China levanta miles de macrogranjas verticales con hacinamiento en jaulas

En medio de la polémica suscitada por el ministro Garzón en torno a las supuestas ‘macrogranjas’, el gigante asiático adopta un modelo de explotaciones con hasta 50.000 cerdos frente al máximo de 7.200 cabezas de ganado que admite como límite nuestro país.

Inseminación en jaula, gestaciones grupales, alimentación automatizada, hacinamiento y cerdos que llegan a pesar casi el doble de lo normal, hasta 200 kilos. Es la radiografía del sector porcino en China, con hasta 50.000 cerdos en un mismo complejo. Y no son granjas. Son edificios que se están levantando por todo el territorio, de hasta 13 plantas de altura, para la cría intensiva de ganado porcino con el objetivo no solo de alimentar a la población y reducir la dependencia del exterior, sino también de estabilizar los precios.

En 2018 el gigante asiático sufrió un brote de peste porcina africana que acabó con la mitad de su cabaña de cerdos y, tras una fuerte subida de los precios y la obligación de tener que importar de forma masiva, entre otros países a España, sus autoridades han decidido tomar medidas para que la situación no vuelva a repetirse. Y lo han hecho a lo grande, teniendo en cuenta la necesidad de alimentar a una población que asciende a 1.400 millones de personas y que la carne de cerdo es parte fundamental de su dieta.

Según los últimos datos del ministerio de Agricultura chino, actualmente hay en el país 178.000 granjas de porcino de gran tamaño y, aunque de acuerdo con el censo nacional de cerdas, se habría recuperado ya en un 95% respecto a los niveles previos a la epidemia de peste, durante el último año han surgido nuevos brotes que han vuelto a disparar las alarmas. Pero China no se queda atrás y abre cada semana decenas de granjas por todo el país. No en vano acapara el 43,7% del consumo de carne de cerdo a nivel mundial. Nada más y nada menos que 41,5 millones de toneladas en 2020, más del doble que toda la Unión Europea y cuatro veces más que Estados Unidos. Y la producción interna sigue sin ser suficiente porque se trata, además, del mayor importador del mundo. Compra casi la mitad de toda la carne de cerdo que sale a los mercados internacionales, hasta 5,3 millones de toneladas en 2020.

Lo que está pasando en China explica, además, en gran medida el fuerte crecimiento que está teniendo en España la industria del porcino, con inversiones millonarias en nuevas granjas, fundamentalmente en Aragón y Cataluña, que acaparan ya más de la mitad de la producción. China se ha convertido, de hecho, en uno de nuestros principales mercados y, lo más importante, además, es que España ha alcanzado el liderazgo en el país asiático. Pero la forma de producir aquí, frente a lo que dijo en su entrevista a The Guardian el ministro de Consumo, Alberto Garzón, dista mucho de lo que se está haciendo en China.

“En España no podemos hablar de macrogranjas, hay ganadería intensiva que es absolutamente necesaria dadas nuestras condiciones climáticas porque sería imposible producir de otro modo ante la falta de pastos”, explica Josep Collado, secretario general de Fecic, la Federación Española de la Carne e Industrias Cárnicas. A falta de los datos de cierre del año, entre enero y octubre del pasado ejercicio, las exportaciones de productos cárnicos aumentaron el 6,5% en tasa interanual, hasta alcanzar un total de 8.532. millones de euros. Es una cifra que supone el 3,3% del total de las ventas de España al exterior y que permite arrojar en esos diez primeros meses del año un superávit de 6.704,8 millones, el 5,8% más que en el mismo periodo de 2020.

Al margen de la Unión Europea, China fue el principal cliente del porcino español entre enero y noviembre del año pasado, tras importar 1,20 millones de toneladas. De este modo, se sitúa por delante de mercados como Filipinas, Japón y Corea del Sur, en los que España está tomando también una posición relevante, con volúmenes de ventas superiores a las 100.000 toneladas en cada uno de los casos.

En España hay un total de 88.437 explotaciones de ganado porcino, de las cuales tan solo 2.136 están englobadas dentro del denominado Grupo 3, aquellas que pueden albergar de 201 a 750 madres reproductoras y/o hasta 5.500 animales de cebo. Son 6.250 cabezas en total, aunque las comunidades autónomas tienen potestad para elevar después ese límite otro 20%, hasta alcanzar las 7.200 cabezas de ganado en total.

Dentro del Grupo de explotaciones de carácter reducido, que engloba aquellas que tienen hasta 5 madres reproductoras y un número no superior a 25 animales, hay 16.123 granjas, el 18,23% del total. En el denominado Grupo 1, que engloba a aquellas con entre 6 y 50 reproductoras y/o hasta 350 animales de cebo, hay un total de 18.188, lo que equivale al 20,57% de las explotaciones. En el Grupo 2, donde están las granjas con entre 51 a 200 reproductoras y/o hasta 2.000 animales, hay un total de 9.324 explotaciones registradas, el 10,54% del total. Frente a las críticas de Garzón, el secretario general de la patronal del porcino asegura que en muchas ocasiones las condiciones de bienestar animal, la alimentación y la seguridad están mucho más controladas en las grandes explotaciones que no en las pequeñas. “Son más modernas y más eficientes”, dice Collado, en respuesta a los ataques lanzados por Garzón, que llegó a decir en la prensa británica que España estaba exportando carne de mala calidad de animales maltratados.

Nuestro país es además el único de la UE y del mundo que ha puesto limitación al tamaño de las granjas porcinas, según explica a elEconomista el director de la Asociación Nacional de Productores de Porcino, Miguel Ángel Higuera. En concreto, desde hace dos décadas solo se pueden construir granjas con capacidad de 7.200 animales en el caso de cebo y de 2.880 cabeza para cría.

Esa reglamentación pionera hace que España ocupe el número 10 en Europa en cuanto a tamaño de sus granjas. Un ranking que encabeza Dinamarca, donde la media de sus explotaciones es de 3.500 cerdos, frente a los 500 de España. Nuestro país es también el único que tiene limitada a un kilómetro la distancia mínima para la instalación de granjas porcinas y entre éstas y los núcleos urbanos.