Dinero digital, dinero verde. La realidad hoy
En los últimos meses se está produciendo un fenómeno anómalo dentro del mundo de las blockchain y, por ende, de las criptomonedas. La sociedad ha tomado los temas de la economía digital como una de las conversaciones dentro de los bares, familias y cuestiones que no deben pasar desapercibidas por estar de moda. A falta de Covid y expertos en sanidad, optemos por hablar de cripto, que es algo que parece fácil.
Pasado ya el fenómeno de masas de Mundo Crypto y la preocupación sobre cómo se deben entender este tipo de acontecimientos, falta buscar nuevos temas de conversación que permitan a los nuevos opinólogos establecer una diferencia ción sus semejantes.
Una de las cuestiones que se suele poner en duda siempre que, dentro de una conversación social, se habla de criptomonedas es cómo va a afectar el crecimiento de este mercado y el consiguiente minado de tokens a la energía. Aparentemente, estamos muy preocupados por si minar bitcoins puede acabar con las fuentes de energía en la Tierra y por si puede poner en riesgo la sostenibilidad de las nuevas generaciones.
Por empezar a contextualizar, sería importante entender por qué se consume energía dentro de una blockchain como puede ser la de bitcoin. Hablamos de la de bitcoin, sobre todo, porque es la red que va a definir uno de los patrones monetarios en los próximos años y ello hace que su adopción y los beneficios del minado pueda ser tanto estable como rentable.
El consumo energético en una blockchain clásica viene dado por su protocolo de consenso. Sin entrar en detalles mucho más técnicos, para que un minero en una red pueda adjudicarse los tokens de premio, debe resolver un problema matemático de alta complejidad. Es lo que se llama PoW (Proof of Work) y es lo que en el argot informático se define como prueba de trabajo.
Para que la red permita minar un bloque cada cierto tiempo más o menos fijo y que este bloque tenga una recompensa, la prueba debe crecer de dificultad. Hoy, después de diez años minando bloques, la solución al problema matemático es tan compleja que la potencia necesaria para resolverlo necesita máquinas que rindan varios Megahashes por segundo. La energía consumida por estas máquinas hace que se tienda a pensar que se pueda colapsar la demanda energética.
Por explicar con evidencias basadas en datos, en mayo de 2021, el portal Statista publicó una estadística que explicaba el consumo energético del bitcoin comparado con otros países del mundo e incluso con todos los centros de datos del mundo. La red de bitcoin consume 50 veces menos energía que China y un 30% menos que todos los centros de datos del mundo. Todo ello en un momento donde ya se han minado más de 20 millones de bitcoin sobre el máximo de 21 millones que se ha establecido en sus fundamentales. Por esto, todo este tipo de alarmas que están surgiendo a raíz de entender que las criptomonedas van a acabar con toda la energía del mundo son falacias apoyadas por todas aquellas personas que desconocen algunos de los protocolos o fundamentales teóricos que tienen las blockchain.
¿Qué nos espera en un futuro?
Lo que podemos esperar los próximos años es, primero, una evolución real de la tecnología basada, sobre todo, en la computación cuántica, ya que la mejora de la velocidad y la propia evolución que va a sufrir la informática en los próximos años hará que las capacidades que tengamos de minado y de cálculo sean muy superiores a las que conocemos ahora.
Hoy en día, el bitcoin se está minando con unas máquinas que se llaman ASICS. Estas máquinas tienen una potencia computacional alta, pero ni de lejos serán las futuras máquinas de computación avanzada. La realidad es que no existe capacidad de fabricación de estas máquinas como para hacer que el sistema energético quiebre, por lo que una alarma focalizada en la falta de energía es un absurdo real.
A nivel energético, una de las primeras cosas que se enseña en física es entender que hay diferentes fuentes de energías renovables que son prácticamente inagotables. Una es la energía solar. La energía que proviene del sol, calculada en términos de potencia disponible que llega a la tierra, es varios órdenes de magnitud superior a la energía que tenemos disponible por fuentes no renovables.
La segunda fuente de energía es la geotermia. Esta técnica de refrigeración por intercambio de temperaturas, y que es la que se va a utilizar una nación como El Salvador, permite generar estados de disposición de energía superiores a los que conocemos. Es más, soluciona uno de los problemas más importantes de la minería de criptomonedas que es el calentamiento de las máquinas en alto rendimiento consiguiendo una refrigeración más eficiente.
Y para finalizar, a nivel de concepto, es probable que los próximos años veamos blockchains muy importantes, como acaba de hacer Ethereum, migrar sus protocolos de consenso de PoW a otros que no requieran grandes cantidades de energía para funcionar.
Por seguir con este ejemplo, Ethereum ha determinado que su red será PoS (Proof of Stake) desde el 6 de septiembre. Esto implica que no se minarán más criptomonedas Eth, que la única forma de conseguir estos Eth es desde alguien que ya los tenga y que los requisitos energéticos de la red serán un 99,9% menores a los actuales.
En conclusión, visto el presente y futuro de las redes, decir que las blockchain son un reto para la energía en el mundo es, a día de hoy, una conclusión precipitada desde un punto de vista en el que no se han tenido en cuenta todas las variables.