta en la misma dirección cuando refiere que las marcas blancas suben sus precios casi el doble que las del fabricante. En dicho estudio se señala que las marcas blancas subieron sus precios desde enero hasta la mitad del mes de abril ocho puntos porcentuales más que las del fabricante. El cómputo global de incrementos de precio desde enero hasta la mitad de abril fue del 10% en el caso de las marcas de fabricante, frente a un 18% de las blancas.

El problema de fondo es que, en medio de una crisis energética sin precedentes, las Administraciones Públicas están acelerando la espiral de costes en sectores como el comercio. Así, en el último año, las empresas se han visto afectadas por una treintena de medidas que encarecen sus costes por distintas vías: más impuestos y cotizaciones, nuevas obligaciones para el ejercicio de su actividad, importantes requerimientos de inversión para adaptar su negocio a la nueva regulación y altos costes de transacción ocasionados la complejidad y fragmentación legislativa.

También se ha propuesto avanzar más rápido y con mayor carga regulatoria que la recogida en las propias directivas europeas en cuestiones como cadenas de valor, etiquetados, economía circular, plásticos, residuos o transición energética. Incluso de forma fragmentada entre comunidades autónomas. Anged, y el resto de patronales del sector, como Asedas o Aces, reclaman, por todo ello, una bajada del IVA. “En materia fiscal, se puede avanzar en medidas con un impacto más directo en la renta disponible de los hogares, como la reducción del IVA a los alimentos o la deflactación del del IRPF”, aseguran las citadas asociaciones.

Anged, Asedas y Aces han dejado muy claro a la ministra de Trabajo y vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, que no comparten su idea de topar los precios, una medida que consideran ilegal. “Las empresas de distribución ya trabajan para ofrecer una cesta de la compra económica y la dinámica competitiva del sector ha contribuido a amortiguar la fuerte escalada de la energía y las materias primas”, aseguran. En su opinión, “el acuerdo inviable y contraproducente porque parte de un diagnóstico erróneo de la formación de precios en la cadena, porque sería ineficaz y porque la experiencia en otros países ha resultado fallida”.