Amjad Abdulla, vicepresidente del Grupo de Trabajo III del IPCC y jefe de Alianzas en la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena): “Para ser independientes debemos conseguir que el 90% de nuestra energía proceda de renovables”

Experto en cambio climático, energías renovables y desarrollo sostenible, Amjad Abdulla fue uno de los ponentes más destacados del primer Congreso de Acción Climática, organizado por la Fundación Empresa y Clima, que reunió en Santander a más de 200 expertos internacionales en la lucha contra el calentamiento global.

Impulsar la adopción de decisiones inmediatas que precipiten una transición ecológica eficiente apoyada, principalmente, en las renovables tradicionales y en nuevas tecnologías como el hidrógeno verde para lograr la independencia energética. Es el mensaje que el también jefe de alianzas de la Agencia Internacional de Energías Renovables compartió con elEconomista.es durante una entrevista en la que insistió en la necesidad de aumentar la inversión para mitigar los daños y amenazas al clima y a que gobiernos y compañías refuercen sus compromisos.

Desde que se publicó el primer informe de evaluación en 1990 las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado alrededor de un 60%. ¿Por qué los gobiernos han ignorado las advertencias que ha ido lanzando este documento?

La comunidad científica a la que pertenezco ha intentado aportar a los gobiernos toda la información posible pero, obviamente, después ellos actúan como consideran.

Es necesario que la transición energética se realice de forma justa y el papel de los gobiernos es fundamental para poder cambiar la forma en la que se produce y consume energía en cada país.

Es cierto que las emisiones han aumentado, pero nuestra actividad económica también se ha incrementado mucho desde que se publicó el primer informe y tanto los gobiernos como las empresas están trabajando para que la reducción de emisiones sea cada vez mayor.

El Protocolo de Kioto y el Acuerdo de París suponen un importante avance y, aunque no se vea reflejado en el número de emisiones, estos tratados son extremadamente importantes para unificar criterios y también para que los países tengan un marco de referencia al que acogerse.

¿Cree que, como apuntan las voces de algunos expertos, el Acuerdo de París se está olvidando?

No, no creo que el Acuerdo de París se esté olvidando porque todos tenemos una razón para mantenerlo vivo: que nadie se quede atrás en temas relacionados con el cambio climático.

Se trata de un acuerdo colectivo en el que las aportaciones y contribuciones de los diferentes países son extremadamente importantes; todo lo que se hace a nivel nacional contribuye a lo que se puede hacer internacionalmente y también influye en la cobertura de las necesidades de la población y la sociedad en general.

¿Cuál es el impacto más importante que durante todo este tiempo ha experimentado el clima y los ecosistemas?

Creo que lo más grave es la pérdida de biodiversidad en general, porque la humanidad depende directamente de ella en mayor o menor medida para poder seguir desarrollando el modelo de producción y también la economía.

La comunidad científica está intentando poner de relieve todos estos problemas y advertir a la población, y al sector empresarial en especial, de que necesitamos hacer algo ya. Es preciso realizar un cambio radical y urgente porque si no lo hacemos no habrá vuelta atrás.

Tal y como señalan las informaciones relacionadas con el cambio climático no hay nada que podamos hacer para remediarlo; somos nosotros los que tenemos que adaptarnos al clima, él no va a adaptarse a nosotros.

¿Qué acciones deberíamos poner en marcha de manera urgente para empezar a revertir esta situación?

Principalmente, dos. Y están muy relacionadas entre sí. La primera pasaría por incrementar la inversión en medidas de resiliencia climática, sobre todo en infraestructuras que nos permitan adaptarnos a la nueva situación. Este hecho está íntimamente ligado con ser energéticamente independientes y, para ello, debemos conseguir que el 90% de nuestra fuente de energía proceda de renovables.

En segundo lugar, es primordial que el sector financiero cambie, que todos los modelos de negocio y el sector privado en general inviertan en medidas climáticas, porque ellos tienen la capacidad de cambiar y adaptarse mucho más rápido que, por ejemplo, la Administración pública.

Además, hay que tener en cuenta que se trata de un tema de seguridad tanto nacional como internacional porque cualquier solución que esté basada en temas de energía, comida o agua, es fundamental a la hora de luchar contra el calentamiento global. Si uno de estos tres pilares falla en cualquier país del mundo se genera un estado de emergencia y esto es algo que ya está pasando.

Mucha gente está muriendo o sufre problemas de carestía en uno o más de estos tres aspectos vitales, especialmente en el ámbito energético.

La buena noticia es que la situación todavía se puede remediar. Tenemos casi ocho años para adaptarnos y tomar medidas que nos permitan limitar el calentamiento global a 1,5 grados.

