314 alertas por óxido de etileno solo desde enero

Este bactericida perjudicial para la salud y prohibido en la UE se ha detectado en alimentos como semillas de sésamo y helados.

Desde el 1 de enero se han cursado 314 notificaciones al RASFF (Sistema de Alerta Rápida para alimentos y piensos) dirigidas a intercambiar información entre las autoridades nacionales para advertir de la presencia de niveles muy elevados de óxido de etileno en determinados productos, tal y como revelan en Ainia, centro tecnológico valenciano especializado en la investigación sobre calidad y seguridad alimentaria. Este laboratorio fue pionero en España en acreditarse para la realización de análisis de óxido de etileno en los alimentos.

“El óxido de etileno es un compuesto que se utiliza tanto como plaguicida para esterilizar material de quirófano como bactericida para evitar la proliferación de insectos caso de gusanos o gorgojos”, explica Roberto Ortuño, responsable de Seguridad Alimentaria de Ainia. El problema es que esta sustancia -prohibida en la Unión Europea-, que puede poner en riesgo la salud, ha saltado a la cadena alimentaria creando cierta inquietud dentro de la industria y distribución alimentarias.

Su presencia se detectó en la aduana belga a finales de año pasado en semillas de sésamo procedentes de la India, y más tarde en otros en productos importados, como jengibre, polvo de cebolla, café, cilantro, apio, cúrcuma, apio, pimienta, etc. Sin embargo, su procedencia no se limita a la India y ha alcanzado a otros países, como República Dominicana, Uganda, Turquía, Etiopia o Reino Unido. Y pese a que en el espacio comunitario se está controlando de forma exhaustiva la posible presencia de lotes de productos contaminados con óxido de etileno, Ortuño explica que “existe un problema de armonización de legislaciones. Hay países donde no está prohibido y la Unión Europea no puede hacer que la legislación de terceros países cambie”.

El problema llegó a la opinión pública cuando en agosto se advirtió de la presencia de muestras de óxido de etileno en decenas de helados de diferentes marcas, que fueron inmediatamente retirados del mercado por las grandes superficies que los vendían, así como en cápsulas y barritas energéticas. En el caso de los helados, se encontraron restos en dos espesantes inocuos que se utilizan habitualmente en su fabricación: la goma de guar y de garrofín. “Son aditivos naturales y muy seguros, si no están contaminados, y lo normal es que no tengan nada de óxido de etileno”, precisa Ortuño.

Riesgo bajo

El óxido de etileno está catalogado como un componente mutágeno, con unas mutaciones que pueden llegar a ser carcinógenas, y tóxico para la reproducción humana. Eso sí, siempre que se superen unos determinados límites de consumo, algo que no ha ocurrido, tal y como explica Ortuño. “Es muy poco probable que los niveles a los que hemos estado expuestos tengan un efecto sobre la salud. Tendríamos que estar expuestos a cantidades altas durante mucho tiempo. Para explicar esto siempre hago un símil con el tabaco: hay que fumar mucho durante mucho tiempo”. Eso no significa, aclara el científico, que en la Unión Europea no protejan la seguridad alimentaria de los productos que se comercializan dentro de sus fronteras. En línea con lo anterior, el responsable de Seguridad Alimentaria de Ainia asegura que en estos momentos los controles que llevan a cabo las autoridades comunitarias están siendo muy fuertes. “Es de esperar que en un plazo relativamente corto no tendremos productos que contengan ácido de etileno en los supermercados europeos, y, por tanto, habremos estado expuestos a él durante un espacio corto, con lo que la probabilidad de que eso tenga un efecto negativo para nuestra salud es muy baja. No debe cundir la alarma, pero conforme se van identificando productos y lotes lo normal es no consumirlos y devolverlos”, concluye Ortuño.