Seprem cuestiona la nueva normativa de seguridad de presas

Los ingernieros de la Sociedad Española de Presas advierten de que los nuevos protocolos de seguridad pueden, incluso, poner en riesgo a la población aguas abajo.

Tanto las presas existentes como las que se proyecten a partir de ahora tendrán requisitos de seguridad hidrológica más laxos. Esta es la principal conclusión que se desprende del Análisis crítico de la nueva normativa sobre seguridad de presas elaborado por la Sociedad Española de Presas y Embalses (Seprem) tras estudiar en detalle las Normas Técnicas de Seguridad (NTS) que se aprobaron en abril de 2021 con el objetivo de “garantizar la seguridad de las personas, el medio ambiente y los bienes” relacionados con estas infraestructuras.

Los portavoces de la sociedad aseguran que el enfoque general de la norma es ya de por si erróneo puesto que, exceptuando la norma relativa a los Planes de Emergencia, el resto de NTS se refieren “exclusivamente” a la seguridad de la presa y de su titular. “Respecto a los criterios técnicos, ambientales u operacionales se hace prevalecer la seguridad de la presa (no de la población). Llevando las cosas al extremo, incluso a costa de la seguridad de la población”, señala el documento.

En este sentido, el organismo recalca que la normativa ni siquiera incluye un mínimo diagnóstico de la situación en la que se encuentra el actual parque de presas y su gestión, un inventario “indispensable” para poder realizar una valoración económica de las medidas de seguridad necesarias y abrir un proceso transitorio pilotado por un organismo con capacidad ejecutiva para ordenar al titular que acometa las obras que garanticen la seguridad. “La situación es preocupante porque hay muchas presas que ni siquiera tienen titularidad conocida o no están inventariadas. La norma no está pensada para dar solución a un problema de esta envergadura”, afirmó Francisco Flores, vicepresidente de Seprem, durante la presentación del informe. “Tampoco dice qué hacer con las presas fuera de servicio o abandonadas que pueden tener un cierto riesgo para la población situada aguas abajo”, añadió Gracia Ballesteros, vocal de la junta directiva.

Esta ausencia de diagnóstico oficial impide conocer el nivel de seguridad de cada una de las presas concretas, gran parte de ellas proyectadas y construidas hace más de 50 años bajo los criterios de la Instrucción para el Proyecto, Construcción y Explotación de Grandes Presas aprobado en 1967. “La técnica exigida ahora por las NTS es aparentemente más afinada, pero completamente distinta. En Instrucción el periodo de retorno se aplicaba al principio del proceso y de manera más conservadora, mientras que ahora se hace al final y sin ningún tipo de conservadurismo”, explicó Mariano de Andrés, miembro de Seprem, quien además enfatizó que también se han detectado problemas en el ámbito de la seguridad estructural. “No hay referencias a la metodología ni a otras acciones definidas como el viento, el oleaje o la temperatura. Tampoco aborda criterios indefinidos pero básicos como el diseño de filtros y drenes”, declaró.

Influencia del calentamiento global

Otro de los aspectos negativos que incluyen las Normas Técnicas de Seguridad, según destaca Seprem, son las escasas referencias al cambio climático. Estas aparecen de forma “genérica y referida exclusivamente al futuro” a pesar de que los aspectos climáticos que se incorporan a la evaluación de la seguridad (hidrología, ola de viento, efectos térmicos, etc.) están ya influidos por este fenómeno. “En la norma se podrían haber incorporado las medidas que ya incluyen otros organismos como el Cedex, la Aemet o, incluso los planes hidrológicos. El cambio climático no solo puede hacer inseguras a algunas presas en el futuro, sino que algunas pueden ser inseguras hoy”, advirtió Ballesteros.