El sector empresarial y el político son los que tienen que estimular el cambio y un buen ejemplo de que podemos hacerlo ha sido el Covid. Durante la pandemia se han generado en poco tiempo multitud de recursos para ayudar a la población gracias a que la parte pública y la privada se han puesto de acuerdo para actuar.

¿Teme que la actual situación económica y social (afectada por la guerra en Europa) nos haga olvidar la importancia de invertir en políticas medioambientales?

Cualquier conflicto que se produzca en el mundo tiene impacto en el cambio climático no sólo porque puede esconder la importancia de este fenómeno, sino también porque afecta a los recursos energéticos, el agua, la comida o la organización social.

La guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto la necesidad que tenemos de invertir en políticas que nos permitan ser energéticamente independientes y de tener nuestra propia energía. El conflicto es la excusa perfecta para aumentar los proyectos relacionados con las energías renovables y el desarrollo de nuevas tecnologías como el hidrógeno verde.

Obviamente, la parte energética está muy relacionada con otros factores económicos que se precipitan como consecuencia de esta gran crisis que es el cambio climático, y las soluciones que encontremos en el ámbito de la energía también pueden ayudar a paliar otros problemas que tienen más repercusión para las poblaciones más vulnerables del planeta. Dar voz a esta realidad y actuar en consecuencia también influye dentro de los objetivos de sostenibilidad.

En este sentido, me gustaría destacar que la responsabilidad es colectiva. Todos tenemos la misma culpa y entre todos debemos poner los medios para salvar el planeta. Este es el momento perfecto y tenemos miles de razones para empezar a hacerlo.

¿Qué opina sobre la decisión de considerar al gas y la energía nuclear como energías verdes, integrándolas así en la estrategia de transición ecológica?

La transición energética debe hacerse de una manera justa y adecuada para garantizar a las generaciones futuras un buen ambiente que nos permita desarrollarnos como sociedad. Personalmente, no veo otra forma fuera de las renovables y del hidrógeno verde y la implantación de estas medidas no se puede retrasar.

¿Cuáles son las perspectivas de crecimiento de las energías renovables?

Según el informe World Energy Transition Outlook (WETO) 2022 de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), más del 90% de las soluciones para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5ºC en 2050 pasan por las energías renovables a través del suministro directo, la electrificación, la eficiencia energética, el hidrógeno verde y la bioenergía combinada con la captura y el almacenamiento de carbono (BECCS).

El informe destaca además que la inversión en la transición energética tendrá que aumentar al menos un 30% respecto a la inversión prevista, hasta un total de 131 billones de dólares de aquí a 2050.

Un sector energético transformado tendrá 122 millones de puestos de trabajo en 2050, y los empleos en energías renovables representarán por sí solos más de un tercio.

¿Podrán llegar a sustituir a los combustibles fósiles en Europa?

Los mayores consumidores de energía y emisores de carbono tendrán que aplicar los planes e inversiones más ambiciosos de aquí a 2030. Esto requerirá ir más allá de los compromisos de descarbonización a largo plazo y establecer objetivos, planes y políticas operativas concretas a corto y medio plazo. Los países del G20 y del G7 tienen un papel fundamental a la hora de liderar el esfuerzo de transición energética global a nivel internacional.

Los fondos y el conocimiento deben ponerse a disposición de las naciones menos ricas para avanzar en la búsqueda de un mundo inclusivo y más equitativo.

El aumento de las energías renovables, junto con una estrategia agresiva de eficiencia energética, es el camino más realista para reducir las emisiones a la mitad en 2030, como recomienda el IPCC.

En el sector energético, las renovables son más rápidas y baratas de desplegar que las alternativas. Pero para cumplir el objetivo del IPCC, IRENA estima que las adiciones anuales de capacidad de energía renovable tendrán que triplicar el ritmo actual de despliegue.

Este aumento es posible si se dan las condiciones adecuadas. Los objetivos y las políticas específicas de cada tecnología son especialmente necesarios para apoyar las tecnologías menos maduras, como la energía oceánica y la ESTC.

¿Retrasará la guerra su introducción e implementación o, por el contrario, puede ayudar a impulsarlas para reducir la dependencia energética rusa?

La electricidad procedente de las energías renovables es ahora la opción energética más barata en la mayoría de las regiones. IRENA muestra que el coste medio ponderado mundial de la electricidad procedente de proyectos solares fotovoltaicos de nueva puesta en marcha disminuyó un 85% entre 2010 y 2020.

Las reducciones de costes correspondientes para la energía solar concentrada (CSP) fueron del 68%; la eólica terrestre, del 56%; y la eólica marina, del 48%.

Como resultado, las energías renovables son ya la opción por defecto para la adición de capacidad en el sector eléctrico en casi todos los países, y dominan las inversiones actuales.

La solar y eólica han consolidado su dominio a lo largo del tiempo y, con el reciente aumento de los precios de los combustibles fósiles, las perspectivas económicas para la energía renovable son aún mejores.