La comida de Navidad se encarece
más de un 30% y bate récord
Los costes de la energía, el encarecimiento de las materias primas y los problemas de suministro y transporte están impactando en la cesta de la compra de cara a las fiestas.
La comida de Navidad será este año más cara que nunca, con subidas en los mercados de más del 30% en algunos pescados y mariscos, en el capón o en el pavo, y de hasta el 25% en el caso del cochinillo, según se refleja ya en los mercados. Y el problema es que lo peor puede estar por venir, según advierten desde el sector, con los consumidores adelantando las compras por miedo al desabastecimiento. Los precios de los alimentos subieron en octubre por tercer mes consecutivo hasta alcanzar el máximo desde julio de 2011, según el índice que elabora la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Este índice sitúa ya el coste en 133,2 puntos, lo que supone un 40% más respecto al inicio de la pandemia (en marzo de 2020 estaba en 95,1 puntos) y eso es algo que se nota ya en la cesta de la compra. En España, de acuerdo con los últimos datos del INE el aceite sube ya un 26% en lo que va de año; los refrescos un 10,7%; la carne de ovino y caprino un 7,2%; las pastas un 7%; los huevos un 4,3% y el pan un 2,1%. El mes pasado, de hecho, se registró la mayor subida interanual de los precios de alimentos no elaborados (1,7%) desde 2013 y el temor es que esta subida, según advierten desde el comercio, la alimentación y la hostelería, vaya a más.
Lo advirtió hace unas semanas Ignacio González, presidente de Aecoc, durante la celebración en Barcelona del congreso anual de esta asociación de gran consumo. “Los costes de la energía, el encarecimiento de las materias primas y los problemas con el transporte y el suministro ya está impactando en el IPC y hay un riesgo real para la recuperación”, aseguró. Para González “estamos ante una tormenta perfecta y va a haber mucha tensión, porque nuestros márgenes son muy ajustados”.
En Fiab (Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas) también alertan de la gravedad de la situación provocada por el incremento inflacionista en costes energéticos, materias primas y auxiliares, así como sobre las dificultades de aprovisionamiento. “Esto, en su conjunto, supone una seria amenaza para las empresas y el empleo en el sector, que aún se encuentra en un proceso de recuperación de la crisis provocada por la pandemia”, refiere su director general, Mauricio García de Quevedo.
Al igual que la industria, las principales patronales de distribución alimentaria advierten de lo delicado de la situación actual. Por ejemplo, desde Anged (Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución), entre las que se encuentran Alcampo, Carrefour, Eroski o El Corte Inglés, comentan que “con las tensiones inflacionistas, motivadas principalmente por la subida de electricidad, sería preocupante una subida de impuestos, puesto que con ello se produciría un grave deterioro de los márgenes para las empresas y ser ralentizaría la recuperación económica”. No entran a valorar las posibles subidas de precios de las compañías a las que representan, ya que, dicen, no es de su competencia.
Aurelio del Pino el presidente de Aces (Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados) razona que, debido a que “la energía eléctrica, tras la remuneración del personal y el mobiliario, es el principal coste de explotación de los supermercados, los incrementos de las tarifas inciden de manera muy directa en la cuenta de explotación de las tiendas. Las tres cuartas partes del coste energético de la estructura operativa de las tiendas y de los almacenes se dirige al mantenimiento de equipos de frío”.
En cuanto al sector de la restauración, Emilio Gallego, secretario general de Hostelería de España, entidad que agrupa a 300.000 restaurantes, bares y pubs, la mayoría independientes, subraya que “el incremento generalizado de los precios, especialmente del sector energético, amenaza con lastrar el comienzo de la recuperación del sector, que empezaba a vislumbrarse por el decaimiento progresivo de las restricciones y la recuperación de la demanda. En hostelería el incremento generalizado de los costes puede suponer una pérdida de entre 3 y 4 puntos en el ajustado margen de los negocios.
Ignacio García Magarzo, director general de la patronal de supermercados Asedas niega sin embargo que los precios se estén disparando y destaca, por su parte, los esfuerzos de la distribución para que la situación creada afecte lo menos posible a los consumidores. “El mercado de la alimentación es uno de los más competitivos de nuestro país y hay muchos operadores trabajando para que el impacto sea el menor posible, porque el incremento de precios conlleva bajadas en el consumo y pérdida de clientes hacia otras enseñas”, asegura. “Hasta ahora, esto se ha estado consiguiendo, ya que el IPC de alimentación se sitúa muy por debajo del IPC general”, insiste.
El encarecimiento de los suministros y las materias primas ha motivado ya que algunas empresas hayan subido precios o anunciado que lo van a hacer próximamente. Es el caso de Campofrío, cuyo consejero delegado, Javier Dueñas, reveló recientemente que ante el encarecimiento de las materias primas y del coste de la energía la compañía “está revisando el portafolio de productos y habrá que afrontar la subida de precios”. Ebro Foods, fabricante de marcas de arroz como SOS, también ha reconocido haber subido los precios de su pasta y arroz ante el imparable alza de costes. Pone como ejemplo el caso del transporte marítimo o los fletes, “que se han llegado a multiplicar por diez” en el caso de los productos de origen asiático.
Asimismo, en Dcoop, una de las grandes cooperativas agroalimentarias de España, reconoce que, ante la actual situación de encarecimiento generalizado, van a subir el precio de sus productos: aceite, aceitunas, leche de cabra, vino o frutos secos. Su vicepresidente, Ángel Villafranca, apunta también a los fletes, que se han multiplicado por dos y hasta por diez. “Antes un contenedor costaba 1.400 euros y ahora cuesta 20.000. En productos como el aceite o el vino no puedes pagar por un flete 16.000 o 20.000 euros, y esas dificultades nos están llegado”, refiere.