Un entorno equilibrado para alimentos y bebidas

Si bien es cierto que, como sector estratégico y esencial, hemos resistido mejor los estragos de la pandemia que el resto de la industria manufacturera y el conjunto de la economía española, la crisis sanitaria y económica del Covid-19 ha supuesto un golpe para todos los sectores económicos. La industria de alimentación y bebidas no ha sido la excepción, pues la pandemia ha puesto fin a seis años de crecimiento continuado en parámetros de producción, el peso del valor añadido o la creación de empleo. Las fuentes clave para el sector de alimentación y bebidas han sido las más perjudicados de esta crisis. Las limitaciones sobre el sector de la hostelería y la paralización sobre el turismo que ha sufrido nuestro país han sido determinantes para los resultados de la industria de alimentación y bebidas en 2020. Aunque el consumo fuera del hogar se ha ido reactivando poco a poco, las cifras en hostelería y turismo aún están muy lejos del ciclo prepandemia.

Por ello, nos encontramos en un momento de tomar decisiones, de invertir y apostar por uno de los sectores estratégicos de la economía española. Evitar medidas impositivas debe ser la primera condición. Es imprescindible garantizar un entorno competitivo favorable para permitir la recuperación de las empresas. Una hipotética subida de impuestos contraería el consumo y podría provocar el efecto contrario al perseguido, es decir, que bajara la recaudación. Además, este tipo de acciones perjudican especialmente a las rentas más bajas, que son a su vez las más castigadas en esta crisis. Sector privado y entorno público deben trabajar conjuntamente en la búsqueda de soluciones que impulsen la actividad de la industria. De esta manera, los alimentos y bebidas podrán volver a retomar la posición destacada que mantenían no solo dentro de la economía española, sino como referente mundial. Y prueba de ello es que, a pesar del parón internacional, en 2020 se han exportado 33.945 millones de euros.

Somos un sector económico y social fundamental para España. Creamos trabajo y riqueza en todo el territorio nacional, contribuimos a vertebrar la actividad entre el medio rural y la ciudad, y también a mantener el patrimonio cultural gastronómico. Es lógico demandar una especial atención hacia estas empresas y proponer un plan estratégico con mayor dotación e inversiones de los Fondos Europeos para encarar un futuro más sostenible e innovador, en línea con el ambicioso Pacto Verde europeo y el compromiso del sector con la sostenibilidad y los ODS de Naciones Unidas. Estos objetivos se unen a los compromisos que ya mantiene el sector hacia las demandas y necesidades del consumidor, hacia su salud y bienestar a través de una gama de productos rica, variada, de calidad y segura, y de la que pocos países pueden presumir. Estos van a ser meses clave para determinar en qué posición queremos jugar y de qué herramientas nos vamos a valer. Tenemos un sector bien valorado y, por lo tanto, continuaremos trabajando para que la industria española de alimentación y bebidas pise con fuerza en los próximos ejercicios como ya venía haciendo.