Casi el 30% de los residuos del contenedor amarillo son impropios

Según Ecoembes es habitual que los ciudadanos tiren en estos cubos objetos que no corresponden como cables, guantes de goma, perchas, ropa, aparatos electrónicos o muebles. Depositar este tipo de material en el contenedor equivocado puede contaminar el flujo de reciclaje.

La preservación del medio ambiente se ha convertido en un motivo de preocupación para gobiernos, empresas y la sociedad en general, especialmente durante los últimos años. El daño que el hombre ha causado en el planeta a lo largo de la Historia ha hecho que la contaminación alcance niveles alarmantes y cada vez más visibles en forma de violentos fenómenos meteorológicos, una grave pérdida de biodiversidad o la escasez de recursos naturales tan importantes como el agua.

En la mayoría de los países, la sostenibilidad se ha convertido ya en un pilar fundamental de la política, y los gobernantes trabajan para promover la colaboración ciudadana a la hora de proteger el entorno. Sin embargo, la preservación de los recursos naturales no debe ser concebida como una obligación, sino como un acto de responsabilidad por parte de toda la población que habita este planeta.

Afortunadamente, cada vez son más las personas que están adoptando beneficiosos comportamientos ambientales como el reciclaje. Así lo refleja el estudio Hábitos de la Población Española ante el reciclaje, realizado por el Instituto Catchment para Ecoembes, y según el cual cuatro de cada cinco ciudadanos -el 82,9% de los encuestados- declaran tener, de media, tres cubos o espacios en casa para separar los residuos. El informe afirma que los recicladores suelen destinar una de las bolsas a almacenar los envases que van al contenedor amarillo, pero lo cierto es que un significativo porcentaje de la población no sabe con exactitud qué tipo de productos se pueden tirar en él.

Material escolar, cables, guantes de goma, perchas, cubos, ropa, aparatos electrónicos o muebles son algunos de los objetos que se suelen encontrar en estos contenedores. Según datos de Ecoembes, el porcentaje de residuos impropios o que se dejan en un lugar equivocado alcanza el 29,8% en España, una circunstancia que puede contaminar el flujo de reciclaje y causar daños costosos en la maquinaria, según la Agencia de Protección Ambiental. Los últimos datos publicados por la entidad que gestiona los residuos depositados en los contenedores amarillo y azul señalan que en 2021 los españoles enviaron a las plantas homologadas un total de 1.570.513 toneladas de envases de plástico, metal, brick, papel y cartón. Gracias a los millones de envases que se enviaron a reciclar en 2021, se evitó la emisión de 2,05 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, el equivalente a lo que emiten las calefacciones de Asturias en un año. Además, se ahorraron 20,50 millones de metros cúbicos de agua y 5,27 millones de MWH de energía.

Selección de envases

Todos los envases del contenedor amarillo son trasladados a las plantas de selección para iniciar el proceso de reciclaje. Estas instalaciones se encargan de separar y fraccionar los residuos por el tipo de material para posteriormente ser enviados a las plantas de reciclaje.

El primer paso es acumular todos los residuos recogidos por los camiones en un área de recepción para que unas enormes cintas los transporten a la zona de clasificación. Allí se realiza una primera revisión manual en la que se retiran los materiales no aptos y los residuos más voluminosos. Después, los envases entran en una criba giratoria que deja caer por sus agujeros las bolsas y los envases sueltos separando los de mayor tamaño y, a continuación, una máquina clasifica los envases según su forma, peso y tamaño para facilitar su tratamiento.

Posteriormente, un gran aspirador aparta las bolsas de plástico para que el resto de materiales puedan pasar por un separador magnético que selecciona únicamente los envases metálicos y un sistema de separadores ópticos se encarga de categorizar los envases PET, PEAD, Brik, FILM y plástico mezcla. Finalmente, se separan las latas de aluminio.

Cuando todos los envases están clasificados según sus grupos correspondientes, son transportados a una prensa que los aglutina, conformando moles de los distintos materiales. Las balas resultantes son lavadas y secadas con el fin de eliminar las impurezas transportarlas de forma más sencilla a las empresas de reciclaje correspondientes, donde iniciarán el proceso de transformación para tener una segunda vida con otros formatos.

Gracias a este procedimiento, el reciclaje de materiales depositados en el contenedor amarillo permite generar nuevos productos y materiales, contribuyendo notablemente a la preservación del planeta y a frenar los efectos del cambio climático.