El Miteco adjudica el primer trasvase de sedimentos en el Ebro

Los trabajos pretenden determinar la metodología más eficiente para desplazar la arena acumulada a las zonas con mayor erosión. Las actuaciones, que se centrarán en el tramo final del Segre, se enmarcan en el Plan de Protección del Delta, amenazado por los envites del cambio climático.

Una Reserva de la Biosfera de tal relevancia como lo es su estado de emergencia y de vulnerabilidad. El Delta del Ebro desaparece; su estado de regresión, de hundimiento y, también, sus cotas de salinización, colocan esta joya medioambiental, el tercer mayor delta de todo el Mediterráneo, en un enorme riesgo tanto para su propia supervivencia como para la de la de biodiversidad que atesora y, asimismo, para la forma de vida en la que más de 50.000 personas encuentran en él su sustento.

Urgido por una situación que no puede más que agravarse si no se atiende convenientemente, el Ministerio para la Transición Ecológica, a través de la Confederación Hidrográfica del Ebro, continúa implementando su Plan de Protección del Delta. En concreto, el Miteco acaba de adjudicar los trabajos para mejorar la gestión de sedimentos en el curso bajo del río mediante la realización de pruebas que permitan determinar la metodología más eficiente y, de esta forma, desplazar los sedimentos depositados a lo largo del río.

El plan de acción contempla la reubicación de arenas desde lugares que soportan una continua sedimentación a zonas con déficit de sedimentos con el fin de reforzar el sistema playa-duna-saladar. Es decir, se pretende procurar un trasvase artificial de sedimentos de zonas con continua sedimentación a otras que presentan carencias, procurando así alcanzar el equilibrio.

En esta primera fase, que se pondrá en marcha a lo largo de este año y durante 2024, las actuaciones van a quedar concentradas en el tramo final del Segre, frente al municipio zaragozano de Mequinenza. Las siguientes etapas se completarán entre 2025 y 2028 y se ejecutarán en las confluencias de los ríos Ebro-Matarraña, Ebro-Ciurana y en el Azud de Xerta.

Los trabajos iniciales cuentan con un presupuesto de 1,2 millones de euros que se suman a los dos millones que ya se han ejecutado. La iniciativa de atención al Delta está dotada de un presupuesto total de más de 11 millones de euros, recogidos en el Plan Hidrológico del Ebro escrito hasta 2027.

El proyecto establece, entre otras medidas, la realización de estudios de simulación hidráulica, la redacción de documentos técnicos que definan las pruebas piloto, las batimetrías necesarias para estudiar las profundidades de los ríos y los análisis de las partículas en suspensión que se encuentran presentes en sus aguas.

Una alerta ya antigua

Los envites del cambio climático, especialmente crueles cuando se han representado en forma de bruscas borrascas como ‘Gloria’, en 2020, y ‘Filomena’, en 2021, han vapuleado el Delta del Ebro, así como otros ecosistemas costeros de altísimo valor, con fuertes oleajes que puntualmente, pero alargando sus efectos en el tiempo, han engullido cientos de metros de costas y espacios no preparados para soportar tales cantidades de agua.

Superando incluso los peores escenarios, el Delta del Ebro atraviesa la que seguramente sea la peor crisis de los últimos siglos, viendo alteradas las franjas costeras, anegadas hectáreas de arrozal y otros cultivos y comprometiendo también la supervivencia de cientos de especies marinas y de aves.

En este contexto, en el que se aventuran además episodios puntuales como los ya vividos de forma más o menos constante, se revelan como fundamentales actuaciones de urgencia para garantizar la supervivencia de las lagunas costeras.

Los trabajos que se llevarán a cabo en el frente litoral del Delta permitirán, según explica el Miteco, controlar el retroceso de la línea de orilla y reducir los potenciales niveles de inundación que experimenta la plataforma y que tienen lugar especialmente durante los temporales, aunque también se están viendo agravados por la subida del nivel del mar. De esta forma, completa el Ministerio, se pretende evitar la pérdida de la condición de defensa costera, de hábitat y, también de zona de ocio que tienen las playas del Delta del Ebro.

La erosión del mar, sumada a los estragos de las borrascas y el hecho de que gran parte de los sedimentos se quedan en los embalses de la propia cuenca del río justifican la necesidad de procurar este movimiento de arenas, si bien se plantea como una solución puntual y a corto plazo que no soslaye la necesidad de enfrentar el fondo de un problema mayor: la ahora acelerada degradación del Delta del Ebro.