La sostenibilidad en el ámbito de la alimentación

El mundo ha cambiado y tras las diferentes cumbres internacionales celebradas durante el mes de noviembre, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de Glasgow y el encuentro del G20 celebrado en la ciudad de Roma, se ha podido comprobar, de nuevo, la necesidad inmediata de tomar soluciones diferentes a los problemas mundiales actuales. El acuerdo alcanzado por los líderes de las 20 potencias más poderosas del planeta, que representan el 85% de la economía mundial, ha sido muy claro y con un objetivo sin fisuras: limitar el calentamiento global a 1,5ºC, tomando medidas significativas para lograr este umbral, que evite que se disparen los fenómenos meteorológicos extremos.

Por su parte, y a fecha de escritura de este artículo, el borrador del texto de la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26) remite directamente al acuerdo alcanzado en el 2015, limitando el aumento de las temperaturas muy por debajo de los 2 grados y persiguiendo los esfuerzos para no superar los 1,5 grados, “pese los intentos de los países vulnerables para fijar estrictamente el límite en 1,5 grados”.

Desde hace años los científicos nos han estado advirtiendo que, si no se reducen entre un 40% y un 70% las emisiones de gases con efecto invernadero de aquí a 2050, nuestro planeta entrará en un terreno demasiado peligroso cuyas consecuencias son totalmente desconocidas para la humanidad.

Para alcanzar este objetivo, el sector de la alimentación debe ser uno de los pioneros liderando la transformación y el cambio en todas las naciones, evolucionando hacia un sistema más sostenible y respetuoso con el medioambiente. ¿Por qué?

Son varias las investigaciones que revelan que el sector alimentario podría ser altamente contaminante. Según datos de la revista Science, reducir los gases de efecto invernadero del sistema alimentario mundial es esencial para alcanzar el objetivo de limitar esos 1,5 °C. Esta afirmación la corrobora un estudio elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en colaboración con investigadores del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea en Ispra (Italia), según el cual “los sistemas alimentarios del planeta son responsables de más de un tercio de las emisiones antropógenas mundiales de gases de efecto invernadero (GEI)”. Según este análisis, las emisiones procedentes de estos sistemas, desde la producción agrícola hasta el envasado y la gestión de residuos, ascendieron a 18.000 millones de toneladas de equivalente de dióxido de carbono en 2015 (año marcado como referencia).

Además de los datos anteriormente citados, en el estudio se menciona cómo los sistemas alimentarios mundiales han ido, durante el paso de los años, consumiendo cada vez más energía. Por ejemplo, “el envasado también tiene una gran responsabilidad en la contaminación mundial. La investigación de Naciones Unidas revela que este proceso contribuye actualmente con un 5,4 % a las emisiones mundiales de los sistemas alimentarios, más que cualquier otro factor de la cadena de suministro, incluido el transporte”.

A todo ello hay que sumar que el consumidor post-pandemia es un consumidor hiperconectado. Los mecanismos han cambiado. En tiempo real obtiene toda la información disponible sobre el origen y tratamiento de los productos, sobre lo que compra y consume, estando dispuesto a cambiar su preferencia en base a nuevas prioridades más responsables y a través de las cuales se sienta reflejado en su día a día.

Ante este panorama de cambio de paradigma global, las empresas del sector somos una pieza clave. En Kellogg, desde nuestro origen, hemos apostado por la sociedad y el planeta con iniciativas realistas, pero a la vez ambiciosas. Nos hemos comprometido y estamos trabajando en reducir cada año nuestra huella de carbono minimizando el consumo energético en nuestras instalaciones, ocupándonos del origen de nuestros ingredientes o encontrando nuevas formas más sostenibles de envasar y transportar nuestros productos.

Por ejemplo, desde este año estamos utilizando un nuevo paquete de cereales con menos espacio de aire y embalaje, lo que significa que utilizaremos 190 toneladas menos de cartón y plástico al año; lo que, combinado con la eficiencia del transporte, supondrá eliminar 700 toneladas de carbono al año.

Además, apoyamos a las personas que cultivan los cereales que utilizamos para elaborar nuestros alimentos. En España nuestro programa Origins, en marcha desde 2013, mejora la sostenibilidad del cultivo del arroz desde el punto de vista económico, social y medioambiental. Este programa nació para ayudar a los agricultores locales de la zona del Delta del Ebro a implementar prácticas de agricultura sostenible, en colaboración con el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA). Dentro del programa se estudia cómo el cultivo de arroz afecta al cambio climático y se investigan técnicas agronómicas que reduzcan este impacto; como la siembra en seco, el riego intermitente o el momento de incorporación de la paja en los arrozales para reducir las emisiones de metano.

Los consumidores nos demandan ser sostenibles. Las grandes compañías desempeñamos un papel fundamental a la hora de asegurar que se alcanzan los objetivos globales de mitigación del cambio climático. Nuestro sector es clave para ayudar al planeta. Los gobiernos del mundo tienen la responsabilidad global de ir en una única dirección y nosotros, desde las empresas, tenemos la obligación con nuestros consumidores y el planeta de seguir respondiendo con medidas que nos permitan reducir el uso de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero. Juntos lo conseguiremos. El momento es ahora. Hagámoslo.