Javier Garat, secretario general de la Confederación Española de Pesca (Cepesca): “Europa necesita proteger su soberanía alimentaria para no incrementar la dependencia de terceros”

El sector de la pesca en España y Europa enfrenta un año de renovados retos y de nuevos desafíos económicos y medioambientales en los que Javier Garat, desde la secretaría general de Cepesca y la presidencia de la Coalición Internacional de Asociaciones Pesqueras desempeñará un papel determinante.

Aun siendo especialmente vulnerable al disparado precio del combustible y capeando las dificultades de descarbonizar su flota, el sector pesquero sigue esforzándose en adaptarse a las políticas verdes. En Europa, ha reducido sus emisiones un 48% respecto a 1990 y está cerca del 55% previsto para 2030.

El Parlamento acaba de aprobar la Ley de Pesca Sostenible, ¿cree que el texto se adecúa a la realidad diaria del sector pesquero español?

Nos hubiera gustado que hubieran tenido más en cuenta nuestros comentarios porque de las 46 propuestas de modificación que presentó Cepesca sólo se han aceptado un par de ellas. Afortunadamente, hemos conseguido que no se modificaran los criterios de reparto de las posibilidades de pesca, porque eso hubiera provocado serios perjuicios a muchas empresas, atentando incluso contra la seguridad jurídica de las mismas.

No obstante, no se han aceptado otras enmiendas sobre asuntos que nos preocupan. Una de ellas es la que se refiere a la posibilidad de dar entrada en el censo cerrado a buques que no tengan derechos históricos, porque eso puede romper el equilibrio conseguido durante los últimos años.

Por otro lado, vemos que quedan muchos artículos pendientes de desarrollo reglamentario y esto nos genera gran inseguridad.

El sector se muestra especialmente preocupado por el artículo que se refiere a la gestión de las posibilidades de pesca no utilizadas. ¿Por qué?

El Gobierno ha decidido considerar las cuotas pesqueras como “un bien común”, no como una propiedad de los armadores, y por eso prevé expropiárselas a quienes no las utilicen durante dos años seguidos. Quieren acabar con lo que ellos llaman “armadores de sofá”, es decir, aquellos que alquilan sus cupos y no los pescan con sus barcos.

En primer lugar, nuestros armadores consideran un insulto que el Gobierno utilice esta expresión para referirse a ellos pero, además, la medida podría suponer un enorme perjuicio para las empresas que llevan años invirtiendo para poder contar con las suficientes posibilidades de pesca y asegurar su rentabilidad a futuro.

La ley no incluye un plan de descarbonización de la flota ni una estrategia de adaptación de la pesca al mismo. ¿Qué iniciativas está desarrollando Cepesca para cumplir con los compromisos de descarbonización que marca el Pacto Verde europeo?

Los compromisos adquiridos en este ámbito por la Unión Europea están muy bien para aquellos sectores en los que existe una alternativa; el problema es que nosotros no tenemos ninguna solución que sea viable y nos permita tener cobertura en todo el mundo.

Desde Cepesca estamos intentando buscar alternativas y, de hecho, nos hemos integrado en la Plataforma para la Promoción de Ecocombustibles.

Pero hay que tener en cuenta que la flota pesquera es un segmento muy difícil de descarbonizar ya que la autonomía que precisa esta actividad sólo es posible mediante el uso de hidrocarburos con alta densidad energética. El almacenamiento a bordo de combustibles alternativos como el hidrógeno, LNG, LPG, amoniaco, metanol o etanol, requeriría de instalaciones especiales, por lo que sería necesario el diseño de nuevos buques y habría que prever ayudas para su construcción.

A pesar de todo, la flota pesquera europea ha reducido sus emisiones en torno a un 48% desde los años 90 y estamos cerca de alcanzar el 55% previsto para 2030.

El sector puso en marcha en 2021 el proyecto Reduse para impulsar el ecodiseño de las artes de pesca y definir una propuesta de sistema de gestión para la recogida, tratamiento y procesamiento sostenible de los residuos derivados de artes y aparejos de pesca. ¿Qué resultados ha obtenido y cuáles son las perspectivas de futuro?

El objetivo era promover un modelo de gestión responsable de este tipo de residuos. Se consiguieron establecer 17 acuerdos de colaboración con 21 agentes del sector y se han desarrollado 10 pilotos en puertos de Baleares, Galicia, Asturias, Cantabria y Andalucía, así como en dos empresas, Grup Balfegó y Redes Tambores.

Todo esto se ha traducido en el diseño de 15 modelos de gestión de redes de pesca y en la creación de nuevos productos a partir de los plásticos procedentes de los residuos.

A esta iniciativa se suman otros proyectos medioambientales y muchos de ellos relacionados con la basura marina...

La estrategia sectorial de Cepesca contempla la contribución del sector pesquero a la reducción de las basuras marinas, de las que nuestros armadores recogen todos los días toneladas. Antiguamente se volvían a tirar al mar pero, gracias a las acciones de sensibilización que desarrollamos desde hace años, estos residuos se traen a puerto y se clasifican para darles una nueva vida.

El año pasado pusimos en marcha los proyectos Actuazul y Seayoyrlitter. El primero, para cohesionar las poblaciones costeras mediante la creación de oportunidades en el ámbito de la economía azul, y el segundo para prevenir la contaminación de mares y océanos, con la participación del sector en acciones de recogida -donde la flota de arrastre tiene un valor estratégico- y de sensibilización. También estamos involucrados en proyectos como el de ‘Mares Circulares’ de Coca-Cola y ‘Upcycling the Oceans’, de la Fundación Ecoalf.

Este tipo de planes se realizan en diferentes países y, como parte de la Coalición Internacional de Asociaciones Pesqueras, estamos intentando coordinarnos para desarrollar un proyecto en toda Europa o, incluso, a nivel mundial.

También acaba de poner en marcha Pescazul, una iniciativa en la que, además de Cepesca, participa la Federación Nacional de Cofradías y la acuicultura (Apromar). ¿Cuáles son sus objetivos?

La misión es promover un análisis de la cadena de valor de la pesca, por lo que participamos los distintos eslabones.

Así, somos capaces de identificar puntos críticos de mejora, implementar avances innovadores y desarrollar una estrategia nacional ‘Del mar a la mesa’ en el marco de la estrategia diseñada por la Unión Europea ‘De la granja a la mesa’. Además, procuramos alinear el sector pesquero con los objetivos de crecimiento azul, los de desarrollo sostenible y los del Pacto Verde Europeo.

¿Qué opinión le merece el resultado de las recientes negociaciones de TAC y cuotas de pesca para 2023?

Considero que son resultados desiguales en función de las distintas pesquerías y flotas. El incremento de cuotas para especies como la merluza, el gallo, el rape, la caballa o el merlán en aguas del Cantábrico Noroeste y del Golfo de Cádiz supone una buena noticia para las flotas beneficiadas, pero el resultado para los pescadores del Mediterráneo ha sido decepcionante y, además, se ha recortado en un 7% de los días de pesca. Esto significa que muchos barcos van a disponer de menos de 150 días para pescar al año, sumado al hecho de que se han cerrado muchas zonas para proteger ejemplares juveniles y reproductores.

Los pescadores del Mediterráneo, que ya están al límite y han hecho grandes esfuerzos en los últimos tres años para revertir la situación de las poblaciones de peces, han visto cómo el comisario Sinkevičius no ha reconocido estos sacrificios y ha forzado un nuevo giro de tuerca que pone en peligro la viabilidad de muchas empresas de las cinco autonomías mediterráneas, sin esperar a conocer los resultados positivos de las medidas ya aplicadas.

El Gobierno acaba de constituir la mesa de la Ciencia Pesquera. ¿Qué beneficios podría aportar este órgano a la hora de analizar el estado del recurso pesquero y mejorar las negociaciones en el ámbito comunitario e internacional?

Creemos que las decisiones sobre gestión pesquera deben basarse en la mejor ciencia disponible y, por eso, llevamos años colaborando con profesionales de este sector.

Por tanto, necesitamos un organismo que sea muy práctico y que realmente ofrezca respuestas a nuestras necesidades, habilitada para enfrentar los problemas que se presenten.

Tanto en el escenario internacional como en el europeo nos topamos con muchos actores que quieren acabar con la pesca y con los productores de la proteína animal más saludable del mundo y con menor huella de carbono en su producción. El pescado, además, es altamente beneficioso para la salud e, incluso, produce felicidad de forma natural, generando serotonina, pero quienes piensan lo contrario suelen usar una ciencia “manipulada”. Necesitamos contar con posiciones independientes para defender los intereses de España y de nuestros pescadores.

Si queremos equilibrar la preservación de la biodiversidad con el uso sostenible de los recursos pesqueros y la seguridad alimentaria, necesitamos basarnos en los datos que aporta la ciencia y no en las emociones en las que se apoyan las campañas demagógicas.

A nivel internacional, el sector también deberá afrontar la posible reforma de la Política Pesquera Común (PPC). ¿Cuáles son los principales retos de esta ley en materia de cambio climático?

Por el momento estamos observando que la Unión Europea no tiene voluntad de aplicar cambios; se está limitando a insistir en su correcta aplicación y en aumentar los controles.

Nosotros defendemos que el problema no es la aplicación, sino el mal diseño de ciertas normas; es el caso de la obligación de desembarque, sobre la que las voces de no pocos científicos proponen un replanteamiento y el uso de un enfoque distinto que evite capturas no deseadas y que también elimine los descartes.

Asimismo, el sector y los científicos subrayamos la imposibilidad de alcanzar el Rendimiento Máximo Sostenible (RMS) para todas las especies al mismo tiempo y la necesidad de revisar algunas medidas de la propuesta de Reglamento de Control como el margen de tolerancia, igualmente imposible de cumplir.

En cuanto a los efectos del cambio climático, es evidente que debemos seguir de cerca las consecuencias. Vemos cómo millones de peces se desplazan ahora hacia el norte; la merluza, por ejemplo, llega ahora hasta Noruega, y esto está generando nuevos conflictos entre países.

Querríamos que la Comisión Europea fuera más sensible con el sector pesquero, con los pescadores y con los agricultores, ganaderos y productores de alimentos en general. Nos gustaría que reconociera los sacrificios realizados y que ayudase a proteger la soberanía alimentaria.

Hemos asistido ya a traumáticos cambios por la dependencia del gas ruso, por las materias primas de China y por la pandemia... Ojalá no termine ocurriendo lo mismo con los alimentos.