El Gobierno aprueba un plan de choque para paliar la desertificación

España es uno de los países más vulnerables a este fenómeno, que afecta ya al 74% del territorio. La estrategia diseñada por el Miteco plantea acciones hasta 2030 para avanzar hacia la neutralidad en la degradación de las tierras y prevé impulsar una ley de conservación y uso sostenible del suelo.

La disponibilidad de recursos hídricos se ha convertido en uno de los retos más importantes y urgentes que el mundo deberá afrontar en un futuro cercano. Todos los expertos coinciden a la hora de afirmar que en los próximos 25 años los periodos de sequía y la desertificación aumentarán considerablemente en el mundo haciendo del agua un activo cada vez más preciado y polémico. A nivel global, lo trascendente (y, al mismo, tiempo, perturbador) es que este fenómeno podría provocar una revolución social y productiva llegando a desatar, en las zonas más pobladas, luchas por el control y la gestión de las reservas hídricas.

Si bien España no está por el momento abocada a un escenario tan límite como el de otros países, el Gobierno ha decidido tomar medidas que ayuden a combatir esta amenaza. Así, recientemente ha aprobado la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación (ENLD), destinará recursos del plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia a la restauración de ecosistemas y la gestión forestal sostenible y pondrá en marcha el programa Restaurando paisajes y agua.

Un problema global

La situación era conocida y esperada, pero en los últimos años se ha visto acelerada por las extremas consecuencias del cambio climático, la presión en el uso de suelos y el agua así como por el abandono de espacios agrícolas y forestales. El informe Drought in numbers 2022 publicado por la ONU señala que, actualmente, más de 2.300 millones de personas se encuentran en situación de estrés hídrico y pronostica que para el año 2050 las sequías podrían afectar a más de las tres cuartas partes de la población mundial. La magnitud del problema es tal que el organismo internacional considera que la sequía y la desertificación podrían convertirse en la “próxima pandemia”.

Según el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) los países de Oriente Medio serán los más castigados. Sus gobiernos enfrentan hoy la necesidad de agua gracias a los recursos subterráneos o la desalinización del agua de mar, pero no es descabellado pensar que estados como Arabia Saudí se vean obligados a importar agua para satisfacer la demanda interna en los próximos años.

Sin embargo, los datos muestran que el destino de otros países latinoamericanos como Chile, México o Perú, también son motivo de preocupación. Y en Europa, los territorios de la cuenca mediterránea, especialmente Italia y España, tienen un riesgo elevado de sufrir escasez.

“Ninguna nación -rica o pobre- es inmune a la sequía, y todos los países pueden tomar medidas para evitar sus efectos devastadores. Aunque hemos hecho algunos progresos, no son suficientes”, manifestó Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la UNCCD, en el Día de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía, celebrado el pasado 17 de junio en Madrid.

España no es ajena a esta realidad. Tanto las sequías como la desertificación dañan gravemente a nuestro país, donde el 74% del territorio es susceptible de ser afectado por la desertificación.

El hecho de haber tenido que convivir con las sequías y sus consecuencias desde hace décadas ha puesto de manifiesto la necesidad de integrar este fenómeno en la nueva planificación hidrológica y en la gestión de los recursos hídricos. Los planes de tercer ciclo pretenden revertir la creciente tendencia en cuanto a demanda de agua, reduciendo las asignaciones establecidas para los distintos usos en más de 1.000 hm3 para adecuarlas a los escenarios futuros. Nuestro país es también una de las zonas de Europa más vulnerables a la desertificación. Más de nueve millones de hectáreas están catalogadas como zonas con riesgo alto o muy alto de ser afectadas por este proceso, especialmente en el tercio sur y los dos archipiélagos, y el 20% de las tierras se considera ya degradadas.

“Cuidar nuestras tierras y su biodiversidad puede ayudarnos a afrontar la crisis climática y a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, afirmó en Madrid António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, quien también recordó que “cada dólar invertido en proteger el suelo se multiplica por 30”, por los beneficios ambientales que reporta.

Y esto es, precisamente, lo que pretende el Gobierno con la futura Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación, una herramienta que contempla acciones y medidas hasta 2030 para contribuir a la conservación y mejora del capital natural asociado a las tierras de las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas y avanzar hacia la neutralidad en la degradación de las tierras mediante la prevención y mitigación de la desertificación y la restauración de las zonas degradadas. “Es hora de que la desertificación gane el espacio público que merece”, subrayó la vicepresidenta Teresa Ribera.

Entre las medidas propuestas destaca la creación de un Atlas de la Desertificación que permita optimizar la toma de decisiones en la lucha contra la desertificación, así como el desarrollo de un Plan de Restauración de Terrenos Afectados por la Desertificación para articular la coordinación con las estrategias de restauración ya existentes a nivel nacional y europeo. Asimismo, se prevé impulsar una ley nacional de conservación y uso sostenible de los suelos y crear un Consejo y un Comité Nacional para luchar contra esta amenaza.

La protección, revalorización y restauración del capital natural de España también ocupa un lugar destacado en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR). En este sentido, se destinarán 1.642 millones de euros a la conservación de biodiversidad, restauración de ecosistemas y gestión forestal sostenible durante el periodo 2021-2023.El Gobierno también ha presentado el programa Restaurando paisajes y agua para la adaptación y la resiliencia, una iniciativa que reforzará la colaboración con África para luchar contra la desertificación en el continente y aumentar la resiliencia de las áreas donde existe alto riesgo de degradación de la tierra

“Propongo que nos sumemos a esta iniciativa, con el objetivo de fortalecernos, más aún, frente a uno de los desafíos del siglo: la lucha contra la desertificación y la sequía. Porque pocas cosas hay más urgentes que hacer de nuestro planeta un lugar habitable”, destacó el presidente Pedro Sánchez.