Ganadería y sostenibilidad

La sostenibilidad de las producciones ganaderas es una preocupación legítima de las sociedades en las que están inmersos los sistemas de producción animal. Bajo este concepto se engloban aspectos relacionados con la contribución de la ganadería al cambio climático, el impacto ambiental, el bienestar y la sanidad animal, la seguridad alimentaria y la contribución al desarrollo territorial.

Según el informe Cambio climático y uso de la tierra del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (Ipcc) del año 2019, la Agricultura contribuyó globalmente al 11,92% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) durante el período 2007-2016. A la producción ganadera se le atribuye como principal contribución al cambio climático la emisión de metano, el gas con mayor importancia dentro del espectro de GEIs emitidos por la Agricultura. Según este mismo informe, las emisiones de metano corresponden, en equivalentes de CO2, al 64,5% de las emisiones de la Agricultura. Asumiendo como emisiones de la ganadería este porcentaje, la contribución de la ganadería al total de las emisiones de GEI durante el período sería del 7,68%. En España, los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico sitúan las emisiones de la ganadería en un porcentaje muy similar.

La tierra es simultáneamente una fuente y un sumidero de carbono debido a causas tanto antropogénicas como naturales, haciendo difícil muchas veces separar los flujos de carbono asociados al manejo del uso de la tierra de los naturales. La mayoría del metano producido por la Agricultura es el producto de la fermentación entérica de los alimentos que se produce en el tracto digestivo de los animales rumiantes -vacuno, caprino y ovino-, siendo muy marginal en los cerdos y las aves. Aunque tiene un potencial de contribuir al calentamiento global 28 veces superior al CO2, su tiempo de vida medio en la atmósfera es de solo 12 años frente a cientos de años en el caso del CO2. En su mayor parte, al cabo de este tiempo, el carbono del metano se convierte en CO2, y en una pequeña proporción, en otros compuestos carbonados de menor contribución al calentamiento. Así, las emisiones de metano de los animales forman parte de un ciclo natural, en el que el carbono atmosférico es fijado por las plantas, las plantas son consumidas por los animales y estos liberan el carbono de nuevo a la atmósfera en forma de metano, que al reconvertirse a CO2 vuelve a ser fijado por las plantas. Esto significa que el calentamiento que produce el metano se reduce también dentro de este ciclo natural, al contrario de lo que ocurre con la emisión de GEI a partir de fuentes fósiles almacenadas durante miles de años en el subsuelo que se liberan de golpe a la atmósfera sin sumideros que puedan atenuar el calentamiento.

Pero lo que es más importante, debido a este corto tiempo de vida atmosférico, si se reducen las emisiones de metano, su concentración en la atmósfera se reduce relativamente rápido. Esto presenta una oportunidad de mitigación, lo que convierte a la ganadería, aplicando las técnicas adecuadas para reducir las emisiones de metano, en una solución para enfrentar las consecuencias del cambio climático y no en un problema. La aplicación de tecnologías que mejoran la eficiencia de la producción es también una aportación adicional a la reducción de la huella de carbono de los sistemas de producción animal, sobre todo de aquellos que demandan una mayor cantidad de recursos para su funcionamiento. La inclusión de avances tecnológicos en la cadena de producción cárnica permite incrementar la eficiencia productiva en cuanto a la utilización y gestión de recursos, logrando adoptar decisiones que conllevan un ahorro sustancial en la utilización de insumos. Así, la obtención de más kilogramos de carne con cada vez menor cantidad de recursos redunda en una disminución de la huella de carbono por unidad de carne producida.

La ganadería también cumple importantes funciones ecosistémicas. En primer lugar, mediante el reciclado de nutrientes, produciendo estiércol, lo que se convierte en una fuente de nutrientes valiosa para las plantas que reduce la necesidad de fertilizantes químicos. Por otra parte, mediante la conversión de materiales no consumibles por el hombre en productos alimentarios de alta calidad, altamente palatables y que añaden diversidad a la dieta, lo que permite mantener importantes ecosistemas que no serían viables sin su utilización ganadera, como amplias extensiones de terrenos montañosos y de sierras donde pastorean vacunos, ovinos y caprinos, o las dehesas de nuestros territorios, hábitat preferido del cerdo ibérico. Además, el manejo de la vegetación a través del pastoreo proporciona beneficios ambientales adicionales como la reducción del riesgo de incendios y el mantenimiento de las comunidades deseadas de plantas. Por tanto, ecosistemas tan importantes como los que acaban de citarse dejarían de ser sostenibles sin la presencia de la ganadería.

Las actividades ganaderas proporcionan al mismo tiempo servicios ecosistémicos que contribuyen a la conservación de los espacios naturales y a la viabilidad del medio rural en el que se asientan, convirtiéndose en numerosos casos en una estrategia esencial para el desarrollo territorial. La ganadería permite en los citados territorios fijar población rural y dinamizar la economía de unas zonas rurales, que sin esta actividad hubieran sufrido mermas importantes en las tres dimensiones de la sostenibilidad: económica, social y medioambiental.

Finalmente, la incorporación paulatina de nuevas tecnologías en seguridad alimentaria y sensores no destructivos para el control de procesos y productos tanto en las explotaciones ganaderas como en las industrias transformadoras añade un valor adicional a los altos estándares de calidad de las producciones ganaderas del ámbito de la Unión Europea. Así, estas tecnologías pueden ofrecer datos fiables para el consumidor final acerca del tiempo que el animal ha estado sobre un sistema de hierba o acerca del respeto a pautas de bienestar animal, convirtiéndose las nuevas tecnologías digitales en un buen aliado para la sostenibilidad de la producción ganadera. Permiten igualmente asegurar la trazabilidad y la transparencia de la cadena, lo que sin duda añade valor al producto y logra una mayor satisfacción para el consumidor y el productor.