Imitar a la naturaleza para salvar la economía

Se suele decir que se puede conocer muy bien a una persona por lo que hay en su basura. Sin embargo, generalmente prestamos poca atención a la cantidad de residuos que generamos.

De hecho, nuestros hábitos de consumo tienen cierta inclinación al desperdicio: solemos cambiar los aparatos electrónicos estropeados por unos nuevos en lugar de arreglarlos, tiramos ropa en vez de darle otros usos y desechamos las sobras de comida sin considerar si quiera la cocina de aprovechamiento.

Y es que, durante años nos hemos esforzado mucho en enseñar a la ciudadanía cómo debía separar sus residuos -una acción clave para poder realizar correctamente el proceso de reciclaje-, pero hemos invertido menos tiempo en informarles sobre cómo reducirlos.

Según un estudio de la Universidad EAE Business School, los españoles generan 442 kilogramos de residuos por persona al año. Una parte de esta es reciclada, sin embargo, gran parte termina en vertederos, mares y ríos.

Así es, el destino de nuestra basura es la naturaleza. Algo que resulta irónico porque el concepto de “desperdicio” no existe realmente en la ella. Ejemplo de ello son los organismos coprófagos, que se alimentan de los excrementos de otros seres vivos, o el proceso de descomposición que experimentan las hojas caídas de los árboles que acaba devolviendo a la tierra los nutrientes y materia orgánica.

El concepto de economía circular se basa precisamente en los procesos que ocurren en el entorno ambiental, buscando soluciones que sean capaces de responder a las necesidades humanas sin deteriorar el medioambiente.

¿Cómo? Diseñando productos con una vida útil mayor, reparables o en su defecto, fácilmente reutilizables o reciclables. En consecuencia, se dejan de producir desechos, ya que los productos, materiales y recursos se mantienen de forma indefinida dentro del proceso productivo.

El tema ya está presente en la agenda política de numerosos países, entre ellos España. De hecho, en los últimos meses el Gobierno ha aprobado varias normativas y estrategias relacionadas con este asunto como la Estrategia Española de Economía Circular España Circular 2030 o la Ley de Residuos y Suelos Contaminados, iniciativas con las que nuestro país pretende avanzar hacia una economía sostenible, descarbonizada, eficiente en el uso de los recursos y competitiva.

Pero no es solo la administración la interesada en la economía circular. Este modelo también ha conseguido calar en las empresas españolas. Muchas de ellas ya han optado por implementar estos procesos, mejorando la gestión que hacen tanto de los recursos como de sus residuos y cambiando por completo su forma de producir.

En este sentido, en nuestro último paper Modelos de negocio basados en la economía circular: cómo pueden las empresas pasar de la linealidad a la circularidad estimamos que un 43% de las empresas españolas ha impulsado procesos de economía circular (mejora en la gestión de los desechos, reducción, reciclaje y reutilización) y que este porcentaje aumenta hasta el 86% en el caso de las empresas del Ibex 35.

Estas cifras nos muestran que ya ha comenzado el camino hacia un nuevo modelo económico, pero también nos alertan sobre la necesidad de acelerar y aumentar la ambición de las empresas en este sentido. Solo conseguiremos un cambio sistémico de la economía si actuamos unidos y aún queda más de la mitad de empresas por convencer.

Por tanto, la necesidad de abandonar el modelo lineal, altamente contaminante y con unos alarmantes niveles de ineficiencia, debe ser un reto que todas y cada una de las empresas a nivel local y global tienen que asumir de forma urgente.

Para aquellas empresas que no estén todavía convencidas, me gustaría hacer hincapié en que apostar por las soluciones inspiradas en la naturaleza no son sólo genera beneficios medioambientales, sino también económicos.

De hecho, se estima que la transición a un modelo circular podría desbloquear un crecimiento del PIB mundial de hasta 4,5 billones de dólares hasta 2030.

También hay que considerar los beneficios para la sociedad. Al volver a acoplar el crecimiento con el progreso social, se pueden encontrar en nuevos empleos, acceso a productos y servicios y una mejor salud.

Asimismo, es necesario recordar que la economía circular es una parte integral de la Agenda 2030, ya que el objetivo general de ambas es buscar la prosperidad social y económica dentro de la capacidad natural de nuestro planeta. De hecho, prácticamente una quinta parte de las metas de la Agenda 2030, están relacionadas con este modelo.

Sí, el camino hacia un nuevo modelo circular también es un camino de éxito para llegar con las metas cumplidas al año 2030. Y por todo ello, desde el Pacto Mundial de Naciones Unidas queremos alentar a todas las compañías a emprenderlo.

Y la clave para comenzar, empresas, es simple: imitar a la naturaleza y repensar, en todas las fases de los procesos productivos que realizamos, cómo evitar impactar sobre ella.