España invertirá 2.500 millones en restaurar sus ríos

La hoja de ruta diseñada por el Miteco aspira a recuperar 3.000 kilómetros de tramos fluviales amenazados por la expansión de especies invasoras o la modificación de los cauces.

El agua de casi la mitad de los ríos españoles se encuentra en mal estado ecológico, tal y como recoge el borrador de la Estrategia Nacional de Recuperación de Ríos 2022-2030. La hoja de ruta elaborada por el Ministerio para la Transición Ecológica contempla una inversión de 2.500 millones de euros para impulsar la recuperación de 3.000 kilómetros de tramos fluviales y cumplir así con lo establecido en la Directiva Marco del Agua.

El documento, que el pasado mes de diciembre cerró el proceso de información pública, señala que en el conjunto de las 12 demarcaciones hidrográficas de ámbito intercomunitario -incluidas Ceuta y Melilla-, “casi un 54% de las masas de tipo río se encuentran en buen estado o potencial, mientras que el 46% sigue por debajo del buen estado o potencial”. Así, el mapa fluvial de España refleja que las cuencas con peores datos son, por este orden, la del Duero, la del Guadiana y la del Júcar.

El texto también reconoce que “a pesar de la mejoría experimentada en el estado de las masas de agua a lo largo de los diferentes ciclos de planificación, no se han alcanzado los objetivos ambientales planteados para el año 2021”.

La presencia de numerosas obras transversales, la alteración que en los últimos años ha experimentado la vegetación ribereña y la creciente introducción de especies invasoras son las principales amenazas que, según el borrador, afectan a los ecosistemas fluviales.

Barreras que fragmentan los cauces

La fragmentación de los hábitats fluviales producida por obras transversales como presas, azudes o losas, cobra especial relevancia debido a los negativos efectos que estas construcciones tienen en las especies piscícolas migradoras, y también por los desequilibrios que provocan en el régimen y transporte de sedimento que acaban intensificando los procesos erosivos de las corrientes fluviales.

Tanto es así que un estudio desarrollado por la Universidad de Barcelona y la Universidad de la Rioja revela que la acumulación de sedimentos, ligados a la agricultura intensiva y a la deforestación de los bosques de ribera, causa un daño mayor en los cursos fluviales que los nitratos.

Según el Miteco, en los cauces españoles existen más de 18.500 construcciones transversales, especialmente azudes y presas con una altura inferior a los dos metros, seguido de obras de paso con elementos de drenaje. También calcula que hay alrededor de 14.600 obras longitudinales que impiden al agua llegar a los ecosistemas de las riberas o las llanuras de inundación.

De hecho, el proyecto Adaptive Management of Barriers in European Rivers (Amber), que recoge el número de construcciones fluviales que existen en toda Europa, afirma que España se posiciona como el tercer país del continente con más barreras en los cauces, sólo por detrás de Alemania y Suiza, con un total de 171.203 barreras, lo que supone un 14% del total europeo que se estima en un millón.

“Se considera necesario abogar por la conectividad de los sistemas fluviales desde el punto de vista de la recuperación de los flujos de materia y energía relacionados con los caudales líquidos y con los sedimentos, siendo fundamental el fomento de las acciones destinadas a la demolición de aquellas presas que carezcan de una concesión vigente o que se encuentren en desuso”, recoge el texto.

Aunque todavía quedan muchas infraestructuras con potencial para ser eliminadas, en España se han ido retirando barreras obsoletas desde que se puso en marcha la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos, hace 17 años. No obstante, en 2021 fue el país de Europa que más obstáculos eliminó: 108 presas, represas y azudes que alteraban los ríos, casi la mitad de los 239 desmantelados en el continente, según datos del proyecto Dam Removal -Eliminación de Presas-, coordinado por la organización World Fish Migration.

Estos trabajos se han visto espoleados por los recientes avances de la legislación española, que obliga a las empresas concesionarias a derribar las presas que han estado utilizando una vez terminada una concesión, y también a pagar de su propio bolsillo la restauración de ese tramo de río. Además, según la recién aprobada Estrategia de Biodiversidad de la Unión Europea señala que de aquí a 2030 al menos 25.000 kilómetros de río deben estar libres de obstáculos.

En este sentido, Europa pretende seguir el camino marcado por países como Estados Unidos que, en los últimos años, está llevando a cabo el mayor proceso de desmantelamiento de presas de la historia como parte de los trabajos de restauración de diferentes sistemas fluviales.

Especies invasoras

La expansión de especies exóticas invasoras se considera la segunda causa de pérdida de biodiversidad a nivel global, sólo por detrás de la destrucción o alteración de los hábitats naturales. Actualmente, los ríos de España se encuentran repletos de estas especies que, como describe la estrategia, “constituyen una amenaza para los ecosistemas fluviales, causando pérdidas importantes tanto económicas como en la biodiversidad”.

Según la “Lista de especies exóticas potencialmente invasoras en la península ibérica 2020” existen 306 especies animales y vegetales exóticas en los ríos, lagos y estuarios españoles, a las que hay que sumar otras 272 que son susceptibles de serlo en un futuro inmediato. Además de desplazar a los organismos autóctonos, especies como el siluro, el mejillón cebra, el camalote, la rana de uñas africana, el cangrejo señal o la almeja de río asiática causan graves daños a la economía nacional por los efectos que provocan en el sector pesquero y agrícola, así como en los espacios y naturales en general e, incluso, en infraestructuras públicas.

Cambio climático y vegetación de ribera

La vegetación de ribera se ha convertido en un elemento clave para la detección y el análisis de las alteraciones a las que se ven sometidos los ecosistemas acuáticos, ya que constituyen corredores ecológicos vertebradores del territorio, de sus procesos y de las especies.

Este tipo de vegetación también sirve para amortiguar el efecto de las riadas, reducir la pérdida de suelo por efecto de la erosión, estabilizar las orillas y favorecer la deposición de sedimentos en el cauce y en sus riberas.

Complementariamente, contribuye a modificar las condiciones microclimáticas del entorno, atrapar carbono atmosférico, mitigar la propagación de incendios forestales y aportar beneficios sociales y recreativos.

Sin embargo, el mantenimiento de todas estas funciones se está viendo considerablemente mermado debido a la pervivencia de malas prácticas como captaciones de agua, la regulación de caudales, el uso ganadero y agrícola, los incendios o la contaminación y podría peligrar todavía más en el contexto de un ambiente cambiante como el actual a consecuencia del cambio climático.

Los fenómenos meteorológicos cada vez más extremos están haciendo que los ríos cambien “su régimen de temporalidad, pasando de permanentes a estacionales y de estacionales a efímeros”. Este proceso, explica el documento, podría causar “un cambio en los ciclos biogeoquímicos y una pérdida de biodiversidad asociada”